Cada 15 de noviembre se conmemora el Día Mundial sin Alcohol, una jornada concebida no como prohibición sino como un ejercicio de conciencia. La propuesta es concreta: elegir un día para no beber y, desde ahí, observar con calma el vínculo cotidiano con el alcohol. Una pausa breve para mirar con claridad un hábito que forma parte de nuestra vida social, cultural y económica.
En este marco, la consigna no busca demonizar la copa que acompaña una mesa o un encuentro, sino recordar que la responsabilidad también es parte del ritual. La fecha, habitualmente atribuida a la Organización Mundial de la Salud, se instaló en el calendario argentino como un punto de partida para conversar sobre hábitos, cuidados y decisiones que suelen tomarse casi en automático. Es, más que una renuncia, una invitación a pensar.
Ese diálogo convive con un escenario que viene mutando. En los últimos años, la industria global de bebidas -incluido el universo del vino- abrió espacio a opciones con bajo o nulo contenido alcohólico, ampliando el abanico para quienes disfrutan del gesto, del aroma y del momento, sin necesidad de graduación. Entre tradición y nuevas tendencias, la fecha encuentra un rol propio: mostrar cómo evoluciona la manera de beber y cómo hacerlo con mayor equilibrio, sin perder el disfrute.
Cerveza 0.0
En el universo cervecero, la cerveza sin alcohol dejó de ser una rareza para convertirse en una elección nítida. A nivel global, el volumen de 0.0 crece de manera sostenida: los reportes de mercado muestran una demanda en alza, impulsada por nuevos momentos de consumo y por un público que busca disfrutar sin la carga etílica tradicional. Las proyecciones coinciden en que el segmento seguirá expandiéndose con fuerza en los próximos años.
En Argentina, Cervecería Quilmes fue una de las grandes impulsoras de esta tendencia. Su recorrido en el segmento sin alcohol comenzó en los años noventa con Quilmes Liberty y continuó en 2009 con Quilmes Lieber (0,5%), dos antecedentes que prepararon el camino para la llegada, en 2020, de Quilmes 0.0. La apuesta se profundizó con la inversión en una planta desalcoholizadora propia, que permitió elaborar también las versiones sin alcohol de Corona y Stella Artois, consolidando un liderazgo local en un segmento que ya no es experimental, sino estratégico.

De los Mocktails a los aperitivos ready to drink
En los últimos años, los mocktails dejaron de ser una rareza de barra para convertirse en un segmento comercial con impulso propio. Los informes de mercado más citados coinciden en un horizonte de expansión sostenida: estimaciones globales ubican al negocio en un rango que va de los 8.000 a los 25.000 millones de dólares, con proyecciones de crecimiento que oscilan entre el 5% y el 10% anual durante la próxima década, según el alcance que se mida (RTD, bares, retail).
Ese movimiento responde a tres motores definidos. Por un lado, el interés creciente de los consumidores jóvenes que buscan alternativas coherentes con estilos de vida más moderados o "sober-curious". A esto se suma la profesionalización de las barras, donde los mocktails dejaron de ser un reemplazo improvisado para transformarse en recetas complejas trabajadas por bartenders de primer nivel. Finalmente, el auge de los productos listos para tomar (RTD) impulsó la categoría fuera del circuito de coctelería tradicional, ampliando su llegada y frecuencia de consumo.
Diversos relevamientos de comportamiento indican que entre un 30% y un 60% de consumidores jóvenes probaron mocktails o bebidas sin alcohol en el último tiempo, mientras que las búsquedas globales de "mocktail" en Google marcaron máximos históricos en 2024.
En el terreno de los aperitivos sin alcohol, una de las pioneras fue Laura Catena a través de su proyecto Elena de Mendoza, con dos espumosos desalcoholizados e infusionados con hierbas en clave vermú, ambos con 0% de alcohol. A mediados de este año, Grupo Cepas amplió ese territorio con el lanzamiento de Gancia 0.0, una versión ready to drink del clásico americano con limón y soda, presentada en latas de 473 ml.
Jugo de uva: las raíces del "sin alcohol" en el vino
En el universo de las bodegas argentinas, el jugo de uva lleva décadas sosteniéndose como la alternativa más tradicional al vino. Son bebidas frutales, frescas y naturales que no atraviesan fermentación, y que celebran la uva en su forma más pura. Dentro de esta línea, existen propuestas ya consolidadas en el mercado, como los jugos de uva de Vinecol o de Finca La Abeja, en San Rafael, Mendoza.
En los últimos años, la categoría incorporó nuevas miradas. Bodega Nina desarrolló su línea Yolo: You Only Live Once, refrescos naturales de uva con 0.0% alcohol disponibles en versiones blancas, tintas y rosadas. Una categoría que inauguró en 2021 Susana Balbo con su bebida Envero: la cual contaba con un Torrontés y un rosé de Cabernet Sauvignon, ambos con ligeras burbujas y una estética contemporánea que buscaba ampliar los códigos del "sin alcohol".

en el mundo del vino
Burbujas sin alcohol: de la viña a la tecnología
El avance hacia vinos desalcoholizados dejó de ser un gesto experimental para convertirse en una apuesta tecnológica concreta. En los últimos años, varias bodegas argentinas comenzaron a invertir en equipos y procesos capaces de retirar el alcohol sin despojar al vino de su identidad sensorial.
En octubre de este año, Nieto Senetiner presentó su primer espumante 0% Brut, elaborado a partir de uvas Pinot Noir del Valle de Uco. Tras su vinificación tradicional, el vino atraviesa un proceso de desalcoholización de última generación que permite preservar textura, aromas y fineza.
Otra novedad llegó de la mano de la Cooperativa La Riojana, que lanzó Tilimuqui Zero, un espumoso sin alcohol elaborado con Torrontés. El vino viaja a Bélgica para someterse a un sistema de centrifugado de desalcoholización que permite mantener su perfil aromático característico. La propuesta suma además un fuerte compromiso social: está certificada Fairtrade y se produce con uvas orgánicas provenientes de pequeños productores.

elaboradas con frutas orgánicas mediterráneas.
Sin alcohol desde su ADN
En el último mes desembarcaron en Argentina las Italian Sparkling Drinks de Sanpellegrino, la emblemática marca italiana reconocida por su tradición en aguas premium. Se trata de una línea de bebidas gasificadas elaboradas con frutas orgánicas mediterráneas, que llega para fortalecer un segmento sin alcohol que no deja de ampliarse.
"El mercado de bebidas premium sin alcohol en Argentina está creciendo. Y con este lanzamiento buscamos posicionar y ampliar la presencia de Sanpellegrino tanto en bares y restaurantes como en situaciones cotidianas, buscando estar presentes en la vida diaria de los consumidores, incluso en sus hogares", explica Jorge Muñoz Olesti, Gerente General de Distribuidora Ley Seca, importadora y distribuidora exclusiva de la marca en el país.
Los sabores disponibles (Limonata, Pompelmo y Aranciata Rossa) retoman íconos clásicos de la cultura italiana, combinando frescura, fruta y una identidad reconocible en cualquier parte del mundo. A ellos se suma la Acqua Tónica Sanpellegrino, que ya se comercializaba en Argentina y ahora forma parte de un portafolio completo orientado a quienes buscan calidad, sabor y cero alcohol.
El Día Mundial sin Alcohol no pretende cambiar la esencia de la mesa ni desplazar tradiciones, sino invitarnos a mirarlas con una luz distinta. En un tiempo donde las opciones se multiplican, la conversación se vuelve más amplia: no se trata de renunciar al ritual, sino de entenderlo mejor. Elegir qué, cómo y cuándo beber, con una conciencia que no le quita disfrute al momento, sino que lo afina. En ese equilibrio, la cultura de la bebida se reinventa sin perder su raíz. Hoy, 15 de noviembre, elegimos beber sin alcohol; mañana, brindaremos con nuestra bebida preferida por el objetivo cumplido.







