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Negocios

Las claves de Sinteplast, que factura US$ 300 millones y emplea 1300 personas, para crecer en un contexto de alta volatilidad

Cecilia Valleboni Forbes Staff

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La empresa de la familia Rodríguez que ya incorporó a la tercera generación, lidera el mercado de pinturas en el país y tiene fuerte presencia en América Latina.

29 Noviembre de 2023 14.10

Fue un sueño familiar. Así define Claudio Rodríguez los inicios de la empresa que fundó su padre, Raúl, en 1958. En aquel entonces, decidió abrir su propia fábrica de pintura -junto a dos socios, que posteriormente salieron del negocio- en un chalet en la calle Palmar, en la localidad de Lomas del Mirador. Fue en esa pequeña planta donde se instalaron los primeros molinos para la fabricación de pinturas. “Hoy somos la empresa nacional líder de pinturas, recubrimientos y materiales para la construcción”, destaca Rodríguez, director de la compañía y miembro de la segunda generación.

A lo largo de estos 65 años, Sinteplast creció, abrió nuevos sitios productivos y se expandió a nuevos mercados. Emplea a 1.300 personas y vende unos 90 millones de litros al año en América Latina. Su facturación ronda los US$ 300 millones. “Somos la empresa número uno del rubro en Argentina, la número dos en Uruguay y Bolivia, y tenemos presencia en Paraguay y Brasil”, asegura el empresario, que también destaca sus exportaciones a India, Perú, Chile, Ecuador, Colombia y Cuba. La expansión internacional empezó en 1986, cuando detectaron la necesidad de tener presencia fuera del país. “Había muchos productos que entraban de otros países y entendimos que para ser líderes en Argentina también necesitábamos estar en otros países”, refuerza.

El primer destino fue Bolivia, a fines de 1989, donde hoy tiene 200 empleados. Le siguieron Uruguay, Brasil y Paraguay. En general, a los países de América Latina llevaron la marca Sinteplast y, por la compra de fábricas en el exterior, sumaron otras marcas al portfolio. En Brasil, por caso, compró Tintas Sulan por US$ 3 millones en 2016 para fortalecer su presencia en el vecino país; y en Uruguay compró la marca Elbex en 2018.

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Crecer con adquisiciones fue un camino que la familia Rodríguez también emprendió en Argentina. En 2013, la compañía compró la división de pinturas del grupo alemán BASF por $ 100 millones, monto que comprende la adquisición, aportes como capital de trabajo e inversiones en ampliación de planta y equipos. La operación incluyó sumar a su portfolio la marca Casablanca. Cinco años después, en 2018, adquirió la marca y la operación comercial de Pinturas Polacrin en el marco de un plan de expansión que permitiría ampliar la cartera de clientes y puntos de venta.

Otro pilar de su negocio es la cadena de pinturerías Colorshop, que nació en 1999. “Somos la cadena más grande de pinturerías del país, con más de 300 locales y franquicias en todas las provincias”, detalla Marysol Rodríguez, hija de Claudio y uno de los representantes de la tercera generación en la compañía. Además, tiene otras 100 sucursales en los países en los que tiene presencia. “Es un pilar de nuestro negocio, porque nos permite llegar directo al consumidor, con asesoramiento personalizado”, añade Marysol, que ocupa la posición de gerente de Relaciones Institucionales de la firma.

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La compañía cuenta con plantas de producción en Argentina (en Buenos Aires, San Luis y Córdoba), Bolivia, Uruguay, Brasil y Paraguay, y cinco centros de atención al cliente (Neuquén, San Luis, Córdoba, Tucumán y Chaco). En el país, la planta más grande se encuentra en Ezeiza, en un predio de 11 hectáreas, que Rodríguez asegura que es modelo por su avance tecnológico -de hecho, es World Wide Manufacturing Classy la más grande inversión de la compañía con diversas líneas de fabricación como son las pinturas en aerosoles, diluyentes, solventes, pintura en polvo y acuosos. Además, cuenta con un depósito inteligente, que es el único de esas características en el país y en toda la región. Esta tecnología permite duplicar la capacidad de despacho de los productos de la fábrica con la mayor tecnología.

Hoy, la compañía tiene tres unidades de negocios. La que tiene mayor peso corresponde a pinturas decorativas. Otra unidad es el área BTB, donde forma parte de una cadena productiva de distintos productos y también de repintado automotriz, donde trabajan con talleres especializados. Además, hace cinco años, lanzó la unidad de negocios de materiales de construcción, que incluye hidrófugos, pastinas, morteros y hormigones, entre otros. “Somos una empresa que tiene la idea de no quedarnos quietos nunca; estamos siempre haciendo cosas y pensando qué podemos hacer. Buscamos innovar para crear productos con la mejor calidad del mercado, brindando soluciones para cada momento de la vida de las personas”, asegura Rodríguez.

Es que desde sus inicios, la innovación y el servicio al cliente se transformaron en parte de la cultura corporativa de Sinteplast. Enfocados en la reinversión constante, la creación de nuevos productos y desarrollo de nuevas fórmulas, permitieron descubrir nuevas maneras para lograr la más alta tecnología aplicada en los procesos productivos y así garantizar la más alta calidad en cada etapa de la cadena de valor. En este sentido, en 1991 lanzó el sistema de colores en Argentina con la primera máquina que permitía preparar hasta 2.000 colores en la pinturería. A solo cuatro meses de su lanzamiento, se instalaron 50 equipos en diferentes puntos del país y, en menos de dos años, estaban funcionando 250 máquinas. “El consumidor argentino de pinturas decorativas se caracteriza por buscar buena calidad y está muy atento al servicio que se le brinda”, destaca Rodriguez.

 

Empresa familiar 

 

En la empresa, ya se incorporó la tercera generación. En total, son 16 personas, de las cuales cinco ocupan cargos en la compañía. Entre ellas se encuentra Marysol, que asegura: “Hicimos un proceso de profesionalización a lo largo del tiempo y una pieza fundamental fue incluir un protocolo familiar, que son las reglas para preservar el patrimonio familiar”. Y añade: “Cuando nos juntamos en reunión de accionistas somos 20 personas”.

¿Cuáles son los desafíos que tiene ser una empresa familiar? 

Claudio Rodríguez (C.R.): Todo empresa Pyme o familiar nace por la pasión de hacer cosas y crece por esa misma pasión. Los dueños están apasionados de lo que hacen. No hay que perder la pasión, que es el gran motor de las empresas. 

Marysol Rodríguez (M.R.): Es importante trabajar mucho en el diálogo. Los que crecimos en empresas familiares sabemos que la empresa ocupa un lugar en la mesa familiar. No te digo diario, pero casi. Es clave profesionalizar procesos y buscar que el negocio sea sustentable a lo largo del tiempo manteniendo la pasión, que es el legado familiar.

¿Cuáles fueron los principales proyectos de los últimos años?

C.R.: Los más importantes fueron el lanzamiento de la línea de construcción y la ampliación de la planta, que nos permitió terminar el depósito automático. Hemos construido una nueva planta de producción de pinturas a solventes y hemos ampliado un 50% los depósitos de materia prima. También compramos una firma de Córdoba, que nos permite producir nuestro propio carbonato de calcio para poder abastecernos. Además, como grupo tenemos una planta de envases plásticos y la ampliamos para tener mayor capacidad. 

M.R.: En septiembre de 2021, a raíz de un incendio, perdimos una planta de fabricación de resinas y hoy ya está reconstruida y operativa. También ampliamos el porfolio de productos, trabajando fuertemente en todo lo que son el surtido en decorativo, con nuevas texturas y colores terminados.

Las inversiones son constantes… 

M.R.: Lamentablemente el que no invierte se queda. Nuestra intención es seguir liderando el mercado, ir por más. Las inversiones van desde seguridad informática, procesos productivos, innovación, desarrollo, marketing… Es un combo.

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¿Tienen materias primas importadas? 

M.R.: Sí, la mayoría. El pigmento por excelencia, que es el dióxido de titanio, es importado y tiene una producción y comercialización bastante concentrada. Lo mismo sucede con los pigmentos, que tienen dos orígenes en el mundo. Nosotros somos grandes consumidores -al que igual que muchas otras industrias- de emulsiones, resinas, pigmentos, monómeros y otras materias primas que son abastecidas desde el exterior.

¿Y cómo impacta la coyuntura y las restricciones en el negocio? 

C.R.: Es un problema muy serio. Si no nos falta materia prima a nosotros, le falta a un proveedor para poder terminar lo que nosotros necesitamos. Es muy problemático. Hace más de un año que venimos así. 

M.R.: Hubo distintos momentos de la complejidad del tema. Pero lo cierto es que afecta directamente a la planificación de la producción y a poder tener un flujo normal de no solo abastecimiento, sino de poder planificar. Por ejemplo, lanzamientos o productos que tienen cierta estacionalidad. En nuestro caso, la pintura tiene -cada vez menos, pero tiene- estacionalidad. De agosto a fin de año es la temporada más alta. Y estar sin certezas sobre el aprovisionamiento de materias primas nos obliga a ir surfeando.

¿Tuvieron grandes faltantes?

C.R.: Sí, hemos tenido líneas paradas, cambios de envases y de materias primas. Es un constante problema.

Después de tantos años como empresario, ¿uno se acostumbra a la volatilidad de Argentina? 

C.R.: Hemos pasado todas. Esta es una nueva, esta es una distinta. Uno siempre termina planeando todo a mediano y largo plazo pero el corto plazo te consume demasiado tiempo.

¿Qué aspecto de la macro es lo que más tiempo ocupa de tu agenda? 

C.R.: Sin duda, el tema de las materias primas. También estamos muy atentos a la inflación y al dólar, pero sería un problema menor si tenemos materias primas. 

M.R.: Hoy el abastecimiento real es un tema que da complejidad. No tuvimos parada completa de las plantas, pero genera baja productividad en los procesos. Cuando uno no tiene certeza y no puede planificar, se generan ineficiencias…

Sinteplast, predio Ezeiza
 

¿Cuáles son los principales planes a mediano plazo? 

C.R.: Nosotros estamos trabajando muy fuerte en expandirnos en el exterior, para que nos ayude a pasar las crisis en Argentina. Estamos trabajando mucho en ampliar las líneas de productos, llegar con más productos a los puntos de venta que tenemos; hacer fuerza en toda la línea de construcción que nos está dando una grata sorpresa todos los días que seguimos creciendo en eso; y automatización de la planta y mejora de procesos, todo lo que sea poder llegar con mejores costos a nuestros clientes también.

¿Cómo afecta al mercado de las pinturas decorativas la macro y el bolsillo de los argentinos? 

C.R.: Varía con el PBI. Tiene un multiplicador: cuando la economía crece, el sector crece más que el PBI; y cuando viene un año malo, cae más que el PBI. Nosotros estamos por suerte con una curva un poquito mejor, crecemos más fácil que el PBI. Igualmente, por ejemplo, el 2020 cuando el PBI cayó, el mercado de pinturas creció. La gente se quedó en la casa y pintó, pero fue un año atípico. En 2021, fue un año más tranquilo porque la gente ya había pintado, si bien el PBI creció. Pero en general, en promedio de los 20 años, da que tiene una correlatividad con el PBI.

¿Y se hace más difícil crecer? 

C.R.: Nosotros es difícil que no crezcamos, porque siempre estamos ganando mercado a la competencia. Nos defendemos de las caídas haciendo cosas: con nuevas líneas, ampliando portfolio. M.R.: Además tenemos negocios que se mueven de forma diferente. Por ejemplo, hoy, lo que es repintado automotor, con el valor que tienen las autopartes, hay mucha gente que prefiere reparar una puerta a comprar una nueva. Eso se guía por otros indicadores. Lo mismo que el negocio industrial, que se mueve por otros caminos. Con eso, amortiguamos.

 

 

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