Por estos días, en el marco de una celebración de fin de año con colaboradores, un grupo de ejecutivos celebraba el crecimiento a dos dígitos y proyecciones alentadoras para 2026 de una de sus compañías. Relataban cómo tras las elecciones de octubre se destrabaron licitaciones y acuerdos que venían frenados, y se mostraban optimistas con el reordenamiento de la macro y el desempeño del país, particularmente en sectores como el energético y el agro. Sin embargo, todos coincidían en un punto: la industria textil sí está muy complicada. Los números oficiales confirman esa percepción.
La industria textil argentina atraviesa su momento más crítico de la última década. Según el informe económico mensual presentado por la Federación de Industrias Textiles Argentinas (FITA), la actividad textil cayó un 20,5% interanual en septiembre de 2025, marcando el nivel más bajo para un septiembre dentro del período 2016-2025.
La magnitud de la caída se hace evidente al contrastarla con el desempeño del conjunto industrial: mientras la industria mostró una expansión de 3,8% en el acumulado enero-septiembre, la actividad del sector textil se redujo un 1,1% en el mismo período.
El impacto sobre el mercado laboral no es menor. En agosto de 2025, el sector textil, confección, cuero y calzado alcanzó 107.000 empleos formales, lo que representa 7.000 menos que en igual mes de 2024. Más alarmante aún, entre diciembre de 2023 y julio de 2025 se perdieron más de 14.000 puestos de trabajo.
Los datos de la Fundación Pro Tejer confirman la tendencia: entre diciembre de 2023 y junio de 2025, el sector textil, indumentaria, calzado y cuero perdió 11.500 puestos de trabajo registrados, lo que representa una caída del 10% del empleo sectorial. Se trata de la mayor contracción entre todos los sectores industriales.
Hace dos meses, Pedro Bergaglio, presidente de la Cámara Argentina de Empresas de la Industria del Sweater, ya había sido categórico sobre la situación: "Pierdo el 30% de los socios de mi cámara porque cierran. Estamos hablando de empresas con un promedio entre 10 y 30 empleados". A nivel agregado, desaparecieron 380 establecimientos productivos del sector textil en el último año y medio, según datos de Pro Tejer presentados en octubre.
Capacidad ociosa récord
La utilización de la capacidad instalada evidencia la gravedad de la crisis. Para septiembre de 2025, el sector textil utilizó el 37,1% de su capacidad instalada, lo que significó una reducción de 4,4 puntos porcentuales respecto al mes pasado y 14,2% menos respecto al año pasado, mostrando, por mucho, el peor desempeño dentro de los sectores industriales.
El mes pasado, Luis Tendlarz, presidente de FITA, había señalado: "Hoy estamos debajo del 50% de la capacidad instalada. Lo que nos dice que el otro 50% que tiene maquinaria de tecnología superior y competitiva podría estar trabajando hoy para exportar".
Uno de los factores clave de la crisis es el explosivo aumento de las importaciones. En términos acumulados, entre enero y octubre, se importaron textiles por un total de 231.827 toneladas y US$ 632 millones. Contra el mismo periodo de tiempo de 2024, estos valores tuvieron un alza de 102% y de 55%, respectivamente. En tanto, las exportaciones, en el mismo período de 2025, totalizaron 7.250 toneladas y US$ 28 millones, con una baja de 9% en volumen pero un aumento de 12% en valor.
Los datos de Pro Tejer de octubre mostraban que entre enero y agosto de 2025, las importaciones de la cadena textil e indumentaria aumentaron un 63% interanual, muy por encima del incremento del 32% de las importaciones totales del país.
Los rubros más golpeados fueron los bienes finales: confecciones con un aumento del 146%, indumentaria con 93% y tejidos de punto con 122%.
Un dato importante es que se registraron 14.000 nuevos CUIT de importadores solo en este año, un incremento del 38% respecto al año anterior. Además, el precio promedio por kilogramo importado está en niveles mínimos históricos: los tejidos de punto ingresan a la mitad del precio de 2015, y las prendas y confecciones a dos tercios.
Luciano Galfione, presidente de la Fundación Pro Tejer, advirtió en octubre que el 70% del mercado textil actual es importado, cuando históricamente hasta 2019 la proporción era 50% nacional y 50% importado.
La situación es particularmente crítica para las pymes industriales. Según el último relevamiento de la Fundación Observatorio Pyme de agosto de 2025, la percepción de amenaza importadora alcanzó máximos en la serie, mientras aumentó el porcentaje de empresas que enfrentan pérdida de participación en el mercado a manos de importadores. El informe también señala que es elevado el porcentaje de empresas pymes industriales que advierte productos que circulan bajo competencia desleal y sin cumplimiento de normas técnicas o certificaciones.
En noviembre, FITA presentó su Plan de Competitividad Textil, cuyo eje central consiste en que los impuestos al trabajo abonados por las firmas sean tomados a cuenta del pago del Impuesto al Valor Agregado (IVA). Tendlarz explicó: "Básicamente, el plan busca no afectar el salario, sino bajar el costo laboral, los aportes patronales. Que se pueda usar como pago a cuenta de algún impuesto, por ejemplo del IVA. Y eso le daría mayor formalidad a la industria, porque para tener el beneficio debería tener que facturar".
La propuesta, elaborada por los economistas Miguel Kiguel y Andrés Borenstein, no generaría un costo fiscal para la economía en su conjunto, según señala el documento. Por el contrario, la formalización del empleo y la expansión de la base imponible del IVA implicarían un fortalecimiento de la recaudación tributaria.
Adicionalmente, FITA presentó ante el gobierno una propuesta para monitorear el precio de los productos textiles que ingresan al país, y planteó su preocupación en relación a la falta de aplicación de valores de referencia en la Aduana.
Frente a este panorama, las pymes están haciendo esfuerzos principalmente por la vía de estrategias defensivas: según el Observatorio Pyme, casi el 70% de las empresas relevadas indicó estar trabajando en sus agendas de eficiencia y costos. A la vez, muchas están buscando insertarse en nuevas cadenas, desarrollando productos o realizando inversiones. Sin embargo, el informe advierte que "para que estos esfuerzos den resultado, hace falta avanzar en agendas estructurales de competitividad" y que "las pymes señalan la necesidad de políticas públicas que acompañen los esfuerzos de las empresas".