La edición 2025 de Latin America's 50 Best Restaurants se presentó este martes en Antigua, Guatemala, y dejó a Argentina con un rol protagónico: ocho restaurantes locales ingresaron en el Top 50 y otros seis en la franja del 51 al 100. El ranking, patrocinado por S.Pellegrino & Acqua Panna, volvió a reunir a cocineros, periodistas y referentes de toda la región para trazar un panorama actualizado del momento gastronómico latinoamericano.
Entre las ciudades con más presencia, se destaca Buenos Aires que se consolida como una potencia gastronómica con ocho restaurantes clasificados; seguida de Lima, con siete; y Santiago, con cinco.
La cocina argentina aparece con un perfil cada vez más definido: producto de temporada, técnicas contemporáneas y una lectura propia de la tradición. En ese marco, Don Julio -en el puesto Nº3- se mantiene como uno de los proyectos más influyentes de la lista y como el Mejor Restaurante de Argentina.
Los restaurantes argentinos en el Top 50:
3. Don Julio (Buenos Aires)
21. Niño Gordo (Buenos Aires)
24. El Preferido de Palermo (Buenos Aires)
27. El Mercado - Faena (Buenos Aires) — New Entry
35. Aramburu (Buenos Aires)
36. Trescha (Buenos Aires)
40. Crizia (Buenos Aires)
50. Julia (Buenos Aires)
3. Don Julio, el proyecto que definió una forma de entender la carne argentina (Buenos Aires)

Elegido nuevamente como Mejor Restaurante de Argentina, Don Julio sostiene una propuesta que combina asado tradicional, trabajo directo con productores y una visión integral del producto. Fundado por Pablo Rivero hace más de 25 años, el restaurante basa gran parte de su menú en insumos propios: carnes Aberdeen Angus y Hereford maduradas en casa, hortalizas de estación y tomates de variedades antiguas provenientes de su huerta.
Bajo la conducción del chef Guido Tassi, la carta se organiza alrededor de cortes emblemáticos -como el bife de chorizo o el T-bone- donde se prioriza la calidad del animal y una cocción precisa antes que la complejidad técnica. El espacio, distribuido en dos plantas y rodeado de botellas firmadas por comensales de todo el mundo, refuerza el carácter de una mesa porteña que evolucionó sin perder identidad.
21. Niño Gordo (Buenos Aires)

En pleno Palermo Soho, con Germán Sitz y Pedro Peña al frente (el dúo detrás de La Carnicería y Chori), el restaurante trabaja sabores de distintas regiones de Asia sobre una base porteña: desde karaage crocante con salsa verde hasta embutidos parrilleros con toques de wasabi y tamarindo. El salón rojo, saturado de faroles y símbolos asiáticos, acompaña una experiencia dinámica donde conviven grill, frituras y una barra de cócteles que se volvió parte central de la propuesta.
24. El Preferido de Palermo (Buenos Aires)

El Preferido de Palermo es el bodegón contemporáneo creado por Pablo Rivero junto con Guido Tassi, un proyecto que retoma el espíritu de los clásicos porteños con una cocina basada en productos impecables: vegetales orgánicos, conservas y embutidos artesanales elaborados por Tassi, exhibidos en la cava del salón como guiño a la tradición argentina. Su propuesta invita a pedir al centro: desde su charcutería y la fainá con provolone hasta la morcilla casera con huevos y las milanesas estilo fugazzeta. Los postres merecen un capítulo propio, con papaya en almíbar con queso Lincoln, flan casero con dulce de leche y helados artesanales entre los imperdibles.
27. El Mercado (Buenos Aires)

El Mercado, con Emiliano Yulita al frente de la cocina y la dirección gastronómica de Pancho Prieto Cané, recrea el clima de una cantina porteña clásica con una lectura actual. Su propuesta gira en torno a platos tradicionales argentinos potenciados por los fuegos (parrilla a leña, horno de barro y asador) de donde salen especialidades como la ceja de ojo de bife, uno de los hits de la casa. La experiencia se completa con una carta de vinos amplia y cuidadosamente curada por Maximiliano Pérez, reconocido este año como Mejor Sommelier, que combina grandes etiquetas locales con referencias destacadas de otras regiones del mundo.
35. Aramburu (Buenos Aires)

Gonzalo Aramburu abrió su restaurante en 2007 y desde entonces lo convirtió en un laboratorio creativo anclado en la estacionalidad, la investigación y la técnica. Además de este reconocimiento, e el único restaurante argentino con dos estrellas Michelin, y ofrece un menú degustación de 16 pasos que reinterpreta la cocina local con combinaciones precisas y sorprendentemente armónicas. En su actual ubicación en Recoleta, la experiencia permite asomarse a la cocina a través de grandes ventanales, mientras desfilan platos que ponen en valor productos de mar y de estación, presentados con un nivel de detalle donde cada plato funciona como una pequeña pieza de autor.
36. Trescha (Buenos Aires)

En una casona de Villa Crespo, Trescha redefine el fine dining porteño con un menú de 16 pasos para apenas diez comensales, concebido por el joven chef Tomás Treschanski. Formado en Londres y en cocinas influyentes como Azurmendi y Boragó, Treschanski impulsa una experiencia inmersiva que se construye en torno a ingredientes argentinos y a un trabajo riguroso de investigación en su Test Kitchen.
40. Crizia (Buenos Aires)

Con la mirada pionera de Gabriel Oggero, Crizia se destaca por su trabajo con pequeños productores de todo el país y, en especial, por una sensibilidad única para el mar. Su reconocida barra de ostras ofrece una lectura fresca y creativa de los bivalvos (desde versiones Rockefeller hasta preparaciones con granita de gin tonic) antes de pasar al salón elegante, gestionado por Geraldine Gastaldo. Tanto la carta como el menú de pasos recorren la diversidad argentina con platos como conejo braseado al Dijon o un bife de chorizo Black Angus servido con hueso, acompañados por el asesoramiento de dos sommeliers que guían una de las cavas mejor nutridas de la ciudad.
50. Julia (Buenos Aires)

Abierto en 2019 y bautizado en honor a la hija de su chef y creador, Julio Martín Báez, Julia desarrolla una cocina que sigue el pulso de las microestaciones y una filosofía de hospitalidad equilibrada, donde el origen de los ingredientes y el bienestar del equipo tienen el mismo peso que el plato final. En su espacio íntimo de Villa Crespo (con apenas 22 cubiertos entre el salón y el patio) ofrece un menú de siete pasos que va mutando según la temporada, con preparaciones como mejillones en escabeche de azafrán, espárragos con arvejas, frutillas y ponzu, o pesca del día con ragú de hinojo y nduja. El clima cálido y la cocina a la vista completan una experiencia que combina técnica, delicadeza y un enfoque consciente del oficio.











