Es una zona en plena ebullición, pero durante décadas fue un barrio del sur de la Florida que estuvo condenado al olvido. Empezó a resurgir hace poco más de diez años, y los principales responsables de darle visibilidad fueron los artistas callejeros que colonizaron los muros de las naves industriales. Luego, llegaron las galerías de arte y los locales de diseño. Hoy, este rincón a media distancia entre el popular Miami Beach y el exclusivo Bal Harbour, pero del otro lado del puente que cruza la Bahía de Biscayne, vibra con un nuevo acento argentino, y es el lugar elegido por decenas de nuevos restaurantes y marcas locales para hacer su desembarco internacional.
La última novedad es la de Niño Gordo, la parrilla asiático-argentina de Palermo comandada por los cocineros Pedro Peña y Germán Sitz. Ubicado en el puesto #34 en la lista Latin America's 50 Best, Niño Gordo irrumpió con su impronta: una mezcla de la estética de la propaganda maoísta de los años 70 con anime y beats hardcore. Y con esa rebeldía en la ambientación y la cocina, dicen sus dueños, llegaron a Wynwood para conquistar a los comensales de la zona.
Dos ciudades distintas y un mismo ADN
"Wynwood y Palermo comparten el mismo ADN: ambos son espacios de resistencia cultural que se han transformado a través del arte y la comunidad -explica Germán Sitz a Forbes-. Queremos traer el fuego que encendimos en Buenos Aires y hacerlo arder acá, donde la expresión artística y las historias de migración se sienten en cada rincón".
Después de tres años de idear el proyecto, buscar el local y algunos imprevistos que fueron salvados a tiempo, el restaurante abrió sus puertas hace un mes. Había que apurarse a poner todo en marcha y contar con el tiempo suficiente para entrar en calor antes de uno de los grandes eventos que se viene: la Copa del Mundo 2026, que tiene a Miami como una de las ciudades anfitrionas y que, además de posicionarla como un epicentro deportivo, será un fuerte incentivo turístico que llegará acompañado del consumo en hoteles, restaurantes y comercios.
Sin ser demasiado futboleros, los emprendedores coinciden en que una cara visible como la de Lionel Messi -desde su llegada a la ciudad para jugar en el Inter Miami- no solo ubicó al deporte en otro escalón, también le dio un empujón a la gastronomía. "Yo soy cero fútbol -confiesa Peña-, pero cada vez que venía a Wynwood para seguir más de cerca la obra encontraba mucho más movimiento que la vez anterior". Su percepción está en sintonía con la de otros colegas y empresarios de la industria, que coinciden en que Miami se está convirtiendo en una de las ciudades más solicitadas para invertir de Estados Unidos, sobre todo después de la pandemia.
Como Williamsburg en Nueva York
"Mucha gente quiere venir a vivir acá", dice Peña, y compara el barrio con lo que "podría ser Williamsburg en Nueva York". Según destacan los operadores locales, en Miami se reciben entre tres y cuatro consultas por semana de marcas argentinas que quieren abrir un local gastronómico allí. No importa que por año se inauguren unos 50 restaurantes y que quizá sea demasiado para la población estable, que son alrededor de 6 millones de habitantes en Miami Dade. La mayor cantidad de eventos de industrias como el entretenimiento, el arte, el real estate, la tecnología y ahora el deporte, con Messi como bandera, son un imán constante para nuevas inversiones.
Cuando se trata de negocios, la idea de expandir las fronteras siempre es tentadora, reconoce Sitz, pero aún con la experiencia de esta dupla, que lleva muchos años en la industria gastronómica y ocho restaurantes abiertos en la ciudad de Buenos Aires -en una lista donde figuran La Carnicería, Paquito, Chori, Los Jardines de las Barquin, y José El Carnicero, entre otros nombres- la aventura de poner un pie en Miami resultó mucho más complicada de lo esperado. "No tiene nada que ver con lo que uno se imagina -dispara Sitz-. Es un negocio completamente distinto, desde los tiempos hasta los sistemas de habilitación, contratistas, proveedores y modos de contratación". Por eso, reconoce el emprendedor y cocinero, muchos empresarios incorporan algún socio local para ahorrarse la curva de errores e imprevistos que suelen aparecer en el camino.
Idas, vueltas y contramarchas
"Nosotros comenzamos con una consultora instalada en Miami. Pero no funcionó -dice Sitz-. Fue un camino más largo, más costoso pero de mucho aprendizaje, y las cosas se acomodaron, por suerte, cuando comenzamos a trabajar en colaboración con Eduardo Suárez, a través del estudio Tres Tristes Tigres". Finalmente, el nuevo espacio de Niño Gordo hoy cuenta con 74 asientos en un escenario que se despliega casi como un cómic viviente, todo bajo su icónica luz roja. "Cada sala del restaurante, como sucede en Palermo, cuenta una historia distinta dentro del universo Niño Gordo -explica Sitz-.El mural gigante del artista argentino Ever Siempre es el doble de grande que el de Buenos Aires, y en Miami es la obra de arte que recibe a los visitantes desde la entrada". Con el mural, confía Sitz, hay una anécdota que quedará para el recuerdo, porque justo el día de la inauguración, un inspector del condado de Miami-Dade llegó al local y dijo que esa pintura no tenía autorización, que "así" no podía habilitarse.
"No lo podíamos creer, y tampoco entendíamos cuál era el impedimento", señala Sitz. Finalmente, después de algunas idas y vueltas, el mural del artista argentino tuvo su reconocimiento oficial y pasó a formar parte del recorrido al aire libre de obras de arte de Wynwood. Como el de Messi, al que la gente visita especialmente para sacarse fotos con la imagen del capitán del seleccionado argentino de fondo.
La ventaja de la estabilidad y un ticket más alto
Con el local ya rodando, Sitz menciona alguna de las ventajas de operar en una ciudad como Miami. La estabilidad de la moneda, algunos impuestos más bajos que en otras grandes ciudades del mundo y el precio del ticket promedio más elevado completan el círculo en una movida gastronómica que eleva la vara con cada nueva apertura. "El ticket promedio en Palermo es de 55 dólares, aproximadamente. Acá, en Miami, arrancamos con un ticket de 65 dólares como piso inicial. Pero es un valor de referencia bajo teniendo en cuenta el promedio de la zona, y de la calidad de la propuesta que ofrece Niño Gordo".
Negroni, Bar Presidente, Temple Bar, Piegari y Mostaza son solo algunos de los nombres que desembarcaron recientemente o están a punto de hacerlo en los próximos meses. Sin embargo, algunas consultoras gastronómicas coinciden que el interés de marcas argentinas es constante. Los espacios que buscan pueden variar desde los 80 hasta los 400 metros cuadrados, y la rentabilidad promedio de un local gastronómico en Miami, señalan, oscila entre el 15 y el 20 por ciento.