La charla de Florencia Radici con Walter Sosa Escudero, Profesor plenario de Universidad de San Andrés, no pasó desapercibida en un contexto de incertidumbre y la necesidad imperante de entender el alcance de IA para poder navegar su futuro.
"No hay ningún sector que no esté atravesado por esta tecnología", planteaba de manera contundente. Desde su mirada, la clave de esta penetración radica en lo que él denominaba el destape de la olla informativa. "Antes, las empresas veían a sus consumidores como un promedio muy grotesco, lo que limitaba la capacidad de personalización. Ahora, la IA permite comprender que el consumidor es un objeto muy complejo y heterogéneo".
Por ende, los sectores que más se han beneficiado son aquellos donde el acceso a esa información era muy limitado. "La capacidad de diseñar un producto específico para cada persona, basándose en su perfil inversor o hábitos de consumo, es un cambio radical que permite a las empresas heterogeneizar su producto y dejar de ver al consumidor como si fuese un ente masivo", planteaba.
Sin embargo, para Sosa Escudero hay límites. "Sectores como los mercados financieros o la política, donde el pronóstico o el análisis altera al resultado, encuentran la IA un poco más limitada. Esto no se debe a la falta de datos o algoritmos, sino a la naturaleza interactiva" de estos eventos, que dependen de muchas variables y de muchas personas". La analogía es clara: "A las nubes no le importa lo que discuten los meteorólogos, pero resulta que a los mercados lo que discuten los analistas sí", decía.
Educación: entre conservar y revolucionar
El sistema educativo, especialmente las universidades, enfrenta un desafío particular. Según el académico, "la educación tiene un gen que es conservador y otro que es revolucionario. Por un lado, busca conservar conocimientos que trascienden el tiempo; por otro, debe preparar a los estudiantes para un futuro en constante cambio. Este debate se da en el medio de la revolución tecnológica, demandando una mezcla de conservar, innovar e ser inteligente".
Frente a esto, Sosa Escudero aconsejaba, tanto a estudiantes como a padres y empresarios, focalizarse en el cómo. "En un futuro no muy lejano, lo que definirá a las personas no será solo el título universitario, sino cómo es que estudiamos derecho, cómo es que estudiamos computación, cómo es que estudiamos física. El objetivo primordial de la educación superior no es solo aprender, sino aprender a aprender, desarrollando tecnologías, formas plásticas que te permitan adaptarte a eventos que no sabes cómo van a ocurrir", argumentaba.
Y aseguraba que una persona con una sólida formación en el cómo está mejor capacitada para interactuar con herramientas como ChatGPT, sabiendo cómo preguntar, cómo escuchar, cómo jugar, cómo interactuar. "Esta flexibilidad en el aprendizaje y la forma de abordar el conocimiento será clave en un futuro complejo", destacaba.
Entender antes de Prohibir
La regulación de la tecnología, al igual que la educación, muchas veces parece correr un poco de atrás. El desafío principal, según el experto, es que "para regular hay que entender porque en general se regula sobre resultados potenciales".
"Estamos en medio de una revolución, y no entendemos el potencial de la inteligencia artificial. Un algoritmo que hoy hace una cosa mañana puede hacer muchas otras, generando escenarios no previstos", describía. "Por lo tanto, el paso previo de la regulación es entender estos escenarios potenciales" algo que según Sosa Escudero no es un problema puramente técnico o legal, sino que tiene un enorme componente ético. "La regulación de la IA no es un problema que lo van a poder resolver los abogados, sino que lo vamos a tener que resolver entre todos porque implica también enfrentarnos a nuestros límites éticos. La clave es invertir en entender, ya que cada vez que nos parece que hay un límite, ese límite es superado por la tecnología", sentenciaba.
Complementar o Sustituir
No hay dudas de que la IA no solo transforma, sino que también crea nuevos modelos de negocio y redefine los existentes. "Toda tecnología complementa y sustituye", decía el especialista. "El miedo al reemplazo de puestos de trabajo es real, pero también lo es el potencial de complemento. El gran desafío para empresas y profesionales es invertir, entender en cómo es que esto puede complementarme y cuánto puede reemplazarme".
"Aunque pueda generar temores, no se trata de esconder la cabeza, hacer de cuenta que no está pasando", seguía. "Toda tecnología tiene costados positivos, negativos, inciertos, pero el debate no debe resumirse a bueno o malo, sino a entender la compleja interacción de complemento y sustitución. La IA nos va mejorar en la medida que nos complemente y no que nos sustituya".
En definitiva, la IA no es una moda pasajera, sino una fuerza transformadora que exige una adaptación constante, una comprensión profunda y una colaboración colectiva para moldear un futuro que, en gran medida, aún estamos por descubrir.