"No soy la Madre Teresa de Calcuta, no hago milagros y no tengo bondad. Lo que hago es trabajar sobre actitudes y comportamientos", dijo Andrés Hatum en el Best Employers Summit, ante un auditorio repleto de profesionales de recursos humanos. PhD en Management & Organization por la Warwick Business School y autor de libros como El Antilíder y Desactivar la bomba, Hatum sabe cómo captar la atención: con ironía, sin filtro y con la certeza de que en las organizaciones hay mucho más de lo que se dice.
"Escribí Desactivar la bomba como una novela de management. Me inspiré en ustedes, en organizaciones espantosas que conozco muy bien", dijo. La sala rió. Pero en esa risa se colaba una verdad incómoda: todos, alguna vez, nos cruzamos con un jefe peligroso. O fuimos uno.
En su ficción, Hatum mezcla narcisismo, psicopatía y brutalidad bajo personajes como Silvina la Garca, directora de Recursos Humanos. El objetivo, asegura, es visibilizar lo que todos viven pero pocos se atreven a nombrar. "Recursos Humanos muchas veces navega en la superficialidad. Cuando es bueno, es buenísimo, pero generalmente no pasa. Aspiran a sentarse en la mesa chica, pero no saben qué decir", disparó.
Para el académico, el problema va más allá del cliché del "jefe tóxico". Se trata de cómo las organizaciones eligen ignorar, tolerar o incluso premiar ciertos liderazgos nocivos. "Si tenés un líder narcisista, no podés cambiarlo, pero sí trabajar en sus comportamientos y actitudes", explicó. Y luego dejó caer la frase más cruda de la jornada: "La gente no cambia, empeora".
Aunque podría parecer una exageración, su diagnóstico tiene base empírica. "Los rasgos de personalidad se consolidan con el tiempo. A medida que uno crece, si ya eras medio bestia, te volvés más bestia todavía", advirtió. "Yo trabajo con muchos líderes. No puedo cambiar a nadie, pero sí hacer que se comporten mejor. Porque la personalidad mata".
En ese contexto, Recursos Humanos suele tener un rol ambiguo: a veces es víctima, otras cómplice. "Depende del tipo de área, si entiende el negocio o si sigue siendo la oficina de personal de los '80", ironizó. Pero también reconoció que hay profesionales con visión estratégica: "Cuando RR.HH. viene de otras áreas del negocio, suele tener una mejor perspectiva. Un buen RRHH es soporte fundamental del CEO y del equipo directivo".
Otro de sus blancos fue la política organizacional, ese campo minado que muchos prefieren evitar. "La gente más buena en su trabajo es la que le escapa a la política organizacional", afirmó. Pero en vez de celebrarlo, lo cuestionó: "Eso es un error. Porque si no sos político, te come el amigo del jefe, el chupamedias, el burócrata que no hace nada".

Para Hatum, la política no es mala palabra. "Hay que subirse al caballo de la política. Sirve para construir, para negociar, para sobrevivir. El problema es cuando el único objetivo es el poder por el poder. Ahí sí se pudre todo".
Durante la charla, también se refirió a las nuevas generaciones, con una mezcla de ternura y sarcasmo. "A veces vienen con 23 años y me dicen 'quiero mi espacio personal'. Hermano, en la vida corporativa te comen crudo", dijo. Aunque reconoció que los más jóvenes tienen mucho para aportar, también cree que fueron criados con una lógica sobreprotectora. "Padres helicóptero, que les dieron todo. Ahora están ahí, con miedo de levantar la mano en una reunión", resumió.
En el fondo, lo que Hatum denuncia es la falta de cultura del conflicto. "En un comité directivo podés sentir una tensión que se corta con un cuchillo, pero nadie dice nada. Todos ven el elefante en la sala y lo esquivan", afirmó. Y recordó el caso del transbordador Challenger, que explotó por una falla que alguien conocía pero no se animó a reportar. "Faltó seguridad psicológica. Como en tantas empresas, donde hablar puede costarte la carrera".
Tampoco se salvó la moda del "back to office". Según citó, un estudio reciente muestra que volver a la presencialidad mejora la agilidad, pero deteriora todos los demás indicadores culturales. "¿Y quién tiene que dar la cara? Recursos Humanos. Te dicen que el 4x1 es buenísimo porque el CEO es generoso... Pero no. Es porque quiere controlar".
Para cerrar, volvió al punto inicial: el liderazgo. "Podés tener beneficios, bonos, acciones. Pero si el líder es un desastre, nada levanta. En cambio, con un buen líder, todo mejora", concluyó. Y agregó, sin perder el tono: "Cuando el líder es un animal, es un animal potenciado". Hatum no propone una revolución utópica, sino algo más concreto: menos hipocresía, más verdad. Y, sobre todo, aprender a ver lo que está frente a nuestros ojos. "No todos los que están en este auditorio sufrieron un jefe tóxico. Algunos son ese jefe. Y lo saben".