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Liderazgo

Quién es Mateo Bovio, el emprendedor serial que le dijo no al grupo FIAT en Italia para trabajar en Argentina

Lorena Guarino Forbes Staff

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30 Marzo de 2021 10.00

Tiene tan solo 28 años, pero quien hojea su curriculum podría pensar que se trata de una persona de unos 40. Y es que Mateo Bovio desde muy joven supo que lo suyo no solo tenía que ver con generar proyectos, sino con concretarlos. Si una idea se le cruzaba por la cabeza era -y sigue siendo- muy difícil que la deje a un lado. 

Su abuelo era un italiano que jugaba en Sarmiento de Junín y en el 45 se fue a Peñarol y luego al Inter. En medio de la guerra volvió al Palmeiras donde conoció a su abuela. De él y de su madre reconoce su avidez por el trabajo, el esfuerzo y, por qué no, tirarse a la pileta. 

Egresado del Nacional Buenos Aires, se reconoce como un alumno de promedio siete, que no era ni muy bueno ni muy malo: “Terminé el colegio y no sabía qué hacer y mi madre, ante la influencia de su hermano ingeniero, me mandó a estudiar ingeniería industrial. Así empecé en el ITBA donde me dieron media beca. Y aunque no me copaba tanto seguí para adelante”. En ese camino entró como parte de un programa de pasantías en Cervecería y Maltería Quilmes. “Eso me salvó”, dice contundentemente y no se refiere exclusivamente a su trabajo dentro de la compañía.  

“Tenía 21 años y viajaba todos los días en subte y veía a todo el mundo mirando el celular y no un diario o un libro. Ese cambio de conducta me hizo empezar a pensar en el ecosistema que se estaba generando. Fue hace siete años nada más, pero recién ahí había algo nuevo que se estaba gestando”.  

Para ese entonces, Nicolás Magni, un amigo del ITBA que era más grande que él y había fundado Wolox, le insistió para que se fuera a trabajar a su startup. “Me acuerdo de la resistencia de mí familia para que no dejara una empresa reconocida como Quilmes para meterme en el mundo IT”, recuerda riéndose. “Yo me la juego, dije, y empecé a aprender de códigos, a codearme con los programadores, empecé a acompañar proyectos de desarrolladores y empresas desde el principio hasta el final. Aprendí un montón”. 

Ahí fue cuando le llamó la atención el modelo de una startup estadounidense cuyo negocio se basaba en un programa de puntos en comercios, los cuales los clientes luego canjeaban por recompensas. Esto le generaba al comercio una base de datos y le permitía hacer campañas de marketing personalizadas. Ese fue el germen de Fidus que nació en 2017 con una inversión de US$ 150.000. No solo fue un éxito que terminó por “comerse” a otras cuponeras o programas de fidelización, Bovio también descubrió que cada cliente iba 1,6 veces más a un negocio si es que éste contaba con algún tipo de recompensa. Asimismo, era muy fácil salir a venderlo, solo bastaba con tener el software y un tarjetín para que cada usuario se loguee y así comenzar a armar una base de datos. 

En medio de todo eso, tuvo la idea de irse a Italia a hacer un máster de relaciones internacionales en Bologna. Allí le ofreció trabajo Amazon, el cual rechazó. Luego el Ecole D'ingénieurs lo eligió para realizar un MBA -que lo pagaba FIAT- para después hacer una carrera corporativa en la automotriz. Otra vez dijo que no. 

“Me fui a Italia en diciembre de 2017 y me volví en agosto. Me pasaron un montón de cosas por la cabeza. Uno cuando es universitario y pudo estudiar en la Argentina tiene la responsabilidad social de devolverle algo a su país. La capacidad de adaptarme a otros entornos, a reaccionar ante las crisis, las tengo porque nací acá. Así que dije me vuelvo”. Ahí fue cuando volvió a Fidus, siendo él mismo quien salía a ofrecer el software de la plataforma de puntos. 

En una de sus tantas recorridas, en un bar de la calle El Salvador se encontró con Baltazar Bosch, encargado del negocio. “Venite a la oficina de mi viejo”, me dijo. “Su padre es Francisco Bosch el bróker inmobiliario al frente de Miranda Bosch”. Así se incorporaron al negocio de Fidus. Llegaron a tener 750 comercio en AMBA y 200.000 usuarios registrados. Todo eso sin nada de marketing. 

En el medio lo contactó Tomás, el hijo de Marcelo Mindlin, quien fuera su compañero en el ITBA. La propuesta era más que atractiva: crear una billetera virtual para competir con MercadoPago, que integre a Fidus. Así comenzó TAP, la billetera donde se puede vincular una cuenta bancaria o tarjeta de crédito para generar compras, ahorro y pagos, entre otros beneficios. 

Todo el año pasado trabajó en eso y, cuando todo comenzó a funcionar, decidió dar un paso al costado, una vez más. Hoy el management de Pampa Energía son los inversores de TAP, donde desembolsaron unos $ 450 millones. 

“Otra vez me encontré ante la disyuntiva de pensar '¿qué hago?'”. Pero, esta vez, se quedó de este lado del continente.  

Recientemente una ex compañera de trabajo en su breve paso por MercadoLibre lo invitó a conocer a los fundadores de SeSocio. “Me llama y me cuenta que estaban buscando un chico joven, no corporativo, pero con experiencia comercial. Así me ofrecen ser VP Sales Regional y tomar el control de Argentina, Chile, Perú, Colombia y México". 

“Fue un desafío fuerte porque yo no era un crack en cripto ni en blockchain. El primer mes trabajé 24x7 y me fue muy bien. Ahora, estoy armando todos los equipos de trabajo”.  

SeSocio comenzó como un marketplace de inversiones que les permite a compañías e individuos publicar sus proyectos y buscar financiamiento de parte de particulares, quienes obtienen una renta. Con más de $ 29.300 millones en operaciones desde su creación, la firma comenzó una nueva etapa el año pasado con la presentación de su red descentralizada basada en contratos inteligentes, Investoland, que cuenta con una criptomoneda nativa (Inve Coin) y su propia tarjeta, la primera en criptomoneda, que no solo permite utilizarla como pago sino también como inversión. “El mercado se conduce a ser un MercadoLibre de inversiones”, sentencia Bovio, quien asume esta nueva etapa con la impronta de quien nunca se queda quieto. 

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