Martín Rapallini, titular de la UIA: "Hemos sido el gran ancla de la inflación"
Expectativa en la central fabril por el nuevo ciclo económico, que promete baja de costos y una mejora para competir con la apertura comercial. El impacto de la caída de la actividad

La industria cierra un año difícil. La producción en noviembre registró su quinta baja consecutiva en términos interanuales, según FIEL. Los cierres de empresas del sector de consumo forman parte de las noticias que se leen a diario. Aun así, el titular de la Unión Industrial Argentina (UIA), Martín Rapallini, se muestra esperanzado de cara al 2026. Apuesta a que las reformas alivien el famoso costo argentino y a que se comience a nivelar la cancha con el ingreso de las importaciones. 

¿Qué balance hace del 2025?

Cierra un año con un último semestre con subas de tasas de interés, que rondaban el 75-80% lo que generó una alerta en términos financieros y económicos, impactó en decisiones y también de la actividad. A esto hay que sumarle que la industria venía de un 2024 con un ajuste importante. El 2025 empieza el primer semestre, con una recuperación, pero muy heterogénea. Los más impactados que son la industria textil, del calzado, consumo masivo, material de construcción, con una caída, con respecto al 2022, todavía entre 20 y 25%. Un año difícil enmarcado por una transformación económica, en un proceso de baja inflación que está impactando en estos sectores.

Todos los días se conoce el nombre de alguna empresa que cierra o que para la planta, ¿Desde la UIA cuál es el número que tienen de cierres de empresas, de caída de puestos de trabajo? 

Es muy difícil porque todos los años hay cierres y aperturas y aún no tenemos neteado bien el número. Hubo cierres, concursos preventivos de crisis y también vemos que veníamos con una pérdida de empleos para julio de entre 1.500 y 1.200 por mes, y hoy estamos más cerca de los 3.500 y 4.000 en los últimos dos meses.

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La agenda para el 2026 es bajar las tasas, reactivar la actividad e ir trabajando en la baja del costo argentino de la mano de la reforma impositiva, la laboral y también seguir de cerca todo lo que es el proceso de apertura, que en algunos casos ha tenido algún tipo de desvío, como por ejemplo el contrabando, subfacturaciones, dumping. Estamos siguiendo muy de cerca este tema porque, si bien tenemos que tener un país integrado, debe serlo con criterios de competencia legal.

¿El Gobierno permitió una apertura sin control?

Está claro que el objetivo del Gobierno ha sido bajar la inflación, los precios de la economía, pero entendemos que bajar los precios sólo con apertura no es el camino, también tiene que generar las condiciones para que los productores locales lleguen a esos precios; sobre todo cuando es el peso del Estado, a través de los impuestos, lo que en gran parte está impidiendo que se desarrolle la capacidad de competitividad de muchas industrias. El sector industrial quiere ser parte de esta nueva etapa, queremos integrarnos, entendemos el nuevo esquema pero también creemos que tiene que haber un proceso de condiciones paralelas a la apertura.

¿Es un planteo que están haciendo al Gobierno? 

Si, claro. 

¿Le parece que la apertura no los tuvo en cuenta? 

El Gobierno quería bajar los precios. Lo que nosotros decimos es que hay que poner foco en la micro y darle las condiciones al productor local para que pueda competir. Por eso estamos hablando desde hace un año; queremos igualdad de condiciones, nivelar la cancha. El aislamiento es lo peor para el sector industrial, pero también es mala la competencia desleal. Esto es como si fuera legalizar al mantero enfrente del negocio que paga todos los impuestos. Hay países que están subsidiando exportación, entonces no hay que ser ingenuos. Tampoco es el camino que China sea la fábrica del mundo y que no haya ninguna cadena de valor en ningún lugar; por eso vemos reacciones a nivel global como Estados Unidos. China, a nivel industrial, está alcanzando el 50% y el 60% de la producción de acero y aluminio. Autos también ha subido un montón: hoy tiene casi el 40% de la producción del mundo. Y en algunos productos, como pueden ser paneles solares o tecnologías, están en torno al 85-90 %.

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Por eso se ve que a nivel global hay una reacción por parte de los distintos países, porque uno no puede aceptar que se destruyan todas las cadenas de valor porque un país decida subsidiar sus exportaciones. Esto no es destrucción creativa que se da cuando hay una mejora tecnológica en reemplazo de la vieja.

¿Cómo puede ayudarlos un gobierno que defiende el libre mercado como base de la ideología de La Libertad Avanza? 

Creo que, independientemente de la ideología, hay que ver cómo funcionan los países. México, Brasil, Uruguay, Chile, todos se integran al mundo, importan, exportan, pero primero tratan de garantizar una competencia leal y principalmente trabajan para que los costos internos bajen, para que las empresas de sus países sean competitivas. Esto es lo que estamos pidiendo nosotros en Argentina. Valoramos el proceso de ordenamiento de la economía, baja inflación y orden macroeconómico que son fundamentales para que haya ahorro, para que haya crédito. En ese sentido, estamos de acuerdo con la orientación general planteada por el Gobierno, pero pedimos que se generen las condiciones para que el sector industrial que quiere ser parte de este nuevo proceso pueda hacerlo a través de igualdad de condiciones. Creemos que el sector industrial tiene una gran exigencia. De hecho, se observa en los niveles de inflación. Hemos tenido en estos años una inflación del 150% o 170%, mientras que el sector de servicios está casi en 300%, o sea, el doble, mientras que en la industria fue de cerca del 80-90%.

Podríamos decir que hemos sido el gran ancla de la inflación. Nosotros hemos bajado los precios, nos hemos reacomodado a esta competencia global. Ahora, tiene que haber una política direccionada a este sector. 

Dentro de este proceso, ¿qué posibilidades de recuperación hay? 

Ninguna medida te va a solucionar el problema. Hay que entender el problema sistémico. Hay un problema, por un lado, de actividad que hay que reactivar a través del crédito y de la inversión y, por otro lado, un problema de competitividad. Esto se hace a través de la defensa de la importación, o por lo menos, un control de la competencia del leal, y también de todas las medidas y todas las reformas estructurales que apunten a la baja del costo argentino.  Es decir, la modernización laboral, la reforma fiscal y también la baja de tasas internas.

Las tasas han ido bajando, pero ¿cuál sería el óptimo?

Por lo menos, la inflación. En este caso, estamos con una inflación del 20%.  Bueno, muchas veces la industria tiene menos inflación, porque nosotros estamos bajando los precios, pero, bueno, la idea es poder llegar en un momento a los valores internacionales: la tasa de interés en dólares, 6, 7%, y cómo funcionan las economías vecinas. 

¿Cómo ve el 2026? 

Muy desafiante. Hay que trabajar con fuerza en la reactivación económica, porque estos procesos, que son difíciles, en recesión lo son aún más. Por eso hay que tomar medidas para que se reactive la economía y seguir trabajando en todos los ejes de la competitividad para como sucede en el mundo el empresario trabajande para ser más competitivo, con eficiencia, con creatividad, haciendo productos de mayor valor agregado, invirtiendo para gastar menos energía. El camino también es para construir un sector industrial sustentable a lo largo del tiempo.

“El camino también es para construir un sector industrial sustentable a lo largo del tiempo”, dice l titular de la Unión Industrial Argentina, Martín Rapallini.

Nosotros estamos hablando del nuevo contrato productivo, en el que todos tenemos que trabajar en los municipios, las provincias, la nación, los sindicatos, el sistema educativo; todos tenemos que estar alineados para que la gente acceda a productos a precios internacionales. Pero ojo, en la Argentina no solamente es caro producir también lo es transportar, distribuir por eso en la Argentina hay productos importados que son el doble de caro que en Brasil o en Uruguay. Hay todo un sistema de distorsiones en las cadenas de valor que hace que los precios sean altos.

¿Hay algún mea culpa del sector? ¿Qué hace pensar que esta vez va a ser distinto? 

El sector industrial es un sector que se adaptó a las reglas de juego que planteaban los gobiernos de turno. Hay que pensar que hace 15 años que no crece la producción industrial, pero los productores que han quedado son empresas que han invertido y, en su gran mayoría, tienen altos niveles de productividad interna. El problema lo tenemos puertas afuera, hay que resolver el costo financiero, costo impositivo, y también que eso también impacta puertas adentro, con un régimen laboral moderno.

¿Cree que las industrias que han cerrado pueden revertir la decisión si se dan estas condiciones? 

Son otro tipo de decisiones. Las empresas internacionales toman las decisiones en función de políticas globales. Lo que puedo decirte es que si la Argentina adapta su sistema impositivo y su sistema laboral a las condiciones globales, vamos a tener una industria mucho más competitiva, y eso va a ser una sorpresa. Creo que a futuro deberíamos ser un país con la energía como un valor competitivo, lo que se trasladaría a muchas cadenas de valor.

Por último, está quedando fuera algo importante: la Justicia. De hecho, lo marcó en su exposición en el Congreso…

La litigiosidad tiene dos partes. Por un lado, hay una legislación que es ambigua y abre puertas, y después hay una justicia que, dentro de esa ambigüedad, genera estos problemas que tenemos, que son terribles, como es la litigiosidad. Bajamos el 70% la accidentología y aumentamos un 50% la litigiosidad, un nuevo récord, tenemos 114 litigios cada 10.000 trabajadores, contra Chile que tiene 6, con el mismo nivel de accidentología o de enfermedad. Tenemos 640.000 juicios, casi el 10% de la nómina de trabajadores formales. También en Argentina hay altos niveles de ausentismo, de enfermedad, o sea, como dije en el Congreso, el régimen laboral fracasó. @@FIGURE@@

No solamente porque no genera empleo y también expulsa a la informalidad, lo que implica tener trabajadores desprotegidos, sin seguridad social, sin futuro, sin un progreso, sin posibilidad de capacitación. Este sistema destruyó miles y miles de pymes o las debilitó, o sea, que destruyó el entramado productivo. Por otro lado, están los equilibrios entre las empresas y los sindicatos.  He escuchado casos de muchas empresas, sobre todo internacionales, que se han ido a la Argentina porque la negociación con el sindicato era terrible. Esperemos que en febrero podamos votar una ley porque la verdad que es necesario generar condiciones para que haya crecimiento y generación de empleo. 

¿Aún con esta Justicia laboral? 

Creo que sí porque pasás a tener un marco jurídico claro. Hemos tenido reuniones con los abogados de la provincia de Buenos Aires y siempre lo que nos respondían es que ellos cumplían la ley. Entonces lo que vamos a tener es un marco jurídico más claro, más taxativo. Por ejemplo, en la indemnización normalmente no se incluían el aguinaldo y las vacaciones, pero infinidad de sentencias en la provincia de Buenos Aires lo incorporaron. Ahora se explica bien que no hay que incorporarlo. 

¿Es optimista?

Los empresarios somos siempre optimistas. Porque uno se levanta a la mañana con proyectos, con ideas, y cada vez que camino el país, veo a los empresarios, los soñadores, los que trabajan y la fuerza que hay en la Argentina; es imposible no ser optimista. ¿Hay problemas? Sí, como dije, es un año desafiante, pero creo mucho en el empresariado argentino. Estoy convencido que cuando estén las condiciones nos vamos a llevar una sorpresa grata porque la Argentina va a crecer y va a generar empleo.