En 1982, Gustavo Calderón tenía un problema recurrente: no conseguía proveedores de hongos que cumplieran con la calidad y los tiempos que necesitaba para abastecer a los restaurantes porteños. La solución que encontró marcó el inicio de lo que hoy es una empresa familiar que factura aproximadamente US$ 10 millones anuales y se prepara para triplicar su producción en los próximos seis años.
"Todo empezó con mi papá en 1982. En ese momento él vendía hongos a restaurantes, porque en ese entonces el consumo estaba 100% ligado a lo gastronómico. Pero cada vez le costaba más conseguir proveedores que cumplieran con la calidad y los tiempos que él necesitaba", relata Marcos Calderón, actual gerente general de Hongos del Pilar.
La empresa, fundada por Gustavo y Julia Barrales, comenzó con una inversión inicial modesta: el dinero ahorrado del trabajo de toda una vida. "Alquiló una vieja criadora de pollos, la adaptó para el cultivo, y arrancó. Cultivaba por la mañana y salía a vender por la tarde. Era un ritmo intenso, pero él estaba convencido", recuerda Marcos sobre aquellos primeros años.
La decisión de especializarse exclusivamente en champiñones blancos y portobellos no fue casual. Según estimaciones de la empresa, el consumo de hongos en Argentina viene creciendo de forma sostenida en sintonía con una tendencia global que muestra un aumento del 6% anual en el mercado de hongos comestibles.
"Hoy en día la gente busca alimentos sabrosos, nutritivos y naturales; y los hongos cumplen con todo eso. Además de ser bajos en calorías, los hongos tienen una textura y un sabor que los hace muy versátiles en la cocina", explica Calderón.
El mercado argentino de hongos experimentó una transformación significativa hacia el año 2000, cuando su consumo se amplió más allá de restaurantes y hoteles para incorporarse a las góndolas de supermercados y, progresivamente, al hogar de los argentinos. "Antes eran un ingrediente exótico o gourmet; hoy están entrando en la cocina diaria, y eso habla de un cambio en los hábitos de consumo que llegó para quedarse", sostiene el empresario.
En 2019, Hongos del Pilar inició un ambicioso proyecto de modernización de su planta en tres etapas, con una inversión proyectada de más de US$ 7 millones, financiada progresivamente a través de distintos préstamos. Hasta la fecha, ya llevan invertidos más de US$ 4 millones.
Los resultados son tangibles: en 2024 se alcanzaron 2 millones de kg/año, lo que representa el doble de la producción original de 1 millón de kilogramos anuales. El objetivo es llegar a 3 millones de kg/año para 2030.
"Proyectamos una ampliación de la producción entre un 15% y un 20% en 2026, y una nueva expansión en 2028 con un incremento estimado del 30%, reflejo de una planificación a largo plazo", detalla Calderón.
Diversificación de negocio
A lo largo de sus más de 40 años de historia, la empresa marcó varios hitos significativos. En 1994, Gustavo Calderón viajó a España para capacitarse y conocer nuevas técnicas de producción, convirtiendo a la empresa en la primera del país en importar maquinaria tecnológica específica para cultivos.
El reconocimiento internacional llegó en 2016, cuando fueron invitados a participar en una feria global de hongos, donde fueron destacados como referentes del rubro.
Actualmente, la empresa evalúa la incorporación de la gírgola, un hongo cuyo consumo viene creciendo significativamente. "Vemos una gran oportunidad en desarrollarlo con altos estándares, lo que nos permitiría diversificar y ampliar nuestra gama de productos más allá de los champiñones y portobellos frescos", anticipa Calderón.
Para alcanzar la meta de 3 millones de kg/año de producción para 2030, la empresa identifica como principal desafío el desarrollo de una red de proveedores sólida y confiable. "A medida que aumentamos el volumen, se vuelve indispensable contar con insumos de calidad constante y con plazos de entrega predecibles", explica el gerente general.
Su principal canal de venta son los distribuidores, especialmente en el Gran Buenos Aires y provincias como Córdoba y Mendoza. Aunque las ventas se concentran en el canal mayorista, ven un alto potencial de crecimiento en el vínculo con el consumidor final.
En cuanto al contexto económico actual, Calderón mantiene una visión optimista: "Somos una empresa familiar con más de 40 años de trayectoria en el país, y desde nuestros inicios hemos apostado por el desarrollo local. Nuestra mirada de largo plazo se basa en la convicción de que Argentina tiene un enorme potencial industrial y humano".
Para otros emprendedores del sector agroindustrial, Calderón tiene un mensaje claro: "Creo firmemente que el sector agroindustrial en Argentina ofrece grandes oportunidades para quienes estén dispuestos a apostar con una mirada de largo plazo. La inversión y la incorporación de tecnología son claves para lograr un crecimiento sostenido".