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Gastón Remy, CEO de Dow, afirma que la política en los negocios nubla la visión de los empresarios. Volvió hace tres años al país con un objetivo claro: cerrar el acuerdo con YPF por Vaca Muerta.

15 Mayo de 2017 12.27

Gastón Remy, CEO de Dow, afirma que la política en los negocios nubla la visión de los empresarios. Volvió hace tres años al país con un objetivo claro: cerrar el acuerdo con YPF por Vaca Muerta.

Con título de abogado, Gastón Remy inició su carrera en Dow Chemical hace 15 años en Bahía Blanca, se mudó en 2008 a la sede central en el pequeño condado de Midland, Michigan (USA), donde hasta las principales atracciones turísticas llevan el nombre de la compañía y, antes de volver al país, recaló en 2011 en la superpoblada San Pablo para dirigir el departamento de Legales para toda América latina.

Tres años después, finalmente volvió a aterrizar en Buenos Aires con una gran misión bajo el brazo: cerrar el acuerdo con YPF por Vaca Muerta, que implicaba una inversión inicial por US$ 500 millones, cifra que se multiplicó por cuatro el año pasado.

Esa apuesta por US$ 2.000 millones fue lo que trajo a la Argentina en septiembre último al número uno de la compañía a nivel mundial, Andrew Liveris, también el titular del American Manufacturing Council creado por Donald Trump.

“Dow decide hace cuatro años, por primera vez en su historia, salir a producir su materia prima, el gas. Antes hubiera sido impensado y mucho más en la Argentina, en el momento que estaba. Pero ahora hay una dinámica en la que desde una filial local se puede manejar un proyecto trascendental al nivel global”, afirma Remy, ahora a cargo de llevar a buen puerto ese plan desde la posición de CEO.

¿Cómo evaluás, por el momento, los resultados del proyectó

Súper positivamente. El campo El Orejano, que es el que explotamos nosotros con YPF, es el campo de gas de mayor producción del mundo fuera de Norteamérica. Los resultados que vamos viendo en términos geológicos y de eficiencia superaron nuestras expectativas.

La asociación de YPF con Dow, por un lado, y Chevron por el otro son contemporáneas. Sin embargo, con Chevron todavía persiste la polémica por la confidencialidad del contrato.

En nuestro caso, no. Eso fue muy distinto, no sólo desde ese punto de vista sino también desde la estrategia de negocios. En ese momento no era tan claro si la apuesta tenía que ser para shale oil o shale gas, y hoy vemos que la apuesta a shale gas ha pagado con creces.

¿El negocio ya es rentablé

Tenemos un camino que recorrer todavía en lo que son los costos, tanto laborales como de infraestructura. Nuestro foco no es tanto la rentabilidad de ese campo sino el impacto que tiene para toda nuestra cadena asegurarnos el abastecimiento. En poco tiempo, el negocio será atractivo y rentable aunque todavía hay por delante una curva muy importante en términos de eficiencia y competitividad. En ese sentido, el acuerdo que se acaba de firmar con el sector petrolero es una ayuda.

Diríamos que sos un afortunado: operás en uno de los sectores más calmos y con mejores perspectivas.

La Argentina es la sexta subsidiaria más grande de Dow en el mundo, algo bastante inédito para multinacionales de tanto tamaño, porque está desproporcionado al tamaño de la economía. Esa relevancia se apoya en que somos jugadores fuertes en el agro, con protección de cultivos y biotecnología de semillas. Ahora la plataforma de energía, estamos en un sector que tiene un potencial enorme con una pata muy fuerte en lo que es valor agregado de esa energía. El gas para nosotros es materia prima, lo transformamos en productos como el polietileno para exportar al mundo. En eso somos competitivos. Y después está el tercer segmento, más orientado a consumo masivo.

Asumo que ahí ya no les va tan bien.

Esa es la parte que está más complicada. Productos que van a la industria automotriz, de los electrónicos o de línea blanca, colchones. Nuestra diversidad muestra un poco lo que está aconteciendo en la transición de modelos económicos, en la que somos naturalmente competitivos en algunos sectores y en otros hay que esperar que se acomode.

¿Pero por qué la economía no termina de arrancar?

El potencial que tiene la Argentina es impresionante, nunca tuvimos dudas. El campo ya lo está mostrando. Es una locomotora que con sólo no ponerle palos en la rueda, tracciona y responde rápido. Ya se ve en los niveles de producción. Ahí estamos hablando de alimentos, que es lo que el mundo necesita. Y está el potencial en la energía, que es por lo que el mundo se pelea. Desde esa perspectiva, la Argentina se ve distinta. Hay que abstraerse del ruido del momento.

Cuando vino Liveris, el año pasado, había un clima de entusiasmo, un momentum, que parece haberse perdido. ¿Qué piensa Liveris hoy?

Hace un tiempo, la mirada externa era mucho más negativa que la que nosotros tal vez transmitíamos desde la filial local. Está bien lo que dice el Financial Times y todo eso, les decíamos, pero no podemos dejar de ver algunas oportunidades. Hoy se revierte eso y el ruido nuestro tan argentino, no es lo que se está mirando de afuera. Lo que se está mirando es una trayectoria, los cambios estructurales y desde acá tenemos que contemporizar esa mirada, que sigue siendo positiva.

¿El día a día local no genera ningún impactó

Lo que tenemos que aprender los argentinos, yo trato de hacerlo, es no subirnos a la montaña rusa donde una semana todo está bien y la otra todo está mal. Yo no puedo manejar mis planes estratégicos por qué pasó con el paro del lunes.

Pero tal vez sí influya un resultado electoral determinado, pensando ya en octubre.

Ahí sí. Acabo de volver de los Estados Unidos, de una reunión global, y el punto que surge, si hay algún tipo de duda es, en general, si los cambios estructurales se van a mantener o si va a haber otro banquinazo. Es una duda válida aunque yo no soy de los que creen que en octubre se juega el destino del país aunque va a ser, seguramente, una señal de cómo la sociedad va acompañando o no algunos de estos cambios. Creo que, desde el punto de vista de los negocios, hay que desdramatizar la política. Eso te nubla la visión.

¿Decís que eso les pasa a los empresarios, están nublados?

Estoy convencido de que en la Argentina nos dejamos llevar innecesariamente por el ruido del día a día y nos perdemos oportunidades importantes. Es cierto que en América latina hay una cierta tendencia a la volatilidad permanente, no somos solamente nosotros.

¿Por eso no terminan de llegar las inversiones, más allá de anuncios puntuales?

Admito que si no estás parado en un sector donde ves una ventaja comparativa y competitiva tan clara, todavía hay margen para las dudas. Soy muy cauto en no mostrar el caso de Dow como el único ejemplo a seguir. No le podés pedir a un textil hoy que tenga la misma valentía que al que está en energía o el campo. Aunque también es cierto que si vamos a esperar que estén todos los patitos en fila y los planetas alineados, no hacemos nada. Porque todo el tiempo se desalinean, te aparecen cisnes negros, no sólo acá. Pasa en el mundo, el Brexit por ejemplo. Hoy el mundo está impregnado de volatilidad.

El rol de los empresarios: la política en los negocios

Remy es, desde noviembre del año pasado, presidente del Coloquio de IDEA, función que tal vez le haya hecho observar con mayor detenimiento y compromiso el rol de la clase empresaria argentina y de los ejecutivos que, como él, dirigen multinacionales que operan en el país.

“Creo que estamos ante un recambio empresarial muy grande, de mentalidad y forma de ver las cosas. No entender la diferencia que hay entre un ejecutivo de una multinacional y el dueño de una empresa hace perder parte de la historia, por las motivaciones, los intereses y las preocupaciones de cada uno. Claramente son animales distintos. Pero algo está pasando en las multinacionales, hay un cambio”, asegura.

¿Qué tipo de cambió

En el perfil de los ejecutivos que son, en su mayoría, argentinos. Hay una sensación de quiebre, de “algo tenemos que hacer” y de compromiso que empiezan a mostrar que es diferente. Yo lo veo en mis colegas, entre los que volvimos, la mayoría de ellos Ceos o presidentes de compañías que no regresaron sólo para marcar “su próximo paso” en sus carreras corporativas sino con una intención de contribución que trascienda el interés propio y de la compañía. También a nivel mundial las compañías están tomando nota de la desigualdad, ahora escuchamos a CEOs hablando de “capitalismo inclusivo”, hay un reconocimiento de que algo distinto hay que hacer.

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