En América Latina ya hay unicornios con liderazgo femenino. Nubank en Brasil. Gupy. Rappi, con cofundadora mujer. Uruguay tiene el suyo. Chile también. Argentina no. La ausencia de una unicornia nacional no se debe a falta de ambición ni de talento. El problema es más incómodo: un ecosistema que no sabe —o no quiere— habilitar los caminos que harían posible ese tipo de éxito.
"Aún hoy, la imagen del emprendedor exitoso sigue siendo masculina", asegura Julia Bearzi, directora ejecutiva de Endeavor Argentina, y aclara que: "las mujeres acceden con menos frecuencia al capital necesario en las primeras etapas, lo que condiciona todo lo que viene después". En 2024, solo el 2,3% del capital de riesgo en América Latina fue a parar a startups lideradas por mujeres, según Crunchbase y el Foro Económico Mundial. Ese porcentaje, más que un número, es una declaración del sistema: lo que no se ve como potencial, no se financia.
Lisa Ocampo, asesora de startups y experta en financiamiento colectivo, sostiene que: "construir un unicornio exige capital, red de contactos, tolerancia al riesgo y liderazgo en escala. Y las mujeres aún enfrentan barreras en todos esos frentes". Añade además que: "el 80% de los business angels en la región son varones, y eso condiciona qué proyectos llegan a la mesa". Victoria Akerman, Principal, Portfolio Management & Investor Relations de Newtopia, plantea que: "las mujeres siguen sin sentirse parte del juego. La representación escasa en comités de decisión y fondos con tesis de género sigue siendo un limitante enorme".
Redes rotas, capital esquivo
El 82,2% de las mujeres en América Latina emprende por necesidad, frente al 67,2% de los hombres, según informó en 2024 el Foro Económico Mundial. El 44,5% lo hace en soledad, sin cofundadores ni equipos iniciales. Ese aislamiento no es una elección, es una consecuencia: menos redes, menos respaldo, menos margen para equivocarse. "La mayoría de las mujeres fundadoras llega sin la red informal que conecta a los hombres con inversores y mentores", afirma Bearzi, y destaca que: "eso las obliga a demostrar el doble para obtener la mitad".
La brecha se profundiza en sectores de innovación. Las mujeres representan solo el 28.2% de la fuerza laboral en STEM en América Latina, y enfrentan mayores barreras para acceder al capital institucional, según el BID. Incluso cuando logran levantar inversión, las condiciones suelen ser más restrictivas, como advierte el Banco Mundial. "Se sigue considerando que las mujeres emprenden por hobby o por necesidad, y no por ambición o estrategia", plantea Melanie Wolman, cofundadora y CEO de The Food Market, y añade: "eso las empuja a sectores más feminizados, con menos escalabilidad y menor financiamiento".
Ocampo advierte que: "cuando hay más mujeres inversoras, se invierte más en mujeres", pero en América Latina solo una de cada cuatro personas en comités de inversión es mujer. Bearzi coincide y remarca que: "la falta de diversidad en los espacios donde se decide hacia dónde va el capital termina moldeando el tipo de proyectos que reciben financiación". Las ideas nuevas no escalan si no se parecen a quienes ya están en la cima.
Las invisibles del poder
La ausencia de unicornias no es una anomalía: es el resultado predecible de una arquitectura diseñada sin mujeres. Según el Banco Mundial, solo el 14% de los miembros de juntas directivas en América Latina son mujeres, y apenas el 4% llega al cargo de CEO. Mientras la ambición de los hombres se celebra, la de las mujeres se cuestiona. "Los sesgos operan al evaluar liderazgo, ambición o escalabilidad", señala Ocampo, y suma que: "la rentabilidad es clave, pero los fondos siguen premiando la familiaridad por sobre la diversidad".
Akerman considera que: "la ausencia de unicornios fundados por mujeres también refleja que muchas aún no se animan a emprender a gran escala porque el ecosistema no las hace sentir parte del juego", y aclara que: "el problema no es solo de acceso a capital, sino de representación: faltan referentes, fondos con tesis de género, y políticas de acompañamiento real".
"En Endeavor lo vemos todo el tiempo: cuando una mujer accede al capital y escala, tracciona a muchas otras", explica Bearzi, y sostiene que: "por eso no se trata de sumar mujeres a los paneles, sino de garantizar condiciones estructurales para que lideren, escalen y generen impacto". El talento está. Lo que falta es decisión.
Un sistema que no se actualiza
Los países que sí tienen unicornias no lo lograron por azar. En Brasil, programas del BNDES y fondos con enfoque de género permitieron escalar proyectos liderados por mujeres como Nubank o Gupy. En Chile, Start-Up Chile diseñó incentivos específicos. "La infraestructura del ecosistema hace una diferencia clave", remarca Ocampo, y explica que: "si no se interviene el embudo desde el inicio, solo llegan al final los de siempre".
Según el Foro Económico Mundial, el 45% de las fundadoras en mercados emergentes carece de acceso estable a internet, y las empresas lideradas por mujeres tienden a ser más pequeñas y menos productivas, no por falta de capacidad, sino por el acceso desigual a recursos. "Las mujeres siguen cargando con el doble de tareas domésticas que los hombres", detalla Wolman, y subraya que: "eso condiciona el tiempo, la disponibilidad mental y la percepción de compromiso ante inversores".

Las políticas necesarias no son un misterio. Ocampo propone: "fondos de inversión público-privados con enfoque de género, incentivos fiscales a quienes inviertan en mujeres, aceleradoras especializadas, formación de inversoras y una red nacional de mentoras con recorrido comprobado". Y concluye: "no estamos hablando de cuotas. Estamos hablando de reequilibrar un sistema que hoy sigue premiando lo previsible".
Argentina no tiene una unicornia. Pero tiene mujeres que ya fundaron, escalaron, sobrevivieron y facturan. La pregunta no es si pueden hacerlo. La pregunta es cuándo las estructuras dejarán de operar como fronteras invisibles entre las buenas ideas y el capital.