En el norte europeo cubren una necesidad histórica; pero, a nivel local, las viviendas flotantes son construcciones de lujo destinadas al descanso y el relax con buena aceptación entre los inversores y los turistas que tendrá, en poco tiempo, un barrio propio en Chascomús.
Hoy por hoy, existe una reconsideración del urbanismo desde varias aristas. Una de ellas se apoya en el futuro climático; es decir, desde la prolongación del agua sobre el litoral.
Ante ese escenario, las casas botes juegan un rol importante. No es un concepto nuevo. Más bien, es rediseñar algo que culturas antiguas ya utilizaban. "En nuestro país está por ahora más volcado a lo turístico y al descanso", remarca Alejandro Borrachia, decano de la Escuela Superior de Arquitectura y Diseño de la Universidad de Morón (UM).
En la actualidad, el movimiento seasteading -del inglés establecerse en el mar- sintetiza esa corriente. "En la década del 80, comienza en Seattle un boom de las construcciones de estas unidades. Hoy, esa ciudad estadounidense debe contar con más de dos mil de esos inmuebles, solo en su casco urbano", indica Jorge Rico socio fundador de Flotek, empresa que se dedica a diseñar y construir propuestas habitacionales flotantes que promueven un desarrollo sustentable.
Poco a poco, la idea de la casa bote trascendió a otras latitudes. Se convirtió, incluso, en un aspiracional y hasta se imbricó con los movimientos "slow living" y la biofilia.
En los años 90 se pensó en ellas como viviendas para Puerto Madero. "En algún momento, se habló de ubicarlas en esos diques. Esto sucedió en los comienzos de su remodelación -1992-. Pero se lo pensó siempre como residencias temporales", recuerda Borrachia.
En cambio, se concentraron en el corredor náutico de Buenos Aires. El delta del Tigre, y las costas de San Fernando y de Escobar son su epicentro. Incluso, es posible encontrar cuatro pequeños barrios flotantes en esas zonas. "Algunos funcionan como un camping pues están conectados a la red de agua y luz de clubes náuticos o amarraderos" explica el catedrático de la UM.
Comprar para alquilar
Fabián De Martino decidió construir su casa en el agua al regresar de un viaje por Ámsterdam. "En 2007, me hice una para mí. Fue cuestión de botarla y comenzar con las ventas. Obviamente, evolucionamos mucho desde esas primeras unidades", añade el gerente de Casas del Agua.
El público de este nicho se divide en tres tipos; muchos compran para alquiler turístico. Se puede obtener una renta entre los US$ 120 y US$ 150 por día. Incluso, algunos propietarios invirtieron en más de una para arrendarlas por medio de plataformas de reserva de alojamiento.
Sin duda, estas viviendas se popularizaron como arrendamiento vacacional. Como es de esperar, su mayor demanda se concentra entre diciembre y febrero. En esos meses, su alquiler puede oscilar entre US$ 2000 y US$ 3900 mensuales en dique Luján. Mientras por un fin de semana se puede obtener entre $ 49.000 y $ 70.000 de forma diaria.
Por lo general, las parejas jóvenes las demandan para estancias cortas. Como están equipadas con wifi, smart TV y aire acondicionado son aptas para el workation (trabajar y vacacionar).
En cambio, otros menos las destinan a residencia permanente. En su mayoría son, dicen, divorciados de entre 45 y 50 años.
Indudablemente, esta inversión ofrece un potencial de utilidad. Una cobertura en dólares cuya renta bruta se mantuvo estable desde el 2024 y puede, comentan, crecer 3% en los primeros meses del 2026. Sin embargo, los costos de amarre y expensas pueden hacer disminuir esa rentabilidad.

En septiembre pasado, esos gastos rondaron los $ 700.000 en la zona exclusiva de Rincón de Milberg. Distinto es el escenario de San Fernando donde oscilaron los $ 300.000 e incluyen el amarre y el suministro de luz y gas.
Estas viviendas no se escrituran porque están catalogadas como "artefactos navales", de acuerdo a la Disposición 17/2014 de la Prefectura Naval (PNA). En su lugar cuentan con el certificado de construcción flotante no motorizada de la PNA. "Están respaldadas con la misma documentación que una embarcación. Pero, como cualquier casa tradicional podés alquilarla, venderla, asegurarla", subraya Fabián De Martino cuyo barrio está dentro del Club Náutico San Fernando.
Impuestos provinciales
Además, como todo inmueble, sus dueños deben pagar los tributos provinciales y comunales. En el caso bonaerense son de aproximadamente $ 30.000 anuales para una unidad 35 m2.
Un dato curioso es que estas viviendas o cualquier construcción flotante no pueden contar con propulsión, con un motor. En caso de poseerlo, entra en la categoría de buques. Entonces, su traslado implica siempre contratar un remolque.
"Todavía, no se generó un proyecto flotante como un country; en especial, para viviendas de gran porte. Aunque ya se trabaja en uno en la laguna de Chascomús donde se les asignará un sector especial. Por ello quedarán exentas del control de Prefectura", comenta Jorge Rico.
Al mismo tiempo, se está proyectando una obra de envergadura en el departamento santafecino de San Jerónimo. Será en el Parque Nacional Islas de Santa Fe. "Parques Nacionales pensó levantar en esa área un edificio tradicional. Obviamente, podía inundarse. Nosotros le diseñamos uno flotante. Esta propuesta rompe, en cierto modo, con la idea de que solo se puede construir casitas flotables", comenta Rico quien es también docente de la cátedra de Diseño de Viviendas Flotantes Sustentables en la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la UNL. Su base náutica mide 107 m2 y pesa 250 kilos por metro cuadrado.
Para esos casos, se fabrica un casco monolítico con compartimentos estancos rellenos con bloques de poliestireno expandido de alta densidad. Este material garantiza su flotabilidad incluso si el casco exterior se daña ligeramente.
Santa Fe es también una de las provincias precursoras de este estilo de vida. Para 2004, la UNL armó una casa bote bajo el modelo holandés o de caja hueca de hormigón armado. Era de tres niveles en wood frame. En su momento, fue financiado por la Secretaría de Ciencia y Técnica de la Nación.

Actualmente, se planifica en esa provincia un desarrollo en el río Coronda -Sauce Viejo-. Comprenderá 15 unidades de doble altura, y 30 estilo bungaló turísticos de 30 m2.
Turismo local
En este caso, la demanda turística es local y regional. Muchos viajeros proceden de Entre Ríos y de Córdoba para disfrutar escapadas, fines de semana y eventos regionales.
Una de las ventajas de estas propiedades es su velocidad de construcción. Para eso se utiliza la edificación industrializada como el steel y el wood frame. Una unidad de 30 a 35 m2 se puede finalizar en apenas dos o tres meses, con un costo promedio de entre US$ 1500 y US$ 2300 por metro cuadrado. En tanto, una de lujo de 95 m2 cubiertos en el dique Luján, con acceso navegable al Río de la Pata, puede oscilar entre US$ 100.000 y los US$ 330.000.
"Nuestra unidades se ejecutan en el astillero. Son tipo un catamarán con dos pontones o cascos que le brindan flotabilidad y estabilidad. La PNA nos aprobó un prototipo de 40 m2 y otro de 55 m2 con deck- terraza que podemos replicar sin tener que realizar grandes trámites", puntualiza el gerente de Casas del Agua.
Los pontones son plataformas para cruzar ríos. Se los llenan con un peso para que no los afecte el oleaje. Sobre él se levanta una estructura arquitectónica en material en seco.
Otro de los beneficios de estos inmuebles es reducir el impacto medioambiental. "Lo primero que te preguntan es si contaminan el agua con desechos humanos. Cada unidad debe contar con biodigestores según lo estipula PNA", explica De Martino. Esos recipientes son herméticos. Se los emplea para tratar los residuos orgánicos por medio de la fermentación anaeróbica. El resultado es que se arroja una sustancia limpia, no contaminante.
Desde 2019, los biodigestores son exigidos por el organismo de control. De esta forma se evitan riesgos de degradación marina.
Una cualidad indispensable de estas propiedades es su autosuficiencia energética. "Al flotar en el agua no está rodeada de edificios. Se podría decir que posee cuatro lados libres. Esta cualidad permite orientarlas respecto del sol, contar con ventilación cruzada, e incorporar energía fotovoltaica y solar en su techo. De este modo se puede controlar mucho de su consumo energético", puntualiza el fundador de Flotek.
El sector no solo ofrece un refugio turístico con un alto retorno potencial. La Universidad de Morón aplicó los principios de las viviendas flotantes para socorrer a víctimas de desastres climáticos.
En 2013, tras las inundaciones de La Plata, el Instituto de Investigación en Diseño y Georeferenciación (IGEO) de la FADU de la UM experimentó en el tema. Partieron del principio de los pontones. De ahí nació MECANO (módulo de emergencia para catástrofes naturales). Fue presentado en BATIMAT de ese año.
"Sobre un pontón a MECANO se lo puede llevar a un campamento de refugiados. También, podría ser un vacunatorio que se desplaza por el agua, entre otras tantas funciones de socorro y salubridad", finaliza Alejandro Borrachia.