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Sam Yagan, Match.copm (Photo by Andrew Burton/Getty Images)
Negocios

La verdad detrás del boom de Tinder: por qué fracasar 17 veces fue la clave del éxito

Nathan Furr

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La incomodidad de equivocarse fue el precio que tuvieron que pagar para romper con la inercia y dar con la chispa que cambió para siempre la forma de encontrar el amor.

14 Octubre de 2025 20.30

El equipo ejecutivo de Match.com, el reconocido sitio de citas online, observaba desde el exterior, en plena oscuridad, el video de SpaceX intentando aterrizar el primer cohete reutilizable en el mar. Pero el cohete estaba demasiado inclinado hacia la izquierda como para lograrlo. Cuando se activaron los propulsores inversos, se sobrecorrigió y se inclinó en exceso hacia el otro lado, hasta que explotó sobre la plataforma de aterrizaje y dejó tras de sí una nube de fuego y escombros.

Cuando terminó el video, el empresario y director ejecutivo Sam Yagan rompió el silencio con una pregunta a su equipo: "¿Qué acabamos de ver?". Por unos segundos, nadie respondió. Hasta que la directora de marketing levantó la mano y dijo: "¿Es un lanzamiento fallido de un cohete?".

Sam hizo una pausa, pensativo. Luego, nos confesó: "Me alegra mucho que haya dicho la palabra 'fracaso'". Ese comentario le sirvió para introducir la lección que quería transmitir en esa reunión fuera de la oficina.

Cuando Sam Yagan asumió como CEO con la misión de reinventar la empresa frente al avance de startups competidoras, el equipo tuvo dificultades para identificar oportunidades reales. Se discutieron nuevas ideas e incluso se lanzaron algunos proyectos piloto, pero nadie los tomó en serio.

Mientras pensaba qué le impedía al equipo —pese a contar con talento y recursos de sobra— detectar y aprovechar esas oportunidades, lo entendió: "Me di cuenta de que todos los miembros del equipo ejecutivo nunca habían fracasado. Literalmente, esta mujer fue la mejor estudiante de la preparatoria, Yale con honores, Stanford con honores. ¡Dios mío!, estas personas se han convertido en ejecutivas de una gran empresa gracias, ¿adivinen qué?, a ser la número uno, a obtener una calificación de 5 sobre 5 y a recibir sus evaluaciones anuales".

Cuando Sam Yagan volvió a encender las luces, agradeció a la directora de marketing y lanzó otra pregunta: "¿Es concebible que puedas ir a Marte sin fallar en el camino?". Ella sonrió, entendiendo adónde quería llegar, y respondió: "No, por supuesto que fallarías".

Entonces, Sam se dirigió al resto del equipo y explicó el núcleo del problema: "Por definición, los grandes logros no se pueden lograr sin fracasar. Si podés lograrlo sin fracasar, no es tan difícil. Por lo tanto, para lograr grandes cosas es necesario fracasar".

La lección pareció quedar clara, porque el equipo intentó crear un nuevo modelo de negocio y fracasó 17 veces. Solo en el intento siguiente, después de todos esos errores, descubrieron el modelo disruptivo que transformó por completo su industria: Tinder, que atrajo seis veces más usuarios y se convirtió en el nuevo estándar del sector.

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Cuanto más miedo se tiene a fracasar, menos riesgos se asumen, y con eso también se reducen las oportunidades. 

 

La experiencia de Sam Yagan deja una enseñanza clara: la paradoja del éxito. Tanto a nivel individual como empresarial, el éxito puede convertirse en un obstáculo para seguir creciendo. Cuanto más miedo se tiene a fracasar, menos riesgos se asumen, y con eso también se reducen las oportunidades. Es algo que se repite en muchas trayectorias profesionales, sobre todo en grandes empresas, donde las personas evitan proponer ideas innovadoras por temor a que un posible fracaso les cierre el camino hacia un ascenso.

Lo mismo ocurre con la adopción de la inteligencia artificial. Investigaciones recientes indican que una evaluación excesivamente cautelosa de las nuevas iniciativas vinculadas a esta tecnología termina generando resultados pobres, poco atractivos y, en muchos casos, lleva al desarme de los proyectos. En cambio, el director ejecutivo de Lego dio un ejemplo muy distinto. En una entrevista, contó cómo decidieron abrir locales físicos, a contramano de la idea generalizada de abandonar el comercio minorista. El riesgo que tomaron fue ubicar las primeras sucursales en zonas de alta circulación de personas, en lugar de elegir pisos superiores más económicos. También destinaron recursos importantes para esa apuesta. El resultado fue exitoso. Pero, claro, no fue improvisado: primero estudiaron a fondo las necesidades de los clientes y probaron distintos conceptos. Una vez que definieron el camino, actuaron con una convicción que los llevó al resultado que buscaban.

En nuestra investigación sobre cómo liderar en contextos de incertidumbre, encontramos que la clave del éxito no pasa por tener todas las respuestas, sino por la voluntad de intentarlo. No una ni dos veces, sino muchas, tratando cada intento como una oportunidad para aprender.

Para poner en práctica ese principio, vale hacerse algunas preguntas:

  1. ¿Cuáles son las cosas que más me importan, ya sea en el plano profesional o personal?
  2. ¿Qué riesgo valdría la pena asumir si quisiera crecer o abrir una nueva posibilidad?
  3. ¿De qué forma podría convertir ese riesgo en una puerta de doble sentido —es decir, que si no funciona, pueda revertir la decisión sin consecuencias graves?
  4. ¿Cuándo voy a dar ese próximo paso?

 

*Con información de Forbes US.

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