El Gobierno ya arrancó su plan para llegar a las elecciones legislativas nacionales de octubre con una sólida posición económica, principalmente porque en las últimas semanas el mercado cambiario se llenó de volatilidad y la situación política del oficialismo no ayudó demasiado. En este contexto, el Tesoro de Estados Unidos confirmó que apoyará al país para reforzar el colchón de reservas y se anunciaron bajas de retenciones, pero todavía persisten las dudas sobre el poder de adquisición de divisas del Banco Central de la República Argentina (BCRA).
Específicamente, el Gobierno dispuso la eliminación temporal de las retenciones a ciertas exportaciones con el fin de incrementar la oferta de divisas en el mercado oficial. La resolución alcanza a las exportaciones de soja, trigo, maíz, girasol, cebada, sorgo y biodiesel, además de sus derivados, y a las ventas externas de carne bovina y aviar.
Uno de los puntos centrales es que la quita de retenciones tendrá un límite de US$ 7.000 millones en liquidaciones. Asimismo, los exportadores estarán obligados a ingresar el 90% del capital obtenido al Banco Central en un plazo máximo de tres días hábiles. De no hacerlo, se aplicarán las alícuotas vigentes hasta antes del decreto.
En paralelo, el secretario del Tesoro de Estados Unidos, Scott Bessent, anunció que la administración de Donald Trump "hará lo necesario dentro de su mandato" para acompañar la estabilización económica argentina, con opciones que incluyen líneas de swaps, compras directas de pesos y adquisición de deuda soberana en dólares a través del Fondo de Estabilización Cambiaria.
El Tesoro también resaltó la importancia estratégica de Argentina como aliado clave en América Latina y expresó confianza en el plan de ajuste fiscal y crecimiento del gobierno de Milei. "Las oportunidades para la inversión privada son amplias y Argentina volverá a ser grande", enfatizó el funcionario americano.
No obstante, el dólar oficial finalmente subió hasta el techo de la banda cambiaria, por lo que el BCRA tuvo que intervenir por primera vez desde el inicio del esquema actual, y en los últimos tres días de la semana vendió US$ 1.110 millones.
"En el rol antinatural de vendedor impuesto por la dinámica de techo de la banda, el drenaje de reservas hace aún más inverosímil el regreso a los mercados, y refuerza el círculo vicioso de desconfianza. El techo de la banda parece haber activado una suerte de corrida de segunda generación. El mercado va a testear si hay reservas suficientes para sostener la paridad", proyectaron desde GMA Capital.
En consecuencia, las reservas internacionales brutas cayeron hasta los US$ 39.300 millones, mientras que las netas concluyeron en US$ 5.800 millones. Ante el escenario, y a la espera de fondos frescos de Estados Unidos, surge la duda de si el Gobierno tendrá que cambiar su esquema para adquirir divisas y reforzar las reservas. Pero el mercado no cree que haya que tomar medidas disruptivas.
"Lo ideal sería que compren dentro de la banda como estuvo estipulado desde el principio. Sería una señal de sustentabilidad y de que no vuelven a forzar el esquema. De nuevo, lo ideal sería que compre el BCRA en forma transparente en el mercado. Pero si tampoco les da para eso, que al menos compre el Tesoro sería también una buena señal que puede potenciar aún más lo de Bessent", señaló Gabriel Caamaño, economista en la consultora Outlier.
Por su parte, Rocco Abalsamo, asesor financiero en Cocos Gold, indicó que el organismo monetario ni siquiera tendría que comprar reservas para mantener la credibilidad y la estabilidad cambiaria, ya que nuevas adquisiciones aumentaría la demanda del dólar y generaría un efecto adverso.
"En caso de que el Gobierno quiera tomar alguna de estas medidas, tal vez comprar reservas o bajar las tasas para llegar mejor a octubre, que la gente en síntesis llegue con más plata en el bolsillo, nosotros preferiríamos bajar la tasa. Sí, va a generar un poco más de demanda en el tipo de cambio, pero, al bajar las tasas, la tasa de los créditos comprimen, las tasas de financiamiento de tarjetas comprimen, y tal vez aumenta lo que sería la actividad económica o al menos no se sigue deteriorando, lo que mejoraría la situación de las pymes y derivaría en una mejor situación para los empleados", añadió el ejecutivo.
"La desmonetización de la economía podría presionar aún más las tasas reales, que vienen de niveles históricamente elevados desde la salida de las Lefis, y afectar severamente el crédito y la actividad económica. El boomerang en las urnas podría sentirse. Como el origen de la crisis no está en la economía sino en la política, creemos que el golpe de timón debería venir desde ese terreno. No hay decisiones fáciles ahora", concluyeron desde GMA.