En pleno corazón del NOA, la vitivinicultura se ha convertido en un terreno fértil para la innovación y el emprendimiento. Algo se vislumbró el 3 y 4 de octubre cuando la ciudad de Chilecito, en la provincia de La Rioja, se convirtió en el epicentro de la vitivinicultura con una nueva edición de Evinor (Evaluación de Vinos del Noroeste Argentino).
Pero más allá de los grandes popes de la vitivinicultura en esta región del país, se destaca la gestión de nuevos emprendimientos con exponentes de calidad que nacieron a partir de familias que decidieron dar un golpe de timón en sus vidas para insertarse en este rubro.
Tal es el caso de Bodega Dal Borgo, en Animaná, Salta, emprendimiento que surgió en 2010 a partir de la necesidad de un cambio familiar, cuando un empresario de la construcción decidió dar un giro radical y apostar a los viñedos junto a sus hijos. Con inversiones propias y un enfoque en vinos de alta gama, la bodega logró consolidarse como un referente regional, combinando producción limitada con prácticas sustentables.
Por su parte, Bodega Yanay, Jujuy, nació en 2018 de la curiosidad y el entusiasmo del matrimonio conformado por Ariel y Andrea Meyer, quienes, pese a provenir de entornos no vinculados a la vitivinicultura, decidieron apostar a un proyecto familiar en un terroir desafiante. Entre la altura, los vientos intensos y la necesidad de traer expertos desde Mendoza, lograron producir vinos de calidad, respaldados por tecnología y un capital propio invertido progresivamente.
Ambas historias reflejan cómo la pasión, la inversión estratégica y la visión a largo plazo permiten diversificar actividades económicas y por sobre todas las cosas poner al NOA en el mapa de la vitivinicultura de excelencia.
La propuesta salteña
Bodega Dal Borgo, emplazada en Animaná, Salta, nació en 2010. "Todo comienza cuando mi padre, empresario de la construcción, sufre un grave problema de salud que lo lleva a cerrar su empresa y replantearse un nuevo estilo de vida -relata Carla Dal Borgo, directora de la empresa-. Es entonces cuando nos propone, a mi hermano y a mí, iniciar un proyecto familiar considerando nuestra formación profesional vinculada a las ciencias naturales. Teniendo en cuenta el creciente posicionamiento de la vitivinicultura salteña, decidimos apostar a esta industria, redefiniendo una nueva visión de negocios".
La descripción que hace Carla sobre la situación de esa región respecto a la vitivinicultura cuando comenzaron, es clara: "Cuando iniciamos, el escenario era de un enorme potencial. Salta ya se estaba consolidando como un referente en la producción de vinos de alta gama en Argentina. Nuestro análisis inicial indicó que un proyecto enfocado en la viticultura, puntualmente orientado a la venta de uva de calidad a bodegas ya establecidas, era económicamente viable y representaba una excelente oportunidad para diversificar nuestras inversiones y entrar en la industria".
Entre los principales desafíos, destaca que generar un proyecto vitícola de alta gama desde cero en una localidad como Animaná, fue lo más complicado. "Esto implicó construir la infraestructura, gestionar la plantación e iniciar la producción sin un conocimiento profundo previo de la industria", resume.
Y agrega: "pronto identificamos un segundo desafío clave ya que, para asegurar la rentabilidad y no depender exclusivamente de la venta de materia prima, debíamos agregar valor. Esa necesidad nos impulsó a dar el siguiente paso estratégico que fue crear nuestra propia marca, Almandino, y elaborar nuestros vinos".
Pero no se queda ahí porque, hacer vino en el NOA, también genera otras complicaciones. Y en esto coincide también la otra bodega consultada, como que hay gran dependencia de insumos y maquinaria provenientes mayoritariamente de Mendoza, además de la captación de talento especializado para todas las áreas —desde el viñedo hasta el enoturismo— que siguen siendo un desafío prioritario en la región.
Carla revela que el proyecto se financió íntegramente con capital propio, reinvirtiendo los fondos obtenidos del cierre de la empresa constructora. La inversión se estructuró en tres fases clave. Hubo una inversión inicial de aproximadamente US$ 1,3 millones destinada a la adquisición de tierras, plantación de viñedos, maquinaria y puesta en marcha; otra fase de Bodega, en 2016, para lo que se destinaron US$ 800.000 para la construcción de la bodega y US$ 1,5 millones en 2019 para enoturismo con la construcción de un centro de visitantes.
En cuanto a la producción anual actual (en litros o botellas), la directora de Dal Borgo sostuvo que su objetivo de producción se sitúa en 30.000 botellas anuales, distribuidas entre las líneas joven y reserva. "Si bien ajustamos este volumen en 2025 en respuesta al contexto macroeconómico, mantenemos nuestra capacidad productiva intacta para el futuro".
En lo que se refiere a la facturación anual desde el inicio, han registrado un crecimiento sostenido cercano al 20% anual, alcanzando un pico en 2024. "El 2025 presenta una contracción, comportamiento alineado con la recesión económica que afecta al consumo en el país".
Ante la pregunta de Forbes sobre qué porcentaje de la producción se vende en el mercado local, nacional e internacional, Dal Borgo informó que su foco está en el mercado argentino, con un 60% de las ventas en el mercado local (Salta) y un 40% a nivel nacional.
¿Y qué proyectan para el futuro? Contamos con un potencial instalado para producir hasta 80.000 litros de vino. Sin embargo, nuestra estrategia no es alcanzar el volumen máximo de inmediato, sino crecer de forma paulatina y orgánica. El plan es incrementar un 20% la producción a medida que consolidamos la marca en el mercado, adaptándonos de manera flexible a las condiciones económicas.
En Dal Borgo, además de forjar alianzas con organizaciones como Wines of Argentina, Bodegas de Salta y el grupo CREA, ofrecen una propuesta de valor única ya que elaboran vinos de alta gama que expresan la identidad única de los Valles Calchaquíes, destacando a Animaná (Salta) como zona vitivinícola.
Actualmente, Bodega Dal Borgo es impulsada por un equipo de 25 colaboradores, que incluye personal permanente en finca, bodega y turismo, así como asesores externos especializados.
Sueño entre cardones
Bodega Yanay -Cieneguillas S.R.L.- es una empresa familiar que inició en 2018. El matrimonio conformado por Ariel Meyer y Andrea, siempre tuvo interés en la industria vitivinícola. Algún viaje a Mendoza y a Cafayate generó en ambos el deseo de tener viñedos y una bodega. Ariel Meyer se crió con su padre, maestro, y su madre ama de casa en una humilde vivienda de los alrededores de S.S. de Jujuy en un entorno rodeado de plantas de vid en el jardín y los fondos. Por su parte, Andrea con raíces italianas de Abruzzo sabía que sus antepasados hacían vino en la lejana Europa.
Con estos antecedentes, observaron que la Provincia de Jujuy era muy nueva en el desarrollo de la industria vitivinícola. Un evento generado por un grupo de arquitectos jujeños en donde se degustaban vinos locales encendió la llama para que la pareja decidiera ingresar a este maravilloso mundo. "Al día siguiente, observamos que en un diario local existía un aviso clasificado que ofrecía algunas hectáreas en venta en la Quebrada de Humahuaca. Toda una señal", recuerda Ariel en su charla con Forbes.
Al tratarse de una zona vitivinícola muy joven todos los recursos humanos, tanto el enólogo como Agrónomo, tuvieron que contratarse desde Mendoza. Hoy conforma su equipo nada menos que Andrés Vignoni como Enologo consultor, Facundo Impagliazzo como Agrónomo y Ulises Fontana como ejecutivo en las tareas agronómicas y de elaboración de producto.
En cuanto a los desafíos, Ariel sostiene que uno de los más grandes fue lograr la coordinación de los factores de producción con el conocimiento y profesionalismo necesario para tener vinos de altísima calidad en un lugar extremadamente alejado del centro de generación de conocimiento, de productos y servicios.
"La empresa explota más de diez hectáreas en un terroir bastante hostil con fuertes vientos y altos niveles de boro en suelo lo que conlleva la necesidad de generar condiciones de ingeniería necesaria para que las plantas de vid puedan soportar esos elementos", remata.
Ver las imágenes del viñedo añade la cuota de realidad: "el viñedo está ubicado a más de 2.300 metros sobre el nivel del mar y ese viento que genera algunas desventajas también genera beneficios porque ese viento sur que corre muy rápido y que está cargado de humedad permite que en verano la temperatura raramente supere los 30 grados y que se tengan siempre noches muy frescas, algo vital para conservar la acidez natural de los vinos.
"No se buscan vinos con muchos taninos ni demasiado musculosos y siempre se cuidan los racimos del sol excesivo, lo que obliga a tener siempre las uvas sombreadas. Esto permite que no se tengan que corregir los niveles de acidez prácticamente nunca", revela.
En cuanto a la producción anual, rondan las 38.600 botellas. Como la comercialización del proyecto comenzó hace solo unas semanas, no cuentan con datos pero la totalidad de las ventas se realizan en el mercado local y nacional.
¿Qué proyección de crecimiento tienen para los próximos años? Se proyecta crecer hasta las 50.000 botellas anuales en los próximos años. "Nuestra fortaleza es la calidad de nuestro producto y comunicar la región donde se ubica nuestra bodega", aseguran y sostienen que lo que destaca a su bodega es un enfoque estilístico moderno, con inversiones en tecnología y en capital humano para desarrollar un producto de calidad. No quedan afuera ni la eficiencia ni la optimización de recursos. "Por ejemplo, se han comprado varios implementos para el tractor, para reducir las horas y el capital humano que se necesitaba para realizar esas tareas. Se han realizado mejoras en el soporte estructural de la viña para mejorar la disposición de los brotes con "alambres móviles".
En cuanto al aspecto financiero, la familia Meyer hizo un aporte inicial de 300 millones aproximadamente que se fueron aportando progresivamente desde el inicio de la sociedad, allá por 2018, 2019, hasta el día de la fecha. La bodega se financia solo con capital.