Daniel Elsztain, de IRSA: "Los grandes problemas son la falta de moneda y la falta de crédito"
El CEO de IRSA Propiedades Comerciales habla sobre la realidad que atraviesa el sector, el proyecto de la ex Ciudad Deportiva de La Boca, la transformación de los centros comerciales y los aprendizajes de la pandemia.

“Fueron nueve meses terribles”, admite Daniel Elsztain, CEO de IRSA Propiedades Comerciales. Es que, por la pandemia y el cierre de los centros comerciales, la empresa dueña de centros comerciales como el Dot, el Alto Palermo y el Abasto tuvo las puertas cerradas de sus shoppings durante un largo período. Ahora, con la reapertura, el empresario está enfocado en recuperar lo perdido e, incluso, apostar por más, como nuevos proyectos, entre los cuales se destaca Costa Urbana, el proyecto en Costanera Sur en alianza con el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Igual, admite que para realizar proyectos de largo plazo en la Argentina se necesitan reglas de juego claras que duren más que un solo gobierno.

 IRSA es una de las compañías más importantes de desarrollo en la Argentina, pero sin duda fue una de las más damnificadas por la pandemia. ¿Qué balance hacen?

Fueron nueve meses terribles. Entre el primer cierre y el segundo fueron casi nueve meses de centros comerciales cerrados, hoteles sin funcionamiento, centros de convenciones con cero operación. Es la tormenta perfecta, y con el diario del lunes no puedo creer que lo sobrevivimos. Lo sobrevivimos con un impacto enorme, se ve en los balances. Ahora podemos celebrar que vuelve la vida, los centros comerciales abrieron y la gente va, y las marcas están reinvirtiendo, porque lamentablemente hubo muchos cierres. La parte positiva para nosotros es que dentro de los shoppings se está recuperando rápidamente. El Gobierno tiene una política de apoyar el consumo, así que mi visión es que, si continúa la vida normal de poder salir a la calle, de abrir un poco las fronteras, que la gente vuelva a trabajar, somos optimistas.

¿Cuál fue el peor momento de esos nueve meses? 

El peor momento fue cuando llegamos a tener casi 200 personas, marcas que se fueron, que decidieron cerrar sus locales. No había ninguna perspectiva de cuándo y cómo se iba a abrir, y veíamos cierta discriminación para el centro comercial como si fuera un foco de contaminación, cuando está demostrado que no lo es, pero por cuestiones políticas se decidía postergar la apertura. Ese fue el momento de mayor sufrimiento porque nos sentíamos en algún sentido discriminados. Ahí fue donde más sufrimos: explicarle al directorio que no tenemos una fecha de apertura, que se nos están yendo los comerciantes y que no estamos cobrando nada, porque cobramos solo una parte proporcional del mantenimiento. Fue un impacto económico enorme para la compañía. Me acuerdo de las charlas con los gobiernos, sin respuesta. Ese fue el momento de mayor desesperación.

¿Qué aprendiste de ese momento?

 Que hay que tener paciencia y tratar de salir a comunicar lo máximo posible. Es importante salir a comunicar lo que le está pasando a uno, a la compañía, a las marcas. Hoy, que está reviviendo, la gente piensa que todo volvió a la normalidad, pero todavía no es así. Estamos con el 50 o 60% del público que acostumbraba a venir a los centros comerciales. Vienen y compran más, compensa un poquito, pero no estamos aún en los lugares donde estábamos antes. 

¿Cómo cuantificás el impacto de la pandemia y lo que prevén para 2021 y 2022?

Alquiler e ingresos durante esos nueve meses: cero. Salvo algunos casos contados, de algún local que daba a la calle. El interior tuvo un comportamiento distinto, de hecho hubo plazas donde permitieron la reapertura y eso ayudó mucho. La recuperación no se ve en el cierre de este balance (al 30 de junio). El presupuesto que tenemos es mucho mejor que el año cerrado, pero no volvemos a los números que teníamos antes. Es con mayor optimismo, porque aparte hay un factor que tiene que ver con qué compone la propuesta del centro comercial y eso cambió mucho: entretenimiento, gastronomía, esparcimientos.

¿Por ejemplo? 

En el Dot se puso un centro de salud médica (que está en obra), canchas de fútbol 5, un centro de vacunación, banco, lugares gastronómicos; hay una propuesta para adolescentes con una terraza que se está expandiendo. Los centros de compra están pasando a ser centros de encuentro, de vivir, y celebramos que esté pasando esto porque los comerciantes quieren hacerlo dentro del centro comercial y el consumidor ve el valor de esto. En Alto Palermo estamos terminando una expansión, ya empezaron a abrir algunos locales, y se nota la diferencia. Así que estamos esperanzados a pesar de la paliza gigante. 

¿Te parece que las ciudades están cambiando y eso se vio reflejado por el impacto de la pandemia acá? 

Las ciudades fueron las más afectadas por la pandemia, sin duda, porque la gente quería salir, y los suburbios construyeron un nuevo piso de valor más alto del que tenían, más cerca de CABA pero sin llegar todavía a CABA. Ahora, la recuperación de la pandemia va a hacer que todos los que fueron afectados crezcan y todas las ciudades buenas van a tener un rebote. Porque la gente elige la ciudad, es una forma cómoda, práctica, con concentración de gente, de entretenimiento, y más las ciudades que tuvieron inversión en espacios públicos, en bicisendas, en propuestas abiertas al aire libre. Me encanta Buenos Aires. Después de que se haga lo de Costa Urbana va a tener un lugar para ir frente al río. Celebro que las ciudades hagan estas cosas porque son las que marcan que la gente pueda tener opciones y las elija para quedarse.

El proyecto de la ex Ciudad Deportiva de La Boca se toma como modelo de cómo se puede lograr una alianza entre lo público y lo privado. ¿Cuál es tu balance? ¿Compartís esa mirada? 

Se entendió finalmente que este es un terreno privado que tiene indicadores constructivos, pero no los necesarios, y que es mucho mejor darles uso, aprovechar para un momento del país que necesita construcción, desarrollo, inversión. Reconozco abiertamente que la primera vez que Álvaro García Resta (N.de.R: secretario de Desarrollo Urbano de CABA) hizo una propuesta, que es la que se termina aceptando, que tenía una cesión del 67% a la Ciudad, me pareció una locura, algo injusto. 

Y me mostró la articulación con la política, explicándome por qué era correcto, y entonces pude transmitirlo al directorio. Y también la adhesión que tiene ahora este proyecto porque la Ciudad está consiguiendo un espacio público enorme, y a la vez va a permitir que se construyan los metros cuadrados que IRSA tenía la intención de construir y que tenía el permiso para hacer. 

Esto va a generar impuestos, trabajo, desarrollo, movimiento de gente. Y sin duda un fantasma que había era que decían que es un barrio de ricos, y va a haber una mixtura entre distintos tipos de público, propuestas comerciales, viviendas, para que haya para todos. Siempre hay mitos, nos pasó cuando hicimos Distrito Arcos, con el Abasto, que en vez de transformarlo en algo terrible construimos sin destruir. Este fue un lema de la compañía que nos acompaña desde que yo era chico, desde que Eduardo (N.d.R: Elsztain, fundador de IRSA) arrancó. Queremos hacer cosas que la gente pueda vivir.