¿Renuncio? Eliana Bracciaforte escribió un libro para salir de la parálisis y construir una carrera que te potencie: sus consejos
Florencia Radici Forbes Staff
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Eliana Bracciaforte es una figura de peso en el ecosistema emprendedor de América Latina. Como cofundadora de Workana, la plataforma freelance más importante de la región, fue testigo de la transformación del mundo del trabajo. A su trayectoria como ejecutiva —que incluye una licenciatura en Administración de Empresas y un MBA por el IAE— se le suma un activismo en favor de los derechos de la comunidad LGBT+ y una mirada humana sobre las dinámicas laborales. En su primer libro, "Renuncio", Bracciaforte no ofrece una fórmula mágica para abandonar un empleo, sino una hoja de ruta para tomar decisiones conscientes y diseñar una trayectoria profesional que se alinee con los valores personales.
El libro surge de una pregunta fundamental: ¿por qué toleramos trabajos que nos enferman? Con una voz honesta, Bracciaforte expone los efectos emocionales del desgaste laboral —culpa, agotamiento, miedo a la inestabilidad— y brinda herramientas prácticas para que el lector pueda replantearse su vínculo con el trabajo. En paralelo, en el libro cuenta sus experiencias en primera persona: la decisión de dejar la empresa familiar para probar la vida corporativa, el momento del salto de la organización al emprendimiento, del emprendimiento a la vida freelance, y, en el medio, su transición. En esta entrevista, profundiza en la necesidad de diferenciar un maltrato directo de las señales sutiles de un ciclo que está terminando, y en la importancia de una planificación que permita pasar de la parálisis a la acción.
¿Cómo fue el proceso de escritura del libro?
Ya me había ido de Workana y había empezado a crear contenido en redes. Me interesaba mucho el tema del trabajo, ya que para mí siempre fue un "no negociable" que me gustara lo que hacía, con quién lo hacía y que me desafiara. Por suerte, siempre pude elegirlo. Al ver que nadie en América Latina hablaba de malos líderes o de situaciones de trabajo tóxicas en español, decidí probar. Empecé a generar contenido sobre eso y me empezó a ir bien. A los pocos meses, conocí a la editora a través de una amiga y ahí surgió la idea del libro. Siempre hablé de la autonomía y la libertad en el trabajo, temas que también impulsaba en Workana. En la charla con la editora, decidimos enfocarnos en la libertad que deberíamos buscar en el ámbito laboral y cómo el trabajo debe ser un lugar saludable.
En el libro, hacés un paralelo entre tu experiencia personal y laboral, combinando lo práctico con lo vivencial...
Quería que el libro fuera más que una guía. Buscaba que fuera algo más profundo, que generara un impacto real en el lector. Creía que con mi propia experiencia, el objetivo sería más fácil de lograr. En el ámbito laboral, nunca sacrifiqué mi identidad. Por el contrario, hice elecciones que me permitieron ser libre. Aunque hice un diagnóstico ex post y parece que no debería tener autoridad para hablar de esto porque recién pude animarme a decir quién soy a los 40, en lo laboral siempre fui muy libre. Por eso trato de plantearlo desde ese lugar, contando que tuve aprendizajes muy duros, algunos más de mi vida personal. El trabajo no te tiene que pedir que dejes de lado una parte de quién sos. A veces normalizamos situaciones porque nos están pagando. Mi objetivo es que la gente entienda que, si bien perdés cierto control sobre tu tiempo, no tenés por qué perder tu dignidad. Debés buscar un lugar que te haga bien, te desafíe y te permita proyectar.
Es importante diferenciar que disfrutar del trabajo no significa que te gusten todas las tareas todo el tiempo, pero tampoco pasarla mal...
Hay dos niveles. El primero es el básico, el de no sufrir maltratos. El segundo es cuánto te gusta, qué tanto te desafía y cuánto te motiva.
Hay mucho de sinceramiento con uno mismo...
Sí, hay que hacer un proceso y no está mal que lleve tiempo. Cuando me fui de Workana, desde el momento en que me di cuenta que me quería ir hasta que efectivamente me fue, pasaron casi dos años. Como cofundadora, había responsabilidades que no quería dejar de lado, pero también cuesta aceptarlo, porque le ponemos muchas expectativas y mucho de nosotros a un trabajo. Aceptar esa "muerte" es un duelo. Es el costo hundido de todo lo que le diste, y es muy difícil soltarlo. Te prometen un ascenso, un cambio, o pensás que no vas a conseguir un mejor salario. Cuesta mucho decir: "Estoy mal todos los días, no vale la pena". El famoso discurso de Steve Jobs nos sirve de guía: "Lo que estoy por hacer hoy, ¿es algo que quiero hacer o preferiría no hacerlo?". Si me pasa eso muchos días seguidos, es una señal de que algo está mal.
¿Cuáles son las señales de alerta de un trabajo tóxico, las más difíciles de detectar por fuera de un jefe maltratador?
De base, las señales tienen que ver con lo que vos querés de tu trabajo. A mí me afectaría la monotonía, pero a otra persona no. Las señales más sutiles son el desgano, la falta de voluntad, sentir que las horas no pasan, que no te motive o que no te caigan bien tus compañeros. Una señal muy fuerte es la indiferencia, sobre todo de tu jefe, si no te incluye en proyectos. Todas estas son cosas que pueden indicar que un ciclo se está terminando. El trabajo debe llevarte hacia donde querés ir; si solo te da un sueldo y poco más, es momento de preguntarse: "¿Qué quiero?". Quizá no hay una señal grande, incluso podés querer irte aunque todo parezca estar bien.
Hablás de la renuncia planificada, no impulsiva, que es una fantasía muy común. ¿Cómo se pasa de esa parálisis a la planificación? ¿Y cómo se construye una red de contención en ese camino?
Hay casos donde está bien irse rápido, como con el maltrato o el acoso. Pero si no es así, es bueno planearlo. Cuando hacés cambios tan grandes, es mejor que otros ámbitos de tu vida estén tranquilos. La red de contención —amigos, familiares, pareja— es fundamental para tener un apoyo. También es clave la parte financiera, generar un colchón para sostenerte unos meses. Y, según lo que quieras hacer, empezar a proyectar: capacitarte, ir a eventos, relacionarte con gente de la industria. Es fundamental saber adónde querés ir y, aunque sea, empezar a buscar.
¿Y si te das cuenta de que lo que estás haciendo no es lo que querés, pero tampoco sabés hacia dónde ir?
Yo no sabía cuando me fui de Workana. Es más riesgoso, y la mayoría de las personas cambian de un trabajo a otro porque el sostén financiero no es fácil. Si no sabés, intentá empezar el proceso mientras tenés un trabajo. Podés buscar un empleo de menos horas para sostenerte. Yo sacrifiqué ingresos, pero no me importó porque quería algo distinto. Está bien cambiar el estilo de vida si la expectativa es estar mejor. Cuesta, pero vale la pena, aunque el mundo te convenza de que no.
Es que más allá de las barreras propias, la sociedad también te lleva por otro camino...
Si hablamos de mandatos... "Ya conseguiste esto, ¿cómo vas a dejar la carrera?". Hace casi dos años que trabajo de forma independiente y todavía a mis papás les cuesta. Eso te tira para atrás si no tenés tu decisión bien firme. Las dudas de los demás pueden afectar en estos procesos. Por eso es bueno hacer el camino acompañado de la gente que te apoya. Es importante tener un plan, y si no, un plan B. Siempre podés volver al camino anterior.
En Workana promovían un modelo de trabajo flexible, algo más común hoy. Y ahora tenemos la IA -de hecho, estás trabajando en un proyecto nuevo relacionado a esto. ¿Cómo ves el futuro del mundo laboral?
Estamos en una encrucijada y no sabemos qué va a pasar del todo. La mayoría de los trabajos se van a transformar, pero seguirá habiendo trabajo. Lo que no sabemos es el impacto de esta primera ola de IA generativa, que toca más los trabajos creativos y de conocimiento. El ser humano todavía tiene que aprender a usarla bien, de lo contrario, termina en mediocridad. La IA va a enaltecer a la gente que sepa usarla y sea buena editora. Si bien potencia la productividad, lo que hace la IA se debe mejorar. Por otro lado, sigo de cerca los avances en robótica. NVIDIA está entrenando robots humanoides para logística, por ejemplo. No sé cuánto falta, quizá 10 años, pero la potencialidad es enorme. El que te diga que sabe, no sabe. No es que no vaya a haber trabajo. La gran pregunta es quién se quedará con los beneficios de la IA, si las personas o las empresas, y eso podría generar grandes movimientos en corporaciones y riqueza.
¿Y a nivel interno de las organizaciones? Por ejemplo, con la convivencia generacional y las diferentes relaciones frente al trabajo...
Vimos a las generaciones más grandes matarse por el trabajo sin disfrutar. Nosotros queremos algo más equilibrado. Pero las empresas y la sociedad prometieron cosas que no cumplieron. Los millennials somos la generación más educada de la historia, y la generación Z también lo será. La promesa era que si estudiábamos y trabajábamos, tendríamos casa, auto, viajes. En Argentina y el mundo vemos que eso no pasa. Los jóvenes se preguntan: "¿Para qué me mato?". El salario aumentó mucho menos que la productividad y el costo de vida. Hay un gran descreimiento que hace que el compromiso baje, pero las empresas tampoco se esfuerzan en generar un propósito, en pagar mejor. Esta inflexibilidad, como exigir volver a la oficina 4 o 5 días, va en contra de lo que pide el talento. Volvemos al concepto de "porque te pago, me tenés que decir que sí". La Generación Z es de las primeras en ponerle un freno y decir que no. Prefieren ser freelance. ¿Vale la pena no acceder a ese talento por insistir con 5 días en la oficina? No, no vale la pena.