En las últimas décadas, la economía argentina avanzó a saltos, empujada por shocks externos tanto como por sus propias crisis domésticas. Hoy, sin embargo, la sensación en los mercados es distinta. No es euforia, ni mucho menos certidumbre. Es algo más inusual: la sensación de que el país se encuentra en un punto de inflexión económico real, respaldado por datos duros y no solo por expectativas políticas.
Algunos de los principales bancos globales, entre ellos Bank of America, empezaron a leer señales que antes pasaban desapercibidas: inflación a la baja, un programa de consolidación fiscal más nítido y, sobre todo, una mejora en la gobernabilidad que destrabó reformas que hace un año parecían imposibles. El análisis no es complaciente, pero sí contundente: Argentina podría estar ingresando en un ciclo económico distinto al de su pasado reciente. Todo dependerá de si puede sostener el impulso.
Reformas, gobernabilidad y el nuevo marco macroeconómico
El avance político tras las elecciones fue el primer giro estructural. Bank of America destaca que el oficialismo logró garantizar 43% de Diputados y 35% de Senado, lo que devuelve al Ejecutivo la capacidad de impulsar reformas económicas profundas.
Las reformas previstas (tributarias, laborales, regulatorias y fiscales) afectan puntos neurálgicos del funcionamiento económico:
- Simplificación impositiva y ampliación de la base tributaria, clave para reducir distorsiones y mejorar la competitividad.
- Reforma laboral gradual, orientada a incentivar la formalización y reducir la litigiosidad.
- Privatizaciones selectivas, con potencial para atraer inversión extranjera.
- Continuidad del ancla fiscal, indispensable para la estabilidad de precios.
En la lectura de BofA, esta combinación podría activar un "ciclo virtuoso": menor volatilidad financiera, costos de financiamiento más bajos y una recomposición gradual del crédito privado.
Inflación: el dato que empieza a reconstruir credibilidad
En la Argentina, la inflación dejó de ser un número para convertirse en una forma de vida. Sin embargo, por primera vez en muchos años, el índice de precios dejó de crecer a ritmo explosivo y comenzó una trayectoria descendente firme.
Los datos del BofA son contundentes:
- 118% en 2024
- 28,7% proyectado en 2025
- 16% en 2026, si se mantiene el programa económico.
Tres motores explican el proceso:
- Política monetaria fuertemente contractiva.
- Caída del consumo, que modera remarcaciones.
- Menor pass-through: pese a una depreciación del peso del 30% desde marzo, los precios no respondieron como solían hacerlo.
La desinflación no está garantizada, pero abre por primera vez el espacio para pensar en un esquema macro estable.
Tipo de cambio: hacia un régimen más libre y menos político
El mercado cambiario argentino empieza a abandonar la lógica del atraso crónico.
Según BofA, el país se dirige hacia un régimen de flotación más libre, probablemente con bandas, donde el Banco Central intervenga menos y el precio del dólar recupere sentido económico.
Un dato clave: el tipo de cambio real ya se encuentra 20% por encima del nivel previo, devolviendo competitividad.
A esto se suma una pieza financiera estratégica: la posibilidad de ampliar el swap con China hasta USD 20.000 millones, que funciona como cobertura para los próximos vencimientos si el país aún no logra volver plenamente a los mercados.
El mayor síntoma del cambio: BofA proyecta que el peso argentino podría empezar a ser utilizado como instrumento financiero atractivo en estrategias de carry, algo impensable hace apenas un año.
Crecimiento y actividad: de la recesión al rebote
La actividad económica todavía muestra heridas profundas, pero la tendencia empieza a revertirse. Las proyecciones del BofA muestran:
- 4% de crecimiento en 2025
- 3,5% en 2026
¿Qué lo impulsa?
- Energía y minería, con flujos crecientes de inversión en Vaca Muerta y en litio.
- Sector financiero, que se beneficia de tasas reales positivas y menor volatilidad cambiaria.
- Economía del conocimiento, uno de los pocos sectores argentinos que ya exporta a escala global.
El rebote no garantiza estabilidad permanente, pero muestra un patrón distinto al de los ciclos anteriores, donde cualquier recuperación venía inmediatamente acompañada de tensiones cambiarias o fiscales.
El frente internacional: el precio global de lo que Argentina produce
El desempeño económico argentino depende tanto de sus decisiones domésticas como del valor internacional de sus commodities estratégicos.
Los informes de BofA ofrecen un panorama preciso:
1) Petróleo: un precio estable y una sobreoferta que redefine expectativas
Para 2026, se proyecta un Brent estable, sostenido por sobreoferta global.
Impacto para Argentina:
- Menor ingreso marginal para Vaca Muerta por precio.
- Reducción del costo energético interno.
- Mayor previsibilidad para inversiones de largo plazo.
2) Gas natural: precios más bajos en Europa y un impacto mixto
El TTF europeo podría caer por debajo de 25 €/MWh hacia fines de 2026.
Consecuencias económicas:
- Menores costos industriales en Argentina.
- Pero también menores ingresos potenciales para futuros proyectos de GNL.
- Metales: la gran oportunidad estructural
Aquí aparece la verdadera ventana estratégica para la Argentina.
El informe señala que la transición energética y el auge de la inteligencia artificial impulsarán una demanda global sostenida de:
- Litio
- Cobre
- Aluminio
La combinación entre una oferta ajustada y un consumo creciente convierte a estos metales en los verdaderos ganadores del ciclo.
Para Argentina (con el Triángulo del Litio y varios proyectos de cobre en etapa avanzada) esto significa:
- Ingreso de capitales.
- Encadenamientos productivos más complejos.
- Exportaciones de largo plazo, no sujetas a los ciclos climáticos.
El país podría transformar su estructura exportadora si logra mantener un marco regulatorio estable.
4) Mercados financieros: la deuda argentina vuelve al mapa global
El cambio más simbólico, a ojos de los inversores, es la revalorización de los bonos argentinos.
Según BofA:
- Argentina pasa a estar Overweight en deuda externa, al mismo nivel que Ucrania.
- Los spreads se comprimen y vuelven los flujos hacia posiciones largas.
- Se anticipa un programa de acumulación de reservas que podría combinar emisiones, líneas de financiamiento y swap chino.
El mensaje implícito: Argentina dejó de ser un mercado "radioactivo". Todavía es riesgoso, pero dejó de ser incobrable.
5) Los riesgos: donde puede romperse el nuevo ciclo
Nada está garantizado. El análisis económico serio también releva las amenazas:
- Inestabilidad política: cualquier freno a las reformas puede revertir la tendencia.
- Pobreza y tensión social, que limitan la velocidad de los ajustes.
- Deuda externa pesada, aún lejos de una solución definitiva.
- Dependencia de la inversión extranjera para sectores clave.
- Volatilidad internacional, especialmente si EE.UU. endurece tasas o si cae el precio de los metales.
Argentina tiene una ventana. Pero también tiene poco margen de error.
Un país acostumbrado a las crisis frente a una oportunidad rara
La economía argentina entra en un momento inesperado: un país exhausto por años de desorden macroeconómico y, al mismo tiempo, uno que empieza a construir las bases de un ciclo estable.
Lo que muestran los informes de Bank of America (más allá del optimismo cauteloso) es que la economía argentina tiene por primera vez en años una arquitectura que podría sostenerse si se preservan ciertos equilibrios.
El desafío, como siempre, es político antes que técnico.
Pero esta vez, a diferencia de tantas otras, los mercados empiezan a creer que tal vez (solo tal vez) la historia puede escribirse de otra manera.