El ingreso de Susana Balbo Winemaker's House & Spa Suites a la exclusiva red Relais & Châteaux marca un hito para el turismo de lujo en Argentina. Detrás de este logro está Ana Lovaglio Balbo, una licenciada en Administración de 39 años, quien junto a su madre Susana Balbo -la primera enóloga mujer de Argentina- está armando un un imperio de hospitalidad que fusiona el legado vitivinícola familiar con la hotelería de lujo.
Directora de Marketing & Hospitalidad de la bodega familiar, Ana decidió diversificar el negocio hacia el turismo gastronómico. En 2013 fundó Osadía de Crear, el primer restaurante de la bodega, que hoy cuenta con recomendación de la Guía Michelin y una Estrella Verde por su trabajo en sustentabilidad. Pero su mayor apuesta llegó en 2022 con la apertura del hotel boutique en Chacras de Coria, que con solo siete suites se posicionó como una de las propuestas más exclusivas de Mendoza.
El hotel, que funciona como una casa privada transformada en refugio sensorial, incluye el restaurante La VidA, también recomendado por la Guía Michelin y liderado por la chef Flavia Amad. La propuesta combina arte curado, wellness integrado y una experiencia personalizada que atrae a huéspedes tanto locales como internacionales.

Con una visión empresarial heredada de su madre pero con sello propio, Ana planea expandirse hacia el Valle de Uco con un lodge de montaña que tendrá 21 habitaciones. En un mano a mano con Forbes, revela los desafíos de liderar un proyecto hotelero, los secretos detrás del ingreso a Relais & Châteaux y por qué cree que la sustentabilidad va más allá del medioambiente.
—El hotel acaba de ingresar a Relais & Châteaux. ¿Qué significa este reconocimiento para ustedes?
—Estamos muy orgullosas y es un honor ingresar a una organización como Relais & Châteaux con la que compartimos todos los valores que la sostienen: la excelencia, la atención al detalle, la sustentabilidad y el mostrar lo nuestro como sinónimo de lujo, con la autenticidad de lo que hacemos. Es parecido a lo de la Guía Michelin, son pequeñas validaciones al trabajo que uno va haciendo y que te van obligando a sostener el estándar. Te ayudan a dar visibilidad y te dejan sentar un precedente de calidad. Con mucho entusiasmo, es todo muy nuevo para nosotros. No somos muchos los hoteles que hay en Argentina dentro de la red.
—¿Cómo viene el año para la hotelería en general?
—El año viene difícil, no te voy a mentir. Para la hotelería y la gastronomía, el turismo en general. Ahora se empezó a reactivar bastante. También dirijo el área del Turismo de la bodega y volvimos a ver días bien ocupados, como solíamos ver. Este fin de semana tuvimos dos días seguidos de más de 100 personas, que hacía mucho no veíamos. Se viene una temporada linda hacia la media y la alta, que es lo que está por venir, y esperamos que eso nos compense la baja, porque la baja estuvo más dura de lo normal. Mi defecto profesional es que soy licenciada en Administración, trabajé en finanzas, evaluación de proyectos, M&A. Todo lo que hago lo hago con mucha planificación, evaluación de proyecto, presupuesto previo, siempre hay una hoja de ruta.
—El hotel tiene solo siete habitaciones. ¿Es una limitación o una ventaja?
—Tenemos como un tema de escala. Por ahí tenés una baja donde no tenés gente y tenés alta donde podrías haber vendido tres hoteles. Pasa ciertos fines de semana, por ejemplo, en noviembre estamos casi sold out, tenemos un montón de fines de semana que me han estado preguntando un montón y ya estamos vendidos. Veo las consultas y digo: "Qué pena, si hubiese tenido 14 habitaciones se vendían las 14". Pero por ese mismo problema el proyecto nació con planes de expansión. Si te metés a nuestra web aparece Chacras de Coria y el Lodge de Montaña del Valle de Uco.
—Contanos sobre ese proyecto de expansión en el Valle de Uco.
—En el Valle de Uco tenemos planeado 14 habitaciones más siete villas, van a ser 21 en total. Está en la guantera esperando a salir porque hay mucha incertidumbre, entonces estamos esperando. En este proyecto, a diferencia del de Chacras, que lo hicimos todo con capital propio, la idea es armar un fideicomiso y salir a buscar inversores, así que es un proyecto distinto para mí, que lo haría por primera vez.
—¿Cuándo estiman lanzar este proyecto?
—Si bien estamos esperando a ver las elecciones porque estando tan cerca nos parece importante, también vivimos la realidad de Mendoza y de Argentina de una manera... Para darte un ejemplo: cuando construimos Chacras estábamos en medio de una pandemia y había mucha incertidumbre, nadie sabía ni cuándo se iba a abrir ni qué tanto se iba a abrir, y nosotros le dábamos para adelante pensando que todo eso en algún momento iba a pasar. La convicción de hacer el proyecto está y lo vamos a hacer. Si Dios quiere, la idea es empezar ya a juntar fondos entre lo que queda de este año y principios del que viene, y el año que viene empezar a construir y serán dos años de construcción, para abrir las puertas no más tarde de 2028. Ahí estimamos nuestro primer flujo positivo.
—¿Flavia Amad los va a acompañar en esta expansión?
—Sí. Hoy Flavia es nuestra persona de confianza para todo lo que es alimentos y bebidas. Aparte de ser una gran cocinera es algo bastante inédito, que me costó muchos años encontrar: es una gran gestora, tiene una educación y un profesionalismo que es mucho más profundo que solo cocinar. Las dos somos muy numéricas, maneja números, armamos presupuesto juntas. No solo el cocinar rico, porque atrás hay un negocio que gestionar que es mucho más complejo que solo la parte divertida. Y eso Flavia lo entiende muy bien y es muy buena y tiene mucha capacidad de trabajo.
—¿Cómo llegaste a la hotelería sin experiencia previa en el sector?
—Cuando arranqué con Osadía abrí las puertas y no había trabajado en un restaurante ni un día de mi vida. Me acuerdo que hice un evento y convoqué prensa y agencias de turismo. Había hecho un menú a la carta y las bodegas tenían todas pasos. Venían los dueños de la agencia y me decían: "¿Y cuál es el producto para mí?" y yo: "¿Cómo el producto para vos?". Imaginate lo poco que entendía en ese momento. Me decían: "Claro, yo necesito entregarle al turista un enlatado". Y yo digo: "Ah, bueno, tengo uno mañana, no te preocupes", y lo armamos. Pero con una ingenuidad tan grande y aprendiendo mucho haciendo.
—¿Cómo fue tu formación antes de sumarte a la empresa familiar?
—Yo me sumé en 2013. Salí del colegio en 2004, hice la facultad hasta 2008 y esos años me quedé en Buenos Aires trabajando. Trabajé para PwC. Empecé en Deals en la parte de evaluación y después me vieron cierta veta comercial y me pasaron a M&A. Fue una experiencia muy linda pero muy corta, habrán sido no más de tres años, pero crecí muy rápido. En estas corporaciones vos arrancás como súper junior y cada año vas escalando. Yo cada seis meses iba pasando y en dos años y pico había pasado de ser asistente B a ser senior B, tenía gente a cargo. Y ahí mi mamá se empezó a inquietar porque vio que podía llegar a que no venga en serio a la bodega y me empezó a decir: "Venite a trabajar conmigo, que vas a trabajar menos". Mentira. Pero sí con más flexibilidad, eso es verdad.
—¿Qué aprendiste de Susana que aplicás en los negocios?
—Mi mamá mucho más que ser una bodeguera es una emprendedora. Más allá de la enología, tuvo varios proyectos que la gente ni se entera. Tuvo locales de muebles de decoración, después generó el primer asilo de ancianos de alta gama en Mendoza, lo montó de cero, invirtió, generó el equipo. Después lo regaló. Es como que tiene que ver más con ese motor propio de avanzar.
—¿Desde chica querías trabajar en la bodega?
—Nunca tuvimos una obligación o un mandato de trabajar en la bodega. De hecho mi mamá cuenta que en un momento ella estaba en una situación personal complicada porque se estaba divorciando y nos llamó a José, mi hermano, y a mí, que teníamos 20 años y pico, y era como: "¿Ustedes me van a acompañar en esto?" y nosotros le dijimos: "No tenemos ni idea". Hasta el día de hoy nos lo echa en cara: "Ustedes no me dieron la certeza". "Pero acá estamos", le digo. Lo que más absorbí de mi mamá es esa forma de relacionarse. Yo me acuerdo que no sabía qué estudiar y mi mamá me decía: "Voy a llamar a mi amigo tal, que es el CEO de no sé dónde para que se tome un café con vos". Yo era chica, me sentaba a tomar un café con un señor muy importante que me daba un montón de consejos. Ella no dudaba en pedir un favor así para que nosotros estemos expuestos a situaciones a temprana edad que te abren la cabeza.
—¿Cuál es el perfil de huésped que reciben en el hotel?
—Sigue habiendo un montón de brasileños. Bajó el volumen, sin dudas, y cambió la calidad de ese huésped. El brasileño que tiene plata y que quiere venir sigue viniendo. Hoy tenemos 30% brasileños, 30% estadounidenses. Tenemos más argentinos de lo que pensábamos, a veces entre un 10% y un 15%. El primer año activamos prensa en Brasil con una agencia muy especializada en hoteles de lujo, y nos dio muy buen resultado, pero dijimos: "No podemos depender tanto de Brasil". Entonces al segundo año ese presupuesto lo cambié a Estados Unidos y contraté una agencia de PR de hoteles muy especializada. Y logramos balancear un poco.
—¿Cómo se complementa el negocio vitivinícola con el turístico?
—La bodega hoy exporta a 46 países. De esos 46, por lo menos 30 los debe haber abierto mi mamá. Elaboramos entre 1.500.000 y 2.000.000 de botellas. Tenemos un tamaño súper complejo en el sentido que en solo 25 años peleamos en los mercados con bodegas muchas veces más grandes que nosotros, de muchísimos más años, y abajo nuestro hay bodegas más chicas. Somos un bicho raro. A los ojos del mundo nos ven como que hemos crecido un montón, pero yo digo "no somos tan grandes en realidad". De esos 46 países son cuatro o cinco los que son realmente grandes: Estados Unidos, Canadá, Brasil, Inglaterra. Sin darnos cuenta, todo el área de turismo era el 20% de la facturación de la empresa, ya era tan importante como Brasil, como todo lo que vendemos en Argentina.
—¿Cómo viene el mercado doméstico versus exportación?
—El mercado doméstico creció mucho. Mi mamá por experiencias personales no quería saber nada los primeros años y recién cuando entramos José y yo empezamos a trabajarlo con más foco. Y hoy es alrededor del 15%. Pero antes era 98% exportación, 2% doméstico.
—Osadía de Crear y La VidA tienen recomendación Michelin. ¿Cómo vivieron ese reconocimiento?
—Desde luego que es gratificante y que valida el trabajo. Yo, sinceramente, intento no trabajar para eso. Con la primera Guía me sorprendí por completo con las dos menciones. Primero porque Osadía no sabía si estaba a la altura solo porque había crecido mucho, porque tenía volumen. Y La VidA no llevaba ni un año abierto. Estoy súper agradecida con la mención y realmente no esperaba mucho más porque en un año de apertura yo misma no veía las cosas totalmente fluidas como me gustaría. Por ahí Flavia es más orgullosa y siempre tiene su expectativa, pero yo soy requete realista. Son re lindas herramientas de motivación interna, están buenísimas para captar talento, porque ya no es lo mismo trabajar en un lugar que tiene la mención que que no la tiene. Comercialmente tengo mis dudas, sinceramente. Acá en Osadía no cambió nada, ya venía con muchos años de posicionamiento.
—Osadía también recibió una Estrella Verde por sustentabilidad. ¿Cómo surgió esa estrategia?
—Nos juntamos con Flavia después de la primera gala para sacar conclusiones y le digo: "En Osadía la estrella roja no la veo". Porque veníamos creciendo mucho, teníamos 150 personas al día, y como que tiene que ser algo más chico, menos ruidoso, más cuidado. "Vamos por la estrella verde" le digo, "pero no vamos a tener mejor huerta que lo que ya hacen otros que la tienen hace un montón, entonces vamos por las otras esferas de la sustentabilidad, que nadie las mira". Cambiamos todo nuestro merchandising a cosas que hacemos en conjunto con emprendimientos locales, todos nuestros delantales los empezamos a hacer con mujeres en las afueras de Mendoza que necesitaban trabajo. Es presupuesto que la bodega de igual manera tiene que invertir, hagámoslo de manera consciente.
—¿Qué son los ciclos de Mujeres al Mando?
—Hace dos años que con Flavia estamos haciendo los ciclos de Mujeres al Mando, que tiene la misión de dar visibilidad al talento femenino. En la gastronomía pasa algo bastante parecido a lo que pasaba en la industria vitivinícola hace 40 años, era un tema de época. Si te ponés a ver los códigos de Michelin y ves las fotos... son todos hombres. Entonces dijimos: "Ayudemos a dar visibilidad, porque hay un montón de talento femenino". Empezamos a hacer estos ciclos para invitar cocineras en un ambiente más cuidado.
—¿Cómo ves la sustentabilidad más allá del aspecto ambiental?
—Argentina es uno de los pocos países con huella de carbono positiva del mundo, hay muy poquitos, como cinco o seis. Entonces, no digo que no nos concentremos en el medioambiente, todo lo que podamos hacer bienvenido sea, pero en Latinoamérica nuestra deuda está mucho más con lo económico y lo social que con lo ambiental. La bodega tiene muchísimas iniciativas en las tres esferas. La sustentabilidad tiene las esferas de lo económico, lo social y también lo ambiental.
—¿Qué balance hacés de estos 12 años liderando el área de hospitalidad?
—Son 12 años que hemos hecho tantas cosas. Una de las cosas lindas que tiene mi mamá es que es tan innovadora y de mente tan abierta que te permite hacer. Vas con una propuesta y es todo "sí, dale para adelante, metele", no hay muchos "no" de por medio. Todo este desarrollo del área turística irónicamente es el 20% de mi tiempo, porque el 80% se va al negocio core: la bodega, los mercados, el marketing, el lanzamiento de productos. Pero eso que lo fui haciendo de a poquito me empezó a interesar cada vez más. Es la primera vez desde que abrimos turismo en 2013 que se estancó, no hizo otra cosa que crecer hasta este año. Yo siento que es mi energía, yo sé que si yo no hubiese estado todo eso no existiría o definitivamente no existiría como lo es hoy. Cuando le ponés tanta energía, tanto detalle, tanto pensamiento, no hay forma de que te vaya mal. El tema es que no todo el mundo está dispuesto o tiene la energía para esa consistencia.