En un mundo donde alcanzar la seguridad financiera sigue siendo difícil para muchos, la idea de construir un patrimonio que dure generaciones puede parecer un sueño lejano. Sin embargo, para los jóvenes profesionales y las parejas recién casadas, sentar las bases de un legado financiero duradero no solo es posible, sino también necesario. La gestión patrimonial empieza con hábitos sencillos que se fortalecen con el paso de las décadas.
Los principios básicos no pasan de moda: gastar menos de lo que se gana, invertir en fondos indexados de bajo costo en lugar de pagar comisiones elevadas de asesoría, optimizar la estrategia fiscal y tomar decisiones prudentes sobre gastos importantes, como los vehículos y la vivienda. Un auto usado o un contrato de alquiler razonable suele convenir más que comprar un vehículo nuevo. Además, la compra de una primera casa puede transformarse en una propiedad destinada al alquiler, generando un flujo de ingresos que construya capital mientras otra persona paga la hipoteca.
Además de estos fundamentos, existen estrategias más profundas que marcan la diferencia entre quienes acumulan riquezas pasajeras y quienes construyen verdaderas dinastías financieras. Te comparto tres caminos que pueden cambiar tu destino económico para las generaciones futuras:
Adoptar una mirada multigeneracional
El primer cambio de mentalidad necesario es pensar más allá de las necesidades inmediatas o incluso del futuro de los hijos. Una verdadera planificación patrimonial a largo plazo contempla a los hijos de los hijos y a las generaciones que vendrán después. Este horizonte temporal más amplio cambia de raíz la forma de decidir, porque lleva a priorizar activos que aumentan su valor y generan capital a lo largo de las décadas, en lugar de buscar gratificación inmediata.
Las familias que logran construir riqueza a lo largo de generaciones evitan caer en los patrones de consumo de una sola generación: vacaciones costosas, autos de lujo y símbolos de estatus que consumen la riqueza tan rápido como se crea. En cambio, toman decisiones orientadas a preservar y hacer crecer sus activos a largo plazo, con la convicción de que la verdadera libertad financiera se transmite como un legado, no como un golpe de suerte.
Regalar bienes, no artículos que pierden valor
Cuando llegan momentos de celebración —cumpleaños, graduaciones, bodas—, las familias con patrimonio se destacan por su estilo al momento de regalar. En lugar de comprar los últimos dispositivos electrónicos o artículos de moda que pierden valor al instante, eligen obsequiar activos que se revalorizan.
Conviene abrir cuentas de inversión para los miembros más jóvenes de la familia y aportar acciones de empresas de calidad o fondos indexados en fechas especiales. Una consola de videojuegos de US$ 500 va a quedar obsoleta en cinco años, pero US$ 500 invertidos en una empresa en expansión pueden multiplicarse a lo largo de la vida de un chico.
Al regalar la propiedad de activos productivos desde temprano y de manera constante, se introducen a las nuevas generaciones en los principios de creación de riqueza y se les proporcionan recursos financieros que crecen en lugar de achicarse.
Formar una mentalidad generadora de riqueza
Quizás lo más importante sea desarrollar una manera de pensar que busque y valore la creación de riqueza. Quienes construyen patrimonio sienten una satisfacción genuina en la disciplina y el crecimiento financiero, y se enorgullecen de cómo administran sus recursos en lugar de gastar de manera ostentosa. No ven la acumulación de riqueza como un mal necesario, sino como un desafío atractivo que da seguridad a sus seres queridos.
Esta forma de encarar la vida incluye aceptar, e incluso disfrutar, el esfuerzo inicial que implica construir riqueza, con la certeza de que los sacrificios de hoy abren oportunidades duraderas. También implica desarrollar una sana incomodidad frente a la mala administración del dinero y encontrar verdadero placer en ver cómo las inversiones aumentan con el tiempo.
El verdadero significado de la riqueza
El dinero suele fluir hacia quienes ofrecen un servicio genuino, una idea que Henry Ford resumió cuando dijo que el éxito financiero surge de crear valor para los demás. Sin embargo, aunque se acumulen recursos materiales, nunca hay que olvidar que la gratitud sigue siendo la única forma verdadera de riqueza. Las familias que mantienen su prosperidad a lo largo de las generaciones enseñan a sus hijos a valorar la salud, las relaciones y las oportunidades de contribuir de manera significativa a la sociedad. Cuando la riqueza material se combina con un agradecimiento genuino por los regalos no financieros de la vida, se construye no solo seguridad económica, sino también un legado de abundancia en el sentido más amplio.
Nota publicada por Forbes US