En su último informe sobre la economía argentina, el banco de inversión Barclays planteó un diagnóstico tan preciso como inquietante: el programa económico del gobierno de Javier Milei atraviesa un momento decisivo, y su talón de Aquiles continúa siendo la debilidad del stock de reservas internacionales. Aunque reconoce avances políticos y señales de continuidad en el rumbo económico, la entidad remarca que la fragilidad externa se convirtió en el principal riesgo para la estabilidad financiera del país.
El documento, titulado "Argentina: You can't always get what you want", sostiene que, a casi un año de la llegada de Milei a la Casa Rosada, el país no solo no logró recomponer sus reservas netas, sino que hoy se encuentran incluso más bajas que en diciembre de 2023. Según el cálculo de Barclays, las reservas netas medidas sin los desembolsos del FMI pasaron de -11.000 millones de dólares a -16.000 millones, un retroceso que coloca a la Argentina muy lejos de las metas acordadas con el organismo.
A pesar del ordenamiento fiscal y de la desaceleración de la inflación, Barclays subraya que el Gobierno no aprovechó el terreno político ganado tras las elecciones de medio término para dar un giro en la política cambiaria. En el diagnóstico del banco, el esquema actual dejó al Banco Central con herramientas limitadas para acumular divisas y con un nivel de reservas que se ubica muy por debajo del que presentan otros países con perfiles de riesgo similares, como Ecuador, Nigeria, Egipto o Kenia.
La entidad también cuestiona la idea de que el deterioro de las reservas se compensa con una mejora en la posición de deuda en moneda extranjera. De hecho, señala que la deuda en dólares del sector público aumentó desde los 170.000 millones a los 189.000 millones, impulsada por nuevas emisiones como los Bopreales y acuerdos de financiamiento vía repos con bancos internacionales. Para Barclays, ningún avance fiscal puede ocultar el hecho de que la solvencia externa sigue bajo presión.
El reporte explica que las reservas líquidas (aquellas de disponibilidad inmediata) rondan entre los 23.000 y los 28.000 millones de dólares, pero buena parte de ese monto corresponde a encajes de depósitos en moneda extranjera dentro del sistema financiero. Esto coloca al país en una posición delicada frente al cronograma de vencimientos: solo en 2026 y 2027, Argentina deberá afrontar pagos en moneda dura por unos 33.000 millones, entre compromisos con acreedores privados y con el FMI.
Barclays examina varios caminos que el Gobierno podría explorar para enfrentar estas obligaciones (nuevos repos, operaciones de manejo de pasivos o incluso acceso a los mercados de capitales), pero advierte que, aun en un escenario optimista, esas opciones apenas aliviarían parcialmente las necesidades financieras. Para que el programa gane tracción, sostiene el informe, hará falta una política más agresiva de acumulación de reservas y un esquema cambiario más flexible.

El documento también expresa dudas sobre la estrategia oficial de impulsar una "remonetización" de la economía, es decir, un regreso paulatino de la demanda de pesos. Según Barclays, ese proceso solo sería posible si el mercado dejara de anticipar una devaluación. Sin embargo, el contexto actual, con el tipo de cambio moviéndose cada vez más cerca del techo de la banda cambiaria, dificulta ese escenario.
En paralelo, la entidad observa señales preocupantes en el nivel de actividad: la economía, excluyendo al sector financiero, se mantiene prácticamente estancada en lo que va del año. En un contexto donde el tipo de cambio real se encuentra similar al de 2017 —cuando la economía contaba con mayor entrada de capitales y un déficit fiscal más elevado—, Barclays considera improbable que el nivel actual del peso resulte compatible con una recuperación robusta de la producción y del empleo.
En el plano financiero, el informe señala que los bonos argentinos tuvieron un buen rebote inicial tras las elecciones, pero luego quedaron rezagados respecto de otros países de la región. Con un pago clave de casi 3.000 millones de dólares programado para enero, el banco cree que el mercado ya descuenta un cumplimiento sin sobresaltos y, por lo tanto, el potencial de una mejora significativa en el tramo corto de la curva es acotado.
La gran incógnita, afirma Barclays, es cómo reaccionará el Gobierno si el tipo de cambio vuelve a chocar contra el límite superior de la banda. Para los analistas, ese momento podría convertirse en un punto de inflexión: desde un ajuste formal del régimen cambiario hasta la posibilidad (más controvertida) de recurrir nuevamente a líneas de asistencia con el Tesoro de los Estados Unidos. Sin embargo, el informe aclara que Washington ya tuvo un rol importante acompañando al Gobierno hasta las elecciones de medio término, por lo que difícilmente otorgue un apoyo ilimitado para sostener el peso.
A modo de conclusión, Barclays mantiene su recomendación de "Market Weight" para los bonos soberanos, una postura intermedia que refleja tanto el reconocimiento de los avances logrados como la preocupación por los desequilibrios aún no resueltos. En su visión, el mayor desafío de Milei ya no es la sustentabilidad política del programa, sino la capacidad de dotarlo de una base externa sólida que permita pensar en una recuperación duradera.