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Bad Bunny, Adidas, Spotify, Celebridades
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El artista puertorriqueño supo aprovechar el poder del streaming musical y las redes sociales para convertirse en uno de los músicos más famosos del planeta. Tras asociarse con empresas como Gucci, Adidas y WWE, está aprovechando su fama para convertirse en una marca mundial.

27 Noviembre de 2023 19.50

Son las once y media de la noche del 12 de octubre y el Coliseo José Miguel Agrelot de San Juan de Puerto Rico está abarrotado. Más de 16.000 fans de Bad Bunny se convirtieron en las primeras personas del planeta en escuchar el nuevo álbum de su héroe local. Nadie sabe qué esperar.

Bad Bunny, o Benito Antonio Martínez Ocasio, es un artista que desafía los límites y cuyos cuatro álbumes de estudio anteriores abarcaron el hip-hop, el reggaetón, el pop latino, el trap puertorriqueño y la música country mexicana. El público de esta noche encarna ese amplio espectro: cientos van vestidos con las camisetas blancas y las gorras azules de ala plana de su reciente canción "Un Preview". Otros lucen los sombreros de vaquero de "A dónde va". Muchos simplemente llevan orejas de conejo.

"Escuchaba mucha salsa por parte de mi padre, muchas baladas y merengue por parte de mi madre. Pero siendo un niño de los 90, también reggaeton y rap", dice Bad Bunny en una entrevista en su español natal. "Hay muchos artistas de diferentes géneros, países y épocas que siento dentro de mí".

Si hay una constante en Bad Bunny, que tiene 29 años, es que todo lo que crea se convierte en un éxito mundial. En los últimos tres años, el exalumno de la lista Forbes 30 Under 30 2019 fue el artista con más reproducciones en Spotify, con 35.900 millones de reproducciones.

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Una riqueza de Warren: Martínez Ocasio dice que invierte la mayor parte de sus ganancias en bienes inmuebles. Posee varias casas en Estados Unidos y Puerto Rico.

La gran audiencia de Bad Bunny

Su canal de YouTube atrajo más de 32.000 millones de visitas, más que los de Justin Bieber, Ed Sheeran y, sí, Taylor Swift. Ganó tres Grammy y 11 Grammy Latinos. En abril, hizo historia como el primer artista latino en encabezar el festival de música Coachella.

Y lo hizo cantando únicamente en español. "El español forma parte de mí, está en mi ADN", dice. "Me gusta hablarlo allá donde voy, no para imponérselo a la gente, sino porque es lo que soy".

Esto lo hizo muy rico. El año pasado, Bad Bunny ganó unos 88 millones de dólares (antes de impuestos) gracias a giras mundiales, miles de millones de streams y acuerdos con marcas de renombre como Adidas y Corona. Eso le bastó para debutar en el puesto número 10 de la lista de artistas mejor pagados de Forbes.

"No siempre se trata del dinero", dice sobre cómo elige a sus socios. "Se trata de cuánto me gusta la marca y cuánto van a respetar mi creatividad".

De vuelta al estadio, el público estalla cuando Bad Bunny desciende del techo, encaramado a un Rolls-Royce Silver Shadow.

Esta noche, el músico viste un traje entallado de color burdeos con una camisa blanca de botones abierta hasta la mitad. Su rostro está cubierto por una máscara que recuerda a la del hombre araña, pero negra y con ojos rojos brillantes. "Me da mucha vergüenza tocar canciones nuevas que aún no se publicaron", dice. Le da al play en su iPhone y empieza la fiesta de escucha de su álbum Nadie sabe lo que va a pasar mañana.

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Arturo Elizondo, Jomayra Herrera, Cami Tellez, Jaime Castro, Bad Bunny y Randall Lane asisten a la Cumbre Forbes 2023 30 Under 30 en el Auditorio Público de Cleveland.

A pesar de no conocer ninguna de las letras, el público grita y baila los nuevos temas. Bad Bunny no canta, salvo las dos canciones del álbum que publicó a principios de año. Su rostro permanece oculto hasta después de la medianoche, cuando se quita la máscara para mostrar su nuevo corte de euforia, que, al igual que el nuevo álbum, rinde homenaje a la música trap que le lanzó a la fama mundial.

Bad Bunny es el arquetipo del ídolo pop moderno: un artista verdaderamente global que aprovecha el enorme alcance de los servicios de streaming y las redes sociales para hacer llegar a miles de millones de oyentes lo que antes era música regional. "Tiene el pulso de la cultura como nadie", afirma Jeremy Erlich, responsable de música de Spotify. "Está dictando en qué se convierte la cultura".

El streaming está haciendo el mundo más pequeño

En los últimos cinco años, Spotify experimentó un aumento del 170% en las transmisiones de música latina, un género que -junto con otros estilos como los ritmos africanos occidentales y el K-pop- enganchó a cientos de millones de nuevos oyentes gracias a los memes virales de Instagram y TikTok y a servicios de streaming como Spotify, Pandora y Apple Music. Erlich, de Spotify, afirma: "El histórico dominio anglosajón de la música se está desmoronando a un ritmo vertiginoso".

Bad Bunny no se limitó a la música. A principios de año, se presentó en la película Cassandro, de Amazon Prime. En octubre, hizo doblete como presentador e invitado musical de Saturday Night Live. Una versión digital de Bad Bunny está machacando a sus oponentes en el exitoso videojuego de lucha WWE 2k23. Todo eso en un año que había declarado de descanso.

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Su amplio atractivo le permite pasar sin esfuerzo de los combates en jaula de la WWE a la alta costura italiana.

Su amplio atractivo le permite pasar sin esfuerzo de los combates en jaula de la WWE a la alta costura italiana. Este otoño se presentó en anuncios de Gucci, promocionando su equipaje de alta gama Savoy junto a la supermodelo Kendall Jenner. En el pasado se asoció con Crocs, la empresa de zuecos de goma de culto, lanzando una línea de zapatos que brillan en la oscuridad en 2020. Se agotaron rápidamente. También se agotó su última zapatilla con Adidas, la "Paso Fino", de 160 dólares.

Era la decimocuarta zapatilla de Bad Bunny con la firma alemana de ropa deportiva. Otras marcas se acercaron a él, pero sólo Adidas le ofreció el control artístico. "Inspira a muchos, no sólo a nivel local, sino en todo el mundo", dice Torben Schumacher, director general global de Adidas Originals.

Antes de ser una superestrella mundial, Bad Bunny era simplemente Benito, un estudiante de comunicación audiovisual de la Universidad de Puerto Rico en Arecibo. Cuando no estaba en clase, embolsaba comestibles en tiendas Econo y creaba canciones de trap latino que subía a SoundCloud.

Todo cambió en 2016, cuando su sencillo de trap "Soy Peor" transformó a Bad Bunny en un nombre conocido. La fama en toda regla le llegó con el lanzamiento de "Diles Remix" ese mismo año. En 2018 ya colaboraba con algunos de los nombres más importantes de la música, como Drake, Cardi B y J Balvin.

 Apenas unas semanas antes de los encierros de Covid-19, se unió a Shakira y Jennifer Lopez para el espectáculo del medio tiempo del Super Bowl 2020 en Miami. Durante la cuarentena, hizo livestreaming en Instagram, donde tiene 46,8 millones de seguidores, y sacó su álbum Las que no Iban a Salir (The Unreleased), lleno de colaboraciones.

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Antes de ser una superestrella mundial, Bad Bunny era simplemente Benito, un estudiante de comunicación audiovisual de la Universidad de Puerto Rico en Arecibo.

"Puedo vivir de la música", dice. Pero no se conforma con eso. Habrá más colaboraciones sorprendentes con marcas, actuaciones y, más adelante, su propia marca de moda. Todo ello sin olvidar nunca a Puerto Rico.

Su isla natal es fundamental para su imagen y su negocio. En 2021, se convirtió en copropietario de los Cangrejeros de Santurce, un equipo local de baloncesto profesional. Para apoyar a los talentos locales, creó una agencia de gestión deportiva llamada Rimas Sports.

También está creando una rama benéfica. En 2018 creó la Fundación Good Bunny, una organización sin ánimo de lucro de San Juan que apoya las oportunidades artísticas y deportivas de los niños de Puerto Rico. Repartió unos 2 millones de dólares en los últimos dos años. "A falta de Gobierno, son los artistas los que acaban cumpliendo esas funciones", dice.

Está por ver si Bad Bunny tiene el poder de permanencia de varias décadas de Madonna o Prince. Pero no esperemos que pase mucho tiempo relajándose junto a la piscina de una de sus mansiones. Se siente obligado con sus millones de fans, online y no. "La fama", dice, "me empuja a seguir trabajando".

*Con información de Forbes US

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