Para Walter Bressia, presidente de Bodegas de Argentina, 2025 termina con un dato clave: el sector vuelve a ver movimiento en ventas y un leve repunte en exportaciones, después de dos años en los que las bodegas sostuvieron marcas a fuerza de promociones y utilidades sacrificadas.
Pero el panorama, lejos de ser negativo, abre una oportunidad estratégica. Con una industria más competitiva, inversiones crecientes en zonas como Agrelo y un marco regulatorio simplificado que elimina 972 resoluciones históricas del INV, Bressia anticipa que Argentina está en condiciones de recuperar participación internacional y potenciar su segmento de alta gama.
En diálogo con Forbes, en ocasión de presentar en Buenos Aires su última creación -Grand Rouge- destaca la necesidad de trabajar sobre costos, no resignar calidad y apostar al enoturismo como vector de fidelización y expansión.
-¿En qué estado llega el sector de la vitivinicultura a este final de 2025?
-Y... llega complicada la vitivinicultura. Con algunos síntomas de mejoría, que se han notado ahora hacia fines del año. Se ha empezado a notar un pequeño repunte en las ventas, algo que se está moviendo en las exportaciones también. Pero venimos de dos años muy difíciles, en donde se ha sostenido en función de sacrificar utilidades. Las promociones y todo lo que han estado haciendo las bodegas ha sido para sostener la marca y es lo que se ha logrado.
Es una situación que no es la primera vez que le pasa al sector, como le pasa a cualquier otro rubro. La vitivinicultura no es la excepción, pero lógicamente siempre se repone porque, por la dirigencia que hay, por el tipo de actividad que es, tenemos que estar siempre protegiendo los intereses, cuidando la materia prima, tratando siempre de pensar hacia adelante.
Es una actividad que llevamos muchos años y en donde se ha crecido en función de la calidad. Y la calidad responde a cuidar, en primer lugar, el viñedo; a cuidar en la bodega los vinos, y eso ninguna bodega está dispuesta a resignarlo. Así que, está difícil, pero estamos saliendo.
-Con bolsillos ajustados, ¿qué estrategias encuentran las bodegas para sostener la demanda local sin deteriorar márgenes?
-Creo que se ha hecho con promociones. Hoy en general se ha elevado la calidad en todos los segmentos, y eso realmente es muy bueno porque eso queda.

Es mucho más competitiva la actividad y eso realmente ha sido muy bueno para el sector. Porque cuando se van logrando este tipo de resultados, quedan, no se pierden. Lo que se ha logrado, se mantiene.
Y de ahí se sigue al año siguiente. Ese es un poco el éxito de nuestra actividad. Una de las razones y de las herramientas que tiene la bodega para mejorar la competitividad es la inversión en equipamiento. Y esos equipamientos también son inversiones que quedan en la bodega y que finalmente el único beneficiario o el mayor beneficiado es el consumidor.
-El Gobierno eliminó ciertas normativas del INV respecto al control del vino. ¿Qué opinión le merecen estos cambios?
-Nosotros hemos trabajado mucho desde Bodegas de Argentina con el INV. Tratando de simplificar las reglamentaciones que tenía el INV. Que la verdad, eran muchas resoluciones, una reglamentación que se fue haciendo a través de los años y eran como si fueran las capas de cebolla, una sobre otra, una sobre otra. Finalmente se terminaron y desde el Gobierno Nacional, quedaron las más importantes, las que considerábamos que eran importantes y que se debían mantener para flexibilizar el funcionamiento de la vitivinicultura y para modernizarla. A raíz de eso, se han eliminado esas 972 resoluciones y bueno, quedan algunos puntos, algunas resoluciones que se están discutiendo en este momento, pero no son las fundamentales.
Yo creo que vamos a llegar a un acuerdo perfecto entre las instituciones y el Gobierno Nacional y se va a poder destrabar finalmente todo lo que es la burocracia que teníamos dentro de la vitivinicultura.
-Competidores como Chile, España y Australia van ocupando espacios en materia de comercio exterior. ¿Argentina tiene posibilidad concreta de recuperar terreno?
-Chile, España y Australia no están pasando tampoco su mejor momento porque también están con problemas de caída de consumo porque esto es un tema mundial, por diferentes razones, por problemas económicos en los países que son demandantes, el caso de Estados Unidos, por ejemplo, que bajó el consumo de vino. Ellos también en Estados Unidos tienen dificultades con la vitivinicultura, mucho más fuerte que la que tenemos nosotros.
Chile tampoco está pasando su mejor momento. Ellos, inclusive, la tienen más difícil porque el mercado interno chileno es muy chico comparado con la Argentina. Argentina tiene 70% que se consume en el mercado interno y un 30% que se exporta y en Chile es al revés prácticamente. Lo que exportan es el 70% o el 80% y el 20% es lo que consumen.
Australia tuvo una gran caída porque su principal importador de vinos es Asia y, por cuestiones políticas y también económicas, le dejó de comprar. Entonces tuvieron una acumulación de stock fuerte y ahora creo que, de a poco, lo están restaurando. Argentina, claro que tiene posibilidades concretas de recuperar.
En Argentina nosotros llegamos a tener casi el 4%, teníamos el 3,8% del mercado internacional. Hoy hemos bajado un poco más del 2%. Así que hay que recuperar eso y seguir creciendo, no tengo dudas que se va a lograr.
-Como bodeguero y referente del sector, ¿cree que hay quienes están invirtiendo o prevalece la cautela?
-El sector es muy pujante, muy maduro y está en condiciones de pelear cualquier mercado. Es el momento de inversiones. Hay inversiones en viñedos sobre todo y se puede ver en zonas como Agrelo donde se está invirtiendo mucho.
Hay proyectos muy importantes de empresarios argentinos fuertes que están apostando en la vitivinicultura con inversiones en bodegas e inversiones en viñedos. Así que hoy se sigue invirtiendo a un ritmo más tranquilo que también está ligado a las condiciones nacionales, a cómo se termina resolviendo el tema de leyes laborales, la parte judicial, la seguridad y no menor la seguridad financiera y económica. En la medida en que eso quede resuelto, que le dé más claridad y tranquilidad a los inversores, lógicamente se va a activar nuevamente.

-¿Cómo ve hoy la rentabilidad de una bodega promedio, considerando materia prima, insumos, logística y carga impositiva? Y, en su caso particular, ¿qué tipo de acciones e inversiones realizaron este año?
-Hoy hay que ajustarse, hay que ser muy competitivos. La calidad no se negocia, eso tiene que ir cada vez más en ascenso y las inversiones en equipamiento que permitan mejorar la competitividad, en todo sentido. Porque antes, con el tema inflacionario, cuando teníamos una inflación importante, todo se tapaba con aumentos de precios.
Íbamos ajustando las listas en función de lo que nos aumentaban los productos. Hoy que la inflación está más controlada, empiezan a aparecer las dificultades de las bodegas. Entonces, ahí hay que empezar a trabajar sobre los costos que tiene cada bodega. Y sobre los costos hay que ir muy finitos para poder realmente ser competitivos, no perder rentabilidad y crecer.
-Y ¿en la franja vino de alta gama?
-El vino en el segmento de alta gama es el que más ha crecido, sobre todo porque los volúmenes son más pequeños, el estilo de los vinos es diferente, entonces, es un sector que tiene un gran reflejo de incremento también.
-¿Cree que el enoturismo -tal como mencionó recientemente Bulgheroni- puede convertirse en una fuente de ingresos que amortigüe el freno del mercado interno?
- En Bodegas de Argentina hemos sido casi los padres del enoturismo en el mercado vitivinícola del país. Hace casi 30 años que la Cámara empezó con un trabajo muy fuerte en las bodegas, contratando expertos internacionales para que nos asesoraran en cómo manejar el enoturismo. Y es lo que hoy hemos logrado.
Por eso estamos convencidos de que el enoturismo es una herramienta muy válida como salida para la vitivinicultura, porque además de fidelizar al consumidor, permite expandir la marca a diferentes mercados, ya sean nacionales como internacionales, incluso me ha tocado participar en esos eventos así que tenemos ese aspecto muy claro.
-Si tuviera que definir el 2026 para el sector en tres palabras, ¿cuáles serían?
-Creo que el 2026 va a ser un año de un crecimiento mesurado. Así que hay que ser cautos, hay que ir muy medidos y no perder el foco.
-Hablemos del Grand Rouge, una etiqueta con un concepto muy personal, que presentó recientemente en BsAs.
-Grand Rouge es un proyecto que nació hace ya más de cuatro años como una línea de vinos. El primer vino fue Grand Blanc, que es un blend de cinco variedades, inédito en la Argentina, sobre todo para un vino blanco y para un vino blanco de alta gama y de guarda.
El mismo concepto primó para elaborar este Grand Rouge, que muestra un estilo mucho más internacional, sin perder el estilo clásico de Bressia, sin perder la elegancia, la fineza. Todo lo que buscamos en Bressia lo tenemos en este vino, pero también tenemos lo moderno, lo progresivo y lo que vendrá. Esas son mis expectativas en este vino.

-¿Cómo dialoga este vino con el legado Bressia?
- Es un vino que se protege mucho desde el viñedo con una vinificación mucho más cuidada, mucho más dedicada para preservar la fruta en el vino y eso es lo que hemos buscado en el Grand Rouge. Un vino que preserve la fruta, que sea elegante, que tenga una acidez importante, pero sin ser agresiva, que permita conservar el vino mucho tiempo en botella, con una guarda prolongada.
-En una industria que mira cada vez más hacia este tipo de "vino de montaña", ¿cree que este estilo puede convertirse en la próxima gran "firma" del vino argentino en el mundo?
-Le puse "vino de montaña" porque realmente es un vino que viene de una zona de montaña. La altura tiene sus beneficios técnicos en un vino, que lo sabemos desde siempre. A mayor altitud tenemos mejores noches, más frescas, por lo tanto, el diferencial de temperatura entre el día y la noche es muy alto y eso favorece mucho a la madurez de las uvas para obtener uvas con un ph adecuado.
Así que es lo que se busca. Pero en otras zonas, lógicamente, que no tienen montaña, tienen que lograr estas cosas con conocimiento profundo y muy profesional por parte de los técnicos y reemplazar la altura por otras condiciones, por momentos de cosecha, por tecnología y por cuidado de los vinos.