El 24 de noviembre se celebra el Día del Vino Argentino, una fecha que encuentra a Buenos Aires en un momento particular: el vino dejó de ser un mero acompañante de la mesa para convertirse en co-protagonista de la experiencia gastronómica. Aperturas recientes, proyectos que piensan el vino desde el servicio y una coctelería que se animó a incorporarlo sin timidez en cócteles que ya son infaltables en las cartas, como el tinto de verano o los spritz.
Ese movimiento, sumado a propuestas especiales y activaciones en torno a la fecha, permite una lectura más amplia de lo que está pasando con nuestra bebida nacional: más estilos, más opciones por copa y espacios gastronómicos donde lo que se ofrece en la copa -también- tiene un papel central.
Wino: un nuevo restaurante donde el vino marca el ritmo de la experiencia

Ubicado en Palermo, Wino es una de las aperturas más relevantes del año para quienes buscan una experiencia centrada en el vino. Inaugurado en julio por el emprendedor gastronómico Andrés Massa y el sommelier Matías Iwao, el proyecto parte de una premisa clara: recuperar el vino como ritual compartido, accesible y sin rigideces.
La propuesta se organiza alrededor de 120 etiquetas, un apartado de añadas históricas y una carta que combina proyectos independientes, medianos y pequeños de distintas regiones del país -Patagonia, Cuyo, Norte y Litoral-, junto con una selección internacional de Chile, España, Francia, Italia y Australia. La cocina del chef Federico Gauna acompaña con platos estacionales y precisos, pensados para dialogar con la propuesta enológica sin competir.
Qué pedir: hay 15 opciones por copa y flights de cuatro copas a $18.000, diseñados para comparar estilos y regiones. El Wine Tour, que reúne exponentes de diversos terroirs argentinos, es una buena puerta de entrada a la diversidad del país. De martes a viernes, entre las 18 y 20 h, los vuelos se ofrecen con 2×1, una oportunidad atractiva para explorar más etiquetas.
Thames 1347, Palermo / IG: @wino.restowine
Pasillito: un wine bar para el tardeo porteño con espíritu español

Tal como adelanta su nombre, Pasillito es un pequeño hallazgo escondido: se accede por un corredor angosto que luego desemboca en una terraza luminosa, ideal para bajar un cambio después de la oficina. La idea pertenece a Ramiro Suárez Plata, nieto de un gallego de Pontevedra que le transmitió la cultura del picoteo y el ritual del vino. Con esa herencia como punto de partida, armó un bar que trabaja con la lógica del tardeo español: vinos bien elegidos y platitos para compartir.
La cocina se apoya en tapas clásicas -como gildas, croquetas, chistorra, tortilla con alioli, bocata de chipirones o el ceviche de gambas- pensadas para pedir varias y compartir. La carta de vinos acompaña con blancos, tintos ligeros, rosados para la tarde, así como también sidra vasca servida "a la antigua" y un vermú de elaboración propia que llega a la mesa con un sifón de soda para que cada uno lo prepare a su gusto.
Qué pedir: esta semana vale aprovechar su edición de magnums por copa, con etiquetas como Lagarde Tonel Único, Las Perdices Gewürztraminer, Luca Malbec, Contracorriente Chardonnay y una rareza: López Añada 1986, casi imposible de encontrar por copa.
Gorriti 4391, Palermo / IG: @pasillitobar
Casa Cavia: una experiencia de alta cocina donde el vino tiene voz propia

Recomendado por la Guía Michelin y con la cocina contemporánea y estacional de Julieta Caruso, Casa Cavia trabaja el vino como un capítulo más del relato. En su mansión de Palermo Chico, la experiencia fluye entre la arquitectura, la cocina y una cava con más de 300 etiquetas nacionales e importadas.
La selección de vinos está bajo la mirada de Delvis Huck, head sommelier, egresada de CAVE, segundo puesto del concurso Mejor Sommelier de Argentina 2022 y elegida Sommelier del Año 2025 por Tim Atkin. Para este día, Huck propone un recorrido que resume parte de la evolución del vino argentino: Malbec de distintos terruños; blancos que marcan tendencia, como Semillón y Chardonnay de zonas frías; y una selección de naranjos, espumosos y criollas modernas.
Qué pedir: el equipo de sommeliers suele sugerir recorridos por regiones o por estilos (Malbec de altura, blancos con influencia marítima, naranjos de fermentación tradicional) que funcionan muy bien con la cocina de Caruso, donde cada estación redefine el menú desde el producto.
Cavia 2985, Palermo / IG: @casacavia
Pasaje Victoria: tapas, ostras y coctelería con vino

En un pasaje lateral de la estación de Olivos, Roy Asato encontró el escenario para un plan distinto: un bar íntimo donde el tapeo convive con vinos, espumosos y tragos clásicos hechos a base de vino. La idea nació de una búsqueda personal -reinterpretar modelos que vio afuera y que acá no encontraba del todo- y terminó en un espacio pensado tanto para una copa y un bocado como para un tapeo más largo.
La propuesta gastronómica gira en torno a pescados y mariscos, con especial protagonismo de las ostras de Bahía San Blas, frescas o gratinadas. Se suman platos fríos y calientes que rotan según disponibilidad. En la barra, el vino se trabaja con libertad: espumosos y sidras por copa, vinos tranquilos y opciones poco habituales como moscato y prosecco marplatenses. Además, un set de cocktails clásicos donde el vino es protagonista como en el tinto de verano o la sangría, y tragos de autor como el que combina vino, tónica, limón, jengibre y frutos rojos.
Qué pedir: un combo ideal es ostras frescas (o gratinadas) con una copa de espumoso o un tinto de verano bien frío. Para seguir, el crudo de trucha y el calamar a la plancha acompañan muy bien blancos ligeros y espumosos secos.
Corrientes 598, Local 3, Olivos / IG: @pasaje.victoria
L'Atelier Bistró: la cava como parte del recorrido

En Martínez, L'Atelier Bistró es uno de esos proyectos que crecieron con identidad propia: nació en 2004 como el sueño de Verónica Morello y Charly Forbes, una pareja de cocineros que sostiene el restaurante desde hace más de veinte años con la misma dedicación artesanal del primer día. Esa impronta -la búsqueda, la constancia y un amor evidente por el oficio- atraviesa también la carta de vinos, curada con la misma paciencia con la que definen cada plato.
La cava, visible desde el salón y con más de 150 etiquetas, propone un recorrido amplio por el vino argentino. Conviven cepas tradicionales con opciones menos habituales: albariño, gewürztraminer, monastrell, criolla, garnacha, vinos naranjos y blends que expresan región y personalidad. Todo pensado para acompañar una cocina de inspiración francesa, marcada por la estacionalidad y el detalle.
Qué pedir: el menú de cinco pasos con vinos seleccionados es la forma más completa de entrar en el universo del bistró. Cambia según la temporada y resume la mirada de la casa: producto bien elegido, técnica justa y maridajes que acompañan.
Av. del Libertador 14520, Martínez / IG: @bistrolatelier
BONUS TRACK. Casa Gamboa: almorzar entre viñedos a una hora de Buenos Aires

Para quienes buscan una salida distinta sin alejarse demasiado, Casa Gamboa, el restaurante de Bodega Gamboa en Campana, permite almorzar con vista directa a las hileras del viñedo más cercano a la Ciudad de Buenos Aires. A solo una hora por Panamericana, la propuesta combina cocina estacional y vinos elaborados en la propia finca.
El menú se organiza en varios pasos y pone el foco en vegetales y brasas: remolachas con queso de cabra, coliflor a la chapa, empanadas caseras y carnes en dos cocciones forman parte del recorrido, que concluye con una mesa dulce amplia. La carta se acompaña con vinos de la bodega, incluidas ediciones limitadas y proyectos especiales.
Qué pedir: la Experiencia Terruño, el menú por pasos que resume la cocina de la casa: vegetales de estación, carnes a la parrilla y una selección de etiquetas propias para probar el perfil de Campana sin moverse de la mesa.
Ruta 9 Panamericana, km 65, Campana / IG: @bodegagamboa















