Reservas, dólar, trabajo e inflación: qué se puede esperar de la economía después de las #PASO2021
Pérdida de reservas, el acuerdo con el Fondo Monetario, el aparato productivos argentino y las perspectivas de los empleados, bajo la mirada de los especialistas.

La pérdida de reservas que está registrando el Banco Central (BCRA) diariamente no es sostenible hasta fin de año y puede llegar a perjudicar la recuperación y la política antiinflacionaria, advirtieron economistas. 

Los especialistas del mercado cambiario señalan que el BCRA podría poner freno a las importaciones, con lo que se afectaría la recuperación industrial o acelerar el ritmo de depreciación del tipo de cambio oficial que repercutiría sobre los precios. La actual política que el BCRA aplica para mantener a los tipos de cambio tranquilos, con el menor costo posible en términos de reservas, para los especialistas no es sostenible en el tiempo. 

Según la consultora Equilibra, la presión dolarizadora en la víspera electoral es "mayor de la anticipada" y en septiembre el Central ya gastó unos US$ 500 millones de sus reservas, entre las intervenciones que realiza en el Mercado Único y Libre de Cambios (MULC) y en el de bonos. "El drenaje que vimos de reservas del BCRA puede responder a cuestiones lógicas, como una mayor demanda de importaciones con una economía que muy lentamente se recupera", analiza la consultora. Para Equilibra, que el BCRA acelere el ritmo de depreciación del tipo de cambio tiene una "mínima probabilidad". 

En tanto, Francisco Mattig, economista de Consultatio Investments, sostuvo que "queda por ver en el balance cambiario si los bancos no están recomponiendo la cobertura a moneda extranjera y eso explica también las ventas del Central". En la primera semana de septiembre las reservas netas se ubicaban en USD 6.152 millones, USD 1.769 millones por debajo del máximo de julio, y si el BCRA continúa con esta política, las reservas netas se volverían negativas para fin de año. 

Juan Ignacio Paolicchi



Por su parte, el economista Juan Ignacio Paolicchi, de Empiria Consultores, señaló que el BCRA "vende unos USD 70 millones por día, un nivel complicado porque al cabo de un mes vas a tener unos USD 1.400 millones menos". Agregó Paolicchi que perder ese nivel de reservas y "seguir así hasta noviembre, te deja con un nivel de reservas muy bajo, parecido a fines de 2020, cuando estaba la crisis del dólar blue". 



Mattig dijo que el BCRA "podría establecer más cepo en las cuentas financieras, como por ejemplo, para los pocos que hoy en día pueden comprar los USD 200 mensuales, o ajustar más el pago de deuda en dólares de las compañías, aunque en este punto el daño parecería ser más grande que la solución". 



Paolicchi expresó que "las medidas que se tomaron recientemente no fueron muy efectivas. Redujo el ritmo de venta de dólares del contado con liquidación (CCL) de USD 30 millones por día a USD 20 millones y son medidas de corto plazo, que tienen poco efecto y después vuelve otra vez a resurgir el problema". Añadió que el BCRA podría restringir la divisa a los importadores pero advirtió que "esto generaría un impacto en la actividad económica". 

Martín Polo, economista jefe del grupo Cohen, señaló también que el Central "volvió a intervenir en agosto en el mercado de futuros, un segmento en el que se había mantenido al margen entre mayo y julio. Por esta vía se le fueron al Central USD 300 millones el mes pasado y se le irían otros USD 300 millones este mes". Agregó Polo que "el termómetro van a ser las ventas del Central. Nuestro escenario base es un tipo de cambio moviéndose entre 1 y 1,5% de acá a noviembre y a partir de allí este ´crawling peg´ se va a tener que acelerar, inexorablemente". 

Banco Central



Desde el IERAL apuntan que "el nivel de reservas de libre disponibilidad le pone un tope a las posibilidades de expansión económica". La Fundación Mediterránea señaló que "la recuperación está condicionada a que las reservas no decaigan, lo que requiere expandir las cantidades exportadas, o que se mantengan altos los precios de las exportaciones argentinas". 

Para los especialistas, la solución de fondo sería tratar de bajar la brecha cambiaria mediante un programa de estabilización macro que debería incluir algún ajuste cambiario con la dinámica que se desee, aunque descartan que eso se de antes de las elecciones legislativas. Sostener las reservas del Banco Central mientras se aguarda que la reactivación vaya consolidándose será las estrategia económica oficial de cara a las legislativas de noviembre, en medio de un debate creciente sobre qué hacer con las tasas de interés.

El Banco Central perdió USD 100 millones diarios en reservas en las últimas dos semanas para mantener en caja la cotización del dólar. Economistas coinciden en que sostener semejante salida de divisas es inviable en el mediano plazo. Ese desgaste provoca tensiones en la alianza gobernante, desde donde comienzan a pedirle al Banco Central una suba de tasas de interés, que por ahora es resistida.

La autoridad monetaria está pagando ya unos $ 100.000 millones mensuales de intereses por la enorme emisión de títulos (Leliq y pases) que supera los 4 billones de pesos, más del doble que había dejado Mauricio Macri.En el Gobierno coinciden en la necesidad de llegar a un acuerdo con el FMI para refinanciar los vencimientos de los próximos dos años, que son impagables. El kirchnerismo pretende que el Congreso avale las negociaciones con el organismo, que según el presidente Alberto Fernández están "más cerca" de llegar a un acuerdo.

Alberto Fernández y Guzmán.

Este mes la Argentina tiene un vencimiento por cerca de 1.900 millones de dólares. Los pagará con los derechos especiales de giro aportados por el FMI como parte del desembolso de ayuda a distintos países por la pandemia. En diciembre está agendado otro vencimiento similar, que se abonará con la misma herramienta.

El ministro de Economía, Martín Guzmán, debate con el ala dura del kirchnerismo por el plazo de la negociación, y explica que lograr más de 10 años de financiamiento es contrario al estatuto del organismo.

La vicepresidenta Cristina Kirchner considera que la Argentina debe seguir buscando un acuerdo a más largo plazo, e incluso habla de 20 años. El problema es que en marzo del 2022 vencerán 4.800 millones de dólares y no hay reservas para pagar semejante cifra. Así, las únicas posibilidades en agenda son llegar a un acuerdo o caer en una default de consecuencias imprevisibles para los próximos dos años de mandato.

Escenarios



Una opción es que la alianza gobernante considere que la probabilidad de sostener el poder después de 2023 pierda chances y se incline por profundizar el modelo de mayor gasto fiscal -y en consecuencia déficit-, más emisión y controles al dólar. Esta opción espanta a los mercados, porque consideran que enterraría cualquier posibilidad de que la Argentina recupere una posición de normalidad en el concierto internacional.

La otra alternativa es que el Gobierno encare a fondo un camino de normalización financiera que permite corregir desequilibrios. Si bien los agentes económicos consideran que esta sería la mejor alternativa, desconfían de que el kirchnerismo la encare, por lo que la economía poselectoral es incierta.

Está como antecedente el rumbo elegido luego de que Cristina Kirchner obtuvo la reelección en el 2011, instauró el cepo cambiario y se inició un proceso de radicalización en los niveles de intervencionismo económico. Incluso se falsearon las estadísticas del INDEC, una medida controversial por la que la Argentina sigue teniendo juicio ante tribunales de Nueva York.

indec

De encarar nuevamente este camino, los analistas advierten que el gran riesgo será enfrentar más inflación y pobreza. Es un flanco que el ministro Guzmán está dispuesto a defender a capa y espada, sobre todo luego de que el costo de vida se ubicó por debajo del 3% en agosto, un dato que el INDEC confirmará esta semana. El jefe de Hacienda insiste en su estrategia de "tranquilizar" la economía, y para ello necesita que en los próximos meses el costo de vida continúe en retroceso.

El Banco Central también necesita desacelerar la emisión de Leliq, que algunas consultoras estiman en unos $ 4,8 billones para fin de año. Si se alcanza semejante nivel de emisión de letras la cuenta de intereses rondará los $ 1,3 billones. Guzmán sabe que en caso de acelerarse el gasto público contará con menos chances de obtener los fondos necesarios para financiar el déficit fiscal en la última parte del año. Esto haría crecer la tensión cambiaria y la presión sobre la tasas de interés.

Y en medio de todo este escenario el gran desafío es cómo reducir una brecha cambiaria que durante la semana previa a las PASO pisó el 90%. Con semejante brecha, es inviable cualquier posibilidad de llegada de inversiones. Y quienes toman decisiones de inversión miran con detenimiento que las reservas netas del Banco Central apenas superan los USD 6.000 millones.

Este dato debilita la posición para intervenir en el mercado cambiario y genera más ruido sobre qué puede ocurrir con la cotización de la divisa tras las legislativas de noviembre. Guzmán dijo que el peso se depreciará un 24% este año mientras en el mercado hay convencimiento de que en el 2022 el panorama será distinto, y el dólar acompañará la evolución de la inflación, según el periodista José Calero.

Martín Guzmán

Este año, mientras los precios subieron 3% mensual, el dólar avanzó a un ritmo del 1%. Esto genera distorsiones que, en forma paulatina o vía un shock, en algún momento se deberán corregir. Allí radica uno de los grandes interrogantes sobre la economía que viene.

Los principales indicadores que predicen la actividad económica de corto plazo arrojan signos positivos, en algunos casos profundizando el proceso de recuperación. De consolidarse esta percepción, la Argentina terminaría el año promediando un crecimiento interanual que rondará el 7,5%, por encima de las proyecciones originalmente difundidas durante el primer semestre del año,  sostienen Pablo Besmedrisnik, director de Invenómica y  Slomit Milchiker, economista y directora de VDC Consultora.

El indicador que da indicios con mayor claridad de que la actividad durante los meses entrantes seguirá repuntando es la importación de bienes de intermedios. En julio avanzó interanualmente por onceavo mes consecutivo y los 2.443 millones de dólares importados por este concepto son, junto con el valor de junio de 2021, un récord histórico absoluto.

En cuanto a la importación de bienes de capital, hubieron también nueve meses de recuperación continua, aunque los valores (765 millones de dólares) están aún lejos del promedio mensual de alrededor de los 1.000 millones de dólares durante los últimos 10 años. Ayudan a la evolución de este indicador la voluntad de generar inventarios en insumos dolarizados, por la existencia de un tipo de cambio oficial algo retrasado y la expectativa de una posible devaluación.

La producción de cemento y los permisos de obra son buenos predictores de corto plazo de la construcción, un sector central para darle velocidad a la economía y fundamentalmente para apalancar la creación de empleo. En agosto la producción de cemento cerró un período de 12 meses consecutivos de incrementos, y arrojó un valor superior al promedio de los cinco últimos meses de agosto previos a la pandemia.

Los permisos de construcción también están mostrando una evolución positiva, y están en niveles pre pandemia. La producción de acero de igual forma está exhibiendo una muy buena evolución reciente. Hay que remontarse al año 2018 para encontrar un mes con un nivel de actividad similar al de julio de 2021.

La mayor fabricación de acero en general tiende a anticipar un creciente dinamismo en el resto de los sectores industriales que utilizan al acero como insumo central. Durante julio y agosto se apreciaron avances del 9% y 5% respectivamente en el Índice de Confianza del Consumidor frente a los meses previos.

Si bien el indicador de agosto está un 4% por debajo del mismo mes de 2020, representa una mejora sustantiva frente al promedio de los 12 meses anteriores (-8%). Desde el sector público llegan signos de expansión. En medio de la transición electoral, se especula con un salto en el gasto gubernamental para levantar el ánimo de la sociedad y mejorar algunos puntos el resultado en la contienda final.

Esta perspectiva de recuperación inmediata se enmarca en el contexto de la permanente puja entre las necesidades de corto plazo (electorales, la de los años impares) y de mediano y largo plazo (de desarrollo real de la economía y de la sociedad argentina).

El crecimiento de estos meses es un tramo de curva ascendente en una larga línea de estancamiento que hace años viene atravesando la economía argentina. El producto bruto argentino en 2021 será similar al del año 2010 en términos reales, pero un 11% menor medido per cápita. 

La perspectiva de la comparación internacional también es útil para ilustrar el atascamiento en el cual se encuentra la Argentina: en el mismo período la economía mundial será un tercio más grande.

La persistente devaluación de la moneda, la inflación indomable y los desequilibrios estructurales (fiscales y de balanza de pagos), son un riesgo latente para la recuperación de los próximos meses, y especialmente el tope para el crecimiento sostenido y de largo plazo.

El trabajo y el empleo

Bajas perspectivas para aumentos de sueldo y la percepción de poca flexibilidad por parte de empleadores durante la pandemia, son algunos de los factores revelados que provocaron la crisis de confianza en el trabajo, según un estudio del ADP Research Institute.  De este modo, solo el 39% de los argentinos confía en un trabajo similar o mejor al actual para los próximos cinco años. 



Si es por rubros, el optimismo para el futuro es mayor entre los trabajadores de las telecomunicaciones: alcanza un 90%, frente al 87% de los de la construcción, el 81% de los del transporte y el 79% de los del sector de bienes raíces. La disminución del porcentaje de positivismo en torno de la seguridad laboral en los años venideros hizo llegar la confianza a un 78% en el caso de los argentinos, mientras que la misma percepción en Chile, llegó a un 81%. Esta caída de la confianza se atribuye en gran medida, al nivel de despidos en el último año, escribió  Rubén Chorny para NA.



En general, la “confianza” ha venido disminuyendo durante estos últimos 18 meses de pandemia, aunque los trabajadores que se encuentran con contrato laboral tienden a ser más optimistas que aquellos que no están en esta situación.  Aun así, el porcentaje de argentinos que prefieren trabajos con contrato cayó del 20% al 19% entre 2020 y 2021. 



El pesimismo, en todo caso, estaría abonado por los datos que aporta el Instituto de Desarrollo Económico y Social (IDESA), con el Ministerio de Trabajo como fuente, para el período 2004 ?2012, considerado de alto crecimiento del empleo:  

-Entre las grandes empresas cada año en promedio se desvinculó al 10% del plantel. 
 

-Entre las empresas medianas la tasa de desvinculación fue de 15% anual. 
 

-Entre las microempresas la tasa de desvinculación fue de 29% anual. 
 

Es decir que, mientras que en las grandes empresas se desprenden de 1 trabajador de cada 10, en las microempresas se desvinculan 3 de cada 10, sin que signifique que todas respondan a despidos, sino que en muchos casos se trata de renuncias voluntarias. 



La estimación es que aproximadamente entre el 20% y 30% hayan sido despidos directos.  La imprecisión estadística es porque no hay datos públicos que midan el fenómeno de la rotación laboral por actividad. Resulta intuitivamente obvio, de acuerdo con IDESA, que en el sector de la construcción la rotación laboral es superior a la que prevalece en la industria manufacturera o en el sector financiero, como ejemplos. 

La sensación de inestabilidad laboral que registra el estudio de ADP Research Institute responde a que siguió habiendo desvinculaciones, aun con la barrera a los despidos que significa la doble indemnización que rige en esta emergencia pandémica, que a la mayoría de las empresas les implica que el despido de un trabajador con 12 o más años de antigüedad represente una indemnización superior a toda la masa salarial mensual.  

Los niveles de optimismo en los países vecinos, Chile y Brasil, también descendieron durante el pasado año hasta el 82% y el 86% respectivamente, aunque no fueron tan bajos como en Argentina, que se situó por debajo de la media regional del 85%.  

Mientras tanto a nivel mundial, en Norteamérica el optimismo cayó a un 77%, en Europa al 71% y en Asia al 90%.  

 

Refuerzo en los ingresos 




Acerca de si el trabajador está haciendo algo nuevo en cuanto a la vida laboral para complementar sus ingresos principales, el 76,07% de los chilenos respondió positivamente frente al 74,68% de los argentinos.  

Un 9,57% de los chilenos dijo no estar preocupado por su situación económica, frente al 10,35% de los argentinos. 

Y en la línea del comportamiento empresarial hacia los trabajadores, en América Latina, en general, tres cuartas partes de la población activa asumió más responsabilidades en sus trabajos o nuevos roles.  



En Argentina, los trabajadores están por debajo de Chile y Brasil en aumentos de sueldos y/o compensaciones por asumir nuevos roles: los chilenos tienen un 61% de probabilidades de recibir una bonificación, y los brasileños alcanzan un 56%, seguidos por Argentina con un 55%. 

Pese a que algunos de estos datos no se ven tan favorables, los argentinos se sienten más seguros de sus habilidades y capacidades para tener éxito en sus carreras que los chilenos, sobre todo, aquellos que tienen entre 33 y 44 años.  Así lo revela el estudio, en donde el 92,8% de los argentinos encuestados dijo tener confianza en sus capacidades profesionales, frente al 91,58% de los chilenos. 



En esta línea, las mujeres encuestadas manifestaron sentirse ligeramente menos confiadas en sus capacidades para tener éxito en sus carreras, con un 92% de respuestas positivas frente al 93% de los hombres. No obstante, en cuanto a los segmentos de empleo, el 95% de los trabajadores del sector de las telecomunicaciones en América Latina se sienten seguros de sus capacidades profesionales, frente al 94% de los sectores de educación y de salud, 91% de los del transporte y el 74% de los del sector bienes raíces. 



El estudio revela algunas tendencias que permanecen relativamente inalteradas durante la pandemia: las mujeres consideran que el nivel de desigualdad en los salarios no ha cambiado en el último año y medio.  De hecho, en Chile, el 69% de las mujeres afirmó haber tenido que elegir entre la familia y el trabajo o entre el trabajo y la salud. 

Tanto en el país trasandino como en el nuestro y en Brasil, el 22% de los encuestados afirmó que el mayor reto del Covid-19 fue encontrar un equilibrio entre los compromisos laborales y familiares, incluso más que mantenerse sano (18%).  Mientras que, para aquellas personas con hijos, les resultó más difícil respecto de las que no tienen hijos (26% frente a 17%). 

Argentina ha sido el país de América Latina que más sufrió en este último punto, ya que el 18% de los encuestados afirmó que sus empleadores no hicieron nada para ayudarles a afrontar el cierre de las escuelas y, por tanto, el nivel de estrés se intensificó producto del esfuerzo de equilibrar la vida laboral, familiar y académica. De todos modos, en cuestiones inherentes a facilitar el teletrabajo o realizar el llamado “trabajo hibrido”, modalidad incentivada a raíz de la pandemia, los empresarios latinoamericanos son más propensos que sus homólogos norteamericanos y europeos, a facilitar equipos para que sus empleados puedan realizar su trabajo a distancia.