Los últimos datos de Voices y la red WIN muestran por qué Argentina figura entre los países con mayor avance de la meditación. La proporción de personas que declara practicarla alcanzó 41%, muy por encima del registro de 2018.
Esa expansión confirma un salto sostenido y ubica al país en el pelotón que más empuja el fenómeno. A nivel global, el promedio llegó a 35% en 2025, contra 29% en 2018. La fotografía, entonces, ofrece dos certezas: la meditación creció en todo el mundo y Argentina lo hizo a un ritmo superior.
El relevamiento —con 35.515 casos en 40 países— también permite comparar patrones. El mundo muestra una adopción más fuerte entre jóvenes, mientras que en Argentina la práctica se afianzó en edades medias.
Además, el estudio ubica al país por encima de naciones con tradición histórica en ritos contemplativos y por encima de la media regional. Con ese piso de 41%, el hábito ya supera la etiqueta de moda pasajera y se instala como rutina de bienestar y de búsqueda espiritual para amplios segmentos sociales.
Argentina en detalle: quiénes practican y cuánto avanzó
La serie local refleja una mejora clara: de 26% en 2018 a 41% en 2025, un crecimiento del 60%. Dentro de ese total, 20% sostiene una práctica frecuente y 21% lo hace de manera ocasional. La participación femenina aparece más alta en la franja de práctica regular: 24% entre mujeres frente a 16% entre hombres.
Por edad, la franja de 50 a 64 años concentra la mayor presencia, rasgo que marca una singularidad frente al patrón internacional. Por nivel educativo, la brecha favorece a los estudios superiores (48%) frente a la secundaria (43%) y la primaria (35%).
Las diferencias geográficas completan el cuadro. CABA lidera con 49%, seguida por GBA con 42% y el interior con 40%. El dato sugiere mayor acceso a talleres, espacios comunitarios y propuestas de mindfulness en la zona central del país, aunque la práctica ya penetró en todas las regiones. La lectura general indica que la adopción local no depende de un único perfil socioeconómico, sino que cruza edades, géneros y trayectorias educativas con una base estable.

El mapa mundial: edades, regiones y países que trepan
El crecimiento internacional se corrobora con una curva ascendente y con la juventud como motor. En el mundo, 40% de quienes tienen 18 a 24 años afirma practicar meditación o mindfulness al menos algunas veces, contra 26% entre mayores de 65.
Por regiones, APAC y MENA lideran entre los practicantes frecuentes con 24% y 20%. Por países, aparecen cifras salientes: India (79%), Marruecos (57%), Pakistán (56%), Malasia (55%), México (55%), Estados Unidos (54%) y Filipinas (51%). En el extremo inferior se ubican Indonesia (14%), Brasil (17%), Noruega (18%), Polonia (19%), Turquía (19%) y Chile (20%).
La comparación resalta el salto argentino. Con 41%, el país supera el promedio global y se alinea con la franja alta de adopción. A diferencia del patrón mundial, el empuje local no recae en el segmento más joven, sino en adultos de mediana edad, lo que sugiere una incorporación más estable del hábito y una relación menos sujeta a modas. La meditación queda así como un recurso cotidiano para gestionar estrés, ordenar la atención y profundizar prácticas de sentido personal.
Para qué se utiliza: estrés, sueño y salud emocional
El estudio asocia la práctica regular con indicadores de salud mental. Entre quienes meditan a menudo, 21% declara estrés frecuente, 20% reporta preocupación elevada y 22% dice sentirse deprimido, irritable o solo.
A su vez, 20% de quienes manifiestan cansancio o problemas de sueño sostiene una práctica regular. El dato que involucra hábitos de riesgo derriba estereotipos: 22% de fumadores y bebedores habituales declara meditar de forma frecuente, una señal de que la herramienta cruza estilos de vida y no queda reservada a perfiles "perfectamente sanos".
Las voces institucionales agregan contexto cultural. La Directora Ejecutiva de Voices, Constanza Cilley, describió el proceso argentino: "La notable expansión de la meditación en la Argentina —que creció un 60% desde 2018— se inscribe en un cambio cultural más amplio: el tránsito desde las religiones tradicionales hacia formas más personales, flexibles y diversas de espiritualidad.
Según nuestros datos, la pertenencia al catolicismo en Argentina pasó de cerca del 80% en los ochentas a apenas arañar los 60% en la actualidad. Esta transformación no implica necesariamente una pérdida de fe, sino una búsqueda de sentido por otras vías. La meditación aparece así como un anclaje emocional, una práctica íntima que responde tanto al deseo de bienestar como a una necesidad profunda de conexión en un mundo acelerado y fragmentado."
Desde WIN International Association, su presidente, Richard Colwell, aportó una lectura global: "Aunque la meditación tiene raíces en tradiciones ancestrales, está ganando importancia como una respuesta global al estrés. Se ha convertido en una herramienta que la gente adopta —a lo largo de generaciones y culturas— no solo para sentirse mejor, sino para mantenerse centrada. WIN espera que los resultados de la Encuesta Worldviews generen conversaciones significativas sobre la salud mental y ayuden a impulsar los recursos y políticas necesarios para enfrentar esta crisis silenciosa. Así, las personas ya no recurren a la meditación solo para sobrevivir, sino para reconectarse, tanto consigo mismas como con la vida."
El conjunto de cifras y testimonios perfila una transición cultural visible. La meditación dejó de circular como práctica marginal y ya ocupa espacios en hogares, escuelas, consultorios y comunidades.
Con 41% de adopción, Argentina mostró un avance firme entre 2018 y 2025, acompañó el salto del promedio mundial y consolidó un comportamiento que mezcla bienestar, espiritualidad y vida cotidiana.
El dato local sobre 50-64 años sugiere además una maduración del hábito, con menos dependencia del calendario de tendencias y mayor anclaje en rutinas sostenidas. Para millones de personas, la meditación opera como pausa, orden y modo de cuidado emocional.