¿La transición energética puede poner en riesgo el potencial argentino en el GNL?
La posibilidad de acelerar el giro a renovables podría disminuir la demanda de gas licuado a partir del 2030, justo cuando el país podría empezar a poner en valor sus proyectos.

La exportación de GNL emerge como una de las grandes promesas para la economía argentina. Tanto la demanda de gas local como regional son muy acotadas en relación con la cantidad de recursos con los que cuenta Vaca Muerta. Por lo tanto, para monetizar todo el potencial gasífero, el único camino es empezar a construir plantas licuefactoras para poder colocar este insumo en los grandes mercados asiáticos.

La gran duda, considerando que un proyecto de este tipo a gran escala puede demorar unos siete años de construcción, es si el país no llegará tarde a la ventana de oportunidad de este combustible.

Según un informe de la consultora Economía & Energía, BP plantea tres escenarios energéticos para las próximas décadas, en los que la utilización de combustibles fósiles tendería a disminuir. En el escenario tendencial (New Momentum), las importaciones de GNL crecerían un 30% entre 2030 y 2050, pero se verían reducidas en un 40% en los escenarios Accelerated y Net Zero, que implican un giro más rápido hacia las renovables.

“La transición genera muchas incertidumbres para quienes tienen que decidir inversiones en expansión de infraestructura vinculada a hidrocarburos. Esto ocurre porque si se cumplen los objetivos de reducción de emisiones, la demanda debe comenzar a decaer rápido y muy pronto. Si eso ocurre, la amortización de las inversiones está en riesgo. Para Argentina hay una oportunidad, pero esa ventana se estrechará acorde se implementen las políticas climáticas. La Argentina puede aprovechar sus activos, pero difícilmente eso pueda hacerse en la magnitud del potencial existente”, indicó a Forbes el consultor energético Carlos Villalonga.

Otros consultores más vinculados a la industria Oil & Gas, por el contrario, mantienen una mirada diferente y aseguran que existe una demanda garantizada por las próximas décadas. “No veo ninguna posibilidad de reemplazar la generación eléctrica que existe a base de carbón con renovables porque es energía firme, no intermitente como estas”, sostiene Álvaro Ríos, ex ministro de Energía de Bolivia.

Incluso, el director de la consultora Gas Energy Latin America, dice que el riesgo para el GNL no pasa por el uso de las renovables sino por el escenario opuesto: que los países consumidores de carbón decidan no abandonar este insumo tan contaminante, pero económico.

Una mirada similar mantiene Pablo Subotovsky, quien proyecta “un horizonte grande y sostenido en el tiempo para el GNL”. “Los países en vías de desarrollo hoy por hoy están quemando carbón. Es completamente utópico que migren desde las energías más sucias a las renovables en un escenario donde la pobreza a nivel mundial es considerable y si aumentas el costo de energía con más renovables, estás empujando más gente a la pobreza”, agregó. 

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Para el director del CEARE y vicedecano de la Facultad de Ingeniería de la UBA, Raúl Bertero, “en el mediano plazo es inevitable un fuerte aumento de la demanda de GNL por la magnitud de energía necesaria y porque en Europa, Corea y Japón no tienen espacio”.

Más allá del interrogante de la demanda, el informe de Economía & Energía traza un desafío respecto al sendero de precios y la fuerte competencia con otros países que están construyendo nuevas plantas licuefactoras que competirán contra las argentinas.

El elevado costo de financiamiento para inversiones intensivas en capital en Argentina implicará un mayor costo de licuefacción en relación con sus competidores en el mercado internacional de GNL. En este sentido, la depresión de los precios internacionales del gas natural, en un contexto de sensible incremento de la capacidad de licuefacción a nivel mundial, probablemente determinarán la necesidad de instrumentar medidas adicionales de incentivo para la radicación de plantas de licuefacción en nuestro país”, subraya la consultora.

“El mayor incremento provendría de Estados Unidos (+59 MTPA). En dicho país se incorporarían los proyectos Golden Pass (15,6 MTPA entre 2024 y 2025), Plaquemines (20 MTPA entre 2024 y 2026), Corpus Christi Stage 3 (10 MTPA en 2024) y Port Arthur (13,5 MTPA en 2028). Por su parte, la capacidad de licuefacción en Qatar aumentaría un 40%, con la incorporación de 31 MTPA del Proyecto North Field East entre los años 2026 y 2027. En Canadá y Mozambique también se incrementaría significativamente la capacidad de licuefacción, con proyectos en construcción por 14 MTPA y 13 MTPA, respectivamente. Adicionalmente, existen numerosos proyectos en etapa pre-FID, por una capacidad total de 997 MTPA. De ellos, 333 MTPA se encuentran en Estados Unidos, 230 MPTA en Canadá, 137 MTPA en Rusia y 45 MTPA en Australia”, agregan.

En ese sentido, Álvaro Ríos reconoce que Argentina deberá ordenar su economía para no sufrir incremento de costos financieros, pero destaca su competitividad en el plano de costos de producción y evacuación.

El especialista Cristian Alonso Sisini, en tanto, remarca la competitividad logística y aduanera que podría darse con Brasil, que está instalando numerosas plantas de regasificación como alternativa a su generación hidroeléctrica, cada vez más afectada por efectos climáticos de sequía. “En este caso deberíamos tener ventajas por cercanía e integración del Mercosur más significativas que nuestros naturales competidores internacionales”, afirma.