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SID SIJBRANDIJ, CEO de GitLab,
Innovacion

Este emprendedor construyó una empresa 100% de trabajo remoto antes de la pandemia: su historia

Alex Konrad

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Sid Sijbrandij, CEO de GitLab, construyó una compañía de herramientas para el desarrollador valuada en casi US$ 3.000 millones sin tener oficina. Ahora alerta a las compañías en contra de hacer trabajo a distancia a medias.

09 Febrero de 2021 16.00

Sid Sijbrandij sabe de los peligros de trabajar desde casa. En 2018, luego de años de hacerlo desde una habitación chica en su departamento del piso 47 en San Francisco, el emprendedor desarrolló problemas en sus pies. Así que sumó un escritorio con cinta caminadora a sus tres monitores. Pero el CEO de GitLab dice que el problema no es el trabajo remoto, sino cómo se practica. 

A menos que uno esté empleado por alguna de las pocas compañías que abrazaron de forma completa la nueva realidad del trabajo, Sijbrandij piensa que seguramente se lo esté haciendo mal. Su opinión radical sobre el trabajo remoto: solo es efectivo si se hace de forma completa. Las medidas parciales crearán niveles de empleados que con el tiempo dividirán la fuerza laboral, alejando a los de mejor performance. “Veremos a algunas compañías que volverán a la oficina y tratarán de sacar lo mejor de eso, y pienso que van a tambalear”, asegura. 

Cómo lo hace GitLab: los empleados solo se encuentran personalmente para las reuniones anuales de la compañía, que se realizan (o por lo menos se hacían pre COVID) en locaciones vivaces y relativamente baratas como Grecia. Otro pilar del trabajo remoto de GitLab: transparencia radical. Publica un manual online (de acceso público) que detalla cómo trata prácticamente todos los temas. No están los salarios individuales de los empleados, pero sí los objetivos estratégicos de los ejecutivos para el trimestre y la fórmula exacta para calcular los sueldos en los 67 países donde viven los miembros del staff de GitLab, desde Kenia hasta Marruecos o Serbia (también hay una sección de cómo y cuándo hablar con Sijbrandij, y una sobre su gato). Cualquier cosa que no esté en el manual, de 8.400 páginas si se imprimiera, seguramente es un Google Doc interno. Cada reunión en GitLab tiene al menos un doc online que la acompaña.

Sijbrandij también depende mucho de la documentación para que los empleados de GitLab puedan trabajar sin interrupciones. Los empleados actualizan los documentos y toman notas, o comparten información en canales de Slack y mensajes por video. Las decisiones resueltas y planes se fusionan en el manual. “Cada vez que uno tiene que esperar el permiso o la autorización para que alguien haga algo, eso es un problema”, explica.

Construyó una de las startups más valiosas del mundo, valuada en US$ 2.800 millones en 2019, sin oficinas para ninguno de sus 1.300 empleados. Sirve que GitLab -que provee un conjunto de herramientas de software que ayudan a los desarrolladores a construir, manejar y hacer más seguras sus aplicaciones - juegue en una categoría de alta tecnología que es cada vez más importante. 

Incluso entre otras firmas de alto perfil sin oficina prepandemia -como Automattic, la empresa detrás de WordPress-, Sijbrandij siempre sobresalió. “Probablemente no seamos tan extremos como Sid”, admite Dave McJannet, CEO de HashiCorp, una startup de infraestructura en la nube que también trabaja solo remoto, valuada en US$ 5.000 millones. Hoy, el radicalismo de Sijbrandij está atrayendo muchos seguidores y las descargas del e-book gratuito de GitLab sobre trabajo remoto excedieron los 70.000 clicks. 

El propio armado trotamundos de GitLab empezó en Europa. Sijbrandij había trabajado en una empresa de submarinos y había ayudado a manejar una startup de reseñas online de aplicaciones cuando, mientras coordinaba proyectos web para el Ministerio de Justicia de Holanda, se cruzó con un proyecto open source de Ucrania llamado GitLab con cientos de colaboradores voluntarios.

En 2012, contactó a sus creadores, Dmitriy Zaporozhets y Valery Sizov, y les dijo que iba a construir un negocio por encima de su proyecto. Un año después, Zaporozhets se unió como cofundador y CTO. Sizov se sumó en 2014 y es desarrolladora senior. Sijbrandij se propuso construir la compañía -nombrada a partir de Git, un sistema popular para trackear los cambios en el código fuente- para vender suscripciones para herramientas de software que ayudan a manejar proyectos construidos sobre tecnología de código abierto. Ellos tres y seis miembros más se reunieron en California en 2015 para participar en la aceleradora de startups Y Combinator, los únicos tres meses que trabajaron en el mismo espacio. 

La mayoría de GitLab volvió a Europa después. Sijbrandij, enamorado de la escena startup y con un ojo para la recaudación de fondos, se quedó. A hoy, GitLab juntó US$ 476 millones, la mayoría de los cuales siguen en su balance; vende una suite de 10 herramientas diferentes para apps, de desarrollo a seguridad, por hasta US$ 99 por usuario por mes, lo que significó más de US$ 75 millones en facturación en 2019 de más de 15.000 clientes, que incluyen a Nvidia, Siemens y Goldman Sachs, que luego invirtió. 

La tendencia de las compañías que mueven sus operaciones al online, especialmente desde el comienzo de la pandemia, llevó aún más el desarrollo a la nube, lo que significa que el negocio está prosperando. Pero los clientes están llamando a GitLab no solo para pedir soporte de software, sino para hacer un curso rápido sobre cómo GitLab maneja su negocio. “Entre 10% y 15% de nuestro compromiso con los socios es ayudarlos a ver cómo hacemos las cosas”, explica Michelle Woodward Hodges, VP de Alianzas con Canales de GitLab. 

Pero no todo es color de rosas para el trabajo remoto. Sijbrandij admite que se ve afectado por el hecho de no poder viajar; y los padres en su staff también se enfrentaron a demandas extra. GitLab buscó responder a esto con días libres los viernes y alienta a tomarse vacaciones. “Es importante que todos recuerden que esto no es trabajar desde casa, esto es trabajar desde casa durante una pandemia -diferencia Sijbrandij-. No son épocas normales”. 

Una ironía de evangelizar sobre el trabajo remoto: si más compañías siguen a GitLab, significa que se reveló el secreto. “Teníamos la ventaja de que no había muchas opciones para sumarse a una compañía de rápido crecimiento. Ahora hay más competencia, y eso va a hacer subir los salarios -dice Sijbrandij-. Tengo muchas expectativas”.

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