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Bill Ackman multiplicó por 100 su apuesta contra el mercado tras el impacto del Coronavirus y ganó US$ 2.600 millones. “Inversor activista”, forjó su reputación en Wall Street “shorteando” a estrellas bursátiles como Herbalife

19 Julio de 2020 15.00

Para  muchos es la inspiración detrás del protagonista de la serie Billions, Bobby Axelrod. Pero él prefiere mirarse en el espejo de Warren Buffett (la humildad no es lo suyo). Nacido en Nueva York, fue un joven maravilla en Harvard a fines de los 80 y formó su primer fondo de cobertura o “hedge fund” con US$ 250.000 de un profesor. 10 años después, su firma Gotham Partners ya manejaba US$ 500 millones. Un litigio judicial y un duelo con el entonces procurador de Nueva York provocaron el cierre de Gotham en 2003 y Ackman tuvo que empezar de cero nuevamente. 

En 2004 creó Pershing Square con un perfil “activista”: es decir, el tipo de inversionistas que ganan posición en una compañía para influir sobre el management. Su primer gran éxito fue Wendy's, donde presionó al board para que se desprendiera de la cadena de cafeterías Tom Horton's, logrando una salida multimillonaria (para Pershing, porque Wendy's luego sufriría la decisión). Su más notorio fracaso fue Valeant, la  farmacéutica  canadiense investigada por presunto fraude en la manipulación de precios e informes. Cuando Pershing vendió sus acciones en 2017, había perdido US$ 4.000 millones. Pero Ackman es, sobre todo, conocido por sus “shorts”: la inversión que apuesta por la caída de un activo en el corto plazo. Ganó millones apostando contra la compañía de seguros financieros MBIA, pero lo que le dio fama internacional fue su batalla contra Herbalife (registrada en el documental de Netflix Betting on Zero). 

En 2012, comenzó una campaña denunciando que la compañía de suplementos dietarios constituía una estafa piramidal. Aquello inició una batalla que duró 6 años, donde otro ícono de Wall Street, Carl Icahn, invirtió en Herbalife para hacer subir la cotización. En 2018, Ackman admitió la derrota y retiró su posición de casi US$ 1.000 millones contra la compañía. Admirado y odiado por igual, su redención financiera no estaría exenta de críticas. En enero empezó a ver que aquella misteriosa enfermedad surgida en Wuhan sería un problema más grande de lo que esperaba Wall Street e invirtió US$ 27 millones para “shortear” a las principales acciones del mercado. El 18 de marzo, el Coronavirus ya había provocado histeria total y le escribió en Twitter directamente a Donald Trump: “Señor presidente, la única solución es cerrar el país por 30 días”. Esa noche habló en televisión y, al día siguiente, los mercados se desplomaron. Nadie podría decir que fue todo culpa de Ackman, pero sus críticos le reprochan el timing. ¿El resultado? US$ 2.600 millones. Nada mal.

El estilo de Ackman, intuitivo y audaz, se ve en una anécdota suya en Argentina. En 2004, viajó a Kau Tapen en Tierra del Fuego, una de las mecas de la pesca con mosca. No sabía pescar, pero las lecciones de su guía le permitieron sacar varias truchas. Ackman quedó impresionado con el joven que conocía perfectamente el atraer, sostener y soltar. Así que le ofreció un trabajo en su compañía. Le dio 12 libros para leer y lo esperó en su oficina. Siempre se pueden pescar peces más gordos. 
 

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