Javier Milei participó en el America Business Forum y lo hizo con un discurso que buscó dejar en claro su visión sobre el capitalismo, el rol del Estado y el rumbo que eligió para la Argentina. Frente a un auditorio repleto de empresarios y dirigentes políticos de distintos países, el presidente argentino cuestionó con dureza las ideas que justifican la intervención estatal y sostuvo que el libre mercado no solo es más eficiente, sino que también es el único sistema que puede ser considerado moralmente justo. Aseguró que el capitalismo no representa un mal necesario, sino que es la manifestación de la libertad individual y el motor del progreso.
Durante su intervención, Milei advirtió sobre los riesgos de aceptar que el crecimiento económico deba estar atado a políticas redistributivas. Dijo que, detrás de ese planteo, se esconde una trampa que termina agrandando el Estado a expensas de la propiedad privada y las libertades individuales.
El mandatario también hizo un repaso por la situación argentina, reivindicó el respaldo electoral de las últimas legislativas y denunció que el llamado "riesgo KUKA" —en alusión al kirchnerismo— fue durante meses el mayor obstáculo para el programa económico. Sostuvo que la recuperación de las acciones argentinas tras las elecciones fue una prueba concreta del cambio de clima en los mercados y reiteró que su gestión está dispuesta a ir a fondo con las reformas para sacar al país del estancamiento.

Milei: "El capitalismo no es un mal necesario, es justicia en estado puro"
El presidente Javier Milei apuntó directamente contra una de las ideas que más lo inquietan: la justificación de la intervención estatal como complemento obligatorio del capitalismo. "Por demasiado tiempo nos acostumbramos a escuchar de parte de políticos e intelectuales que el capitalismo era una suerte de mal necesario con el que tenemos que convivir en nuestras sociedades", lanzó frente a un auditorio que lo escuchó en silencio.
Según Milei, esa visión se transformó en una idea central en las democracias occidentales. Aunque admitió que hay quienes "militan abiertamente el comunismo y la economía planificada", aclaró que ese grupo quedó reducido a los márgenes del debate político. Su preocupación apunta a otro lugar: "La crítica al libre mercado para justificar la intervención estatal... ha ganado cientos de elecciones legítimas a lo largo del último siglo en el continente americano y europeo, y por eso mismo es aún más nociva".
Con un tono encendido, explicó que este argumento parte de reconocer al capitalismo como motor del crecimiento económico, pero lo cuestiona por sus supuestas fallas distributivas. "Ellos conceden que el capitalismo es la única forma que encontramos de asegurar crecimiento económico, pero sostienen que dicho crecimiento impacta de forma muy desigual en la sociedad", subrayó. En ese punto, mencionó que para este sector "el Estado debe meterse ahí para asegurar la igualdad entre los ciudadanos y evitar que surjan monopolios o fallas de mercado".
El presidente rechazó de plano esta lógica. Dijo que el Estado, con el pretexto de buscar equidad, termina avanzando sobre cada rincón de la sociedad. "Valiéndose de ellas, el Estado se expande más y más y más año tras año, metiéndose no sólo en las actividades propias del quehacer económico, sino también en la vida de los individuos hasta que no queda nada por fuera de él".
A modo de advertencia, trajo a colación el caso cubano. Recordó que Fidel Castro llegó al poder con promesas de justicia social y democracia, pero que "falleció después de más de 50 años de gobierno dictatorial gritando comunismo o muerte". Para Milei, ese es el destino final de las ideas que subordinan la libertad individual a los designios estatales.
Dicho esto, reforzó su idea: "El capitalismo no es mal alguno, sino que es la forma que toma la verdadera justicia en este mundo", sostuvo. Para él, no se trata de una construcción artificial o una herramienta económica útil. Es la expresión natural de un principio humano básico: la libertad individual.

Desde esa mirada, Milei remarcó que lo que legitima al capitalismo no es su capacidad para generar crecimiento, sino su raíz moral. "Es la consecuencia natural de la dignidad y la libertad del hombre, al cual le pertenece el fruto de su trabajo", explicó. En su planteo, el único derecho natural del ser humano es ser dueño del tiempo de su vida y poder decidir si lo dedica a sí mismo o lo intercambia por trabajo. "No tenemos en esta vida muchos derechos naturales más allá del derecho a ser dueños del sudor de nuestra frente", enfatizó.
Esa idea lo llevó a una crítica directa contra los intentos de intervención estatal que, según él, avanzan sobre derechos básicos bajo una apariencia progresista. "La inversión, el ahorro, el consumo solo son fenómenos que emergen de esta simple verdad", dijo.
Milei se mostró especialmente duro con los sectores que desacreditan al capitalismo para promover regulaciones. "Cuando el Estado y los intelectuales le ponen a este derecho natural el nombre de capitalismo para vilipendiarlo y justificar la intervención del Estado, no solo están destruyendo el crecimiento... están violando el más básico de los derechos naturales", aseguró. Para Milei, esa intromisión configura una amenaza directa: "Cuando el Estado se vuelca de esta forma tan violenta sobre los derechos de los individuos, no hace otra cosa que querer reducirlos a esclavos".
Sostuvo que el sistema capitalista no puede seguir siendo visto como una imperfección necesaria: "El capitalismo y la propiedad privada no son males necesarios, no son males. Son la base indiscutida de nuestra civilización". También rechazó los argumentos según los cuales el capitalismo sería aceptable solo por su eficiencia. "No creemos que el capitalismo sea moralmente correcto por el hecho de sacar a más del 90% de la población global de la pobreza, sino que logró sacarlos de la pobreza precisamente por ser el modelo más moral de todos los existentes", afirmó.
Milei cerró ese tramo con una frase provocadora: "Nuestro sistema no solo es más productivo, sino que es el único que está de mano de la moral y de la ética, no como el sistema asesino de ellos". A su juicio, lo que otros llaman "estado presente" o "welfare state" no es más que "el camino de servidumbre". Y citó al economista Jesús Huerta de Soto, quien advirtió: "Nada que sea injusto puede ser eficiente".

Milei defendió su gestión y habló de un "pacto sagrado con los argentinos" en el American Forum
Por último y como era de esperarse, Milei dedicó buena parte de su exposición a analizar la realidad de la Argentina, los desafíos económicos y el impacto político de las últimas elecciones legislativas. En un discurso de tono combativo y con momentos de fuerte autodefensa, el mandatario sostuvo que el país "vivió meses muy duros" y que, pese a los embates de la oposición, el rumbo elegido "es el correcto y será irreversible".
Frente a empresarios, economistas y dirigentes políticos de distintos países, Milei recordó el resultado de los últimos comicios: "Mi partido viene de una victoria histórica en las elecciones legislativas. Hicimos todo lo que la política clásica decía que no había que hacer, y los argentinos respondieron con un gran triunfo". El Presidente resaltó que ese respaldo no solo se reflejó a nivel nacional, sino también en la provincia de Buenos Aires, donde "remontamos una diferencia de más de 14 puntos", en referencia al distrito más poblado del país.
"Mi misión en Argentina es devolvernos a este sentido común olvidado por una clase política encandilada de poder, acostumbrada a atribuirse y apropiarse de los logros y el esfuerzo de sus ciudadanos libres"
El presidente describió los meses previos a las elecciones como un tiempo de tensión e incertidumbre: "Fueron meses muy duros para los argentinos, donde por culpa del golpe económico que la oposición intentó llevar a cabo desde el Congreso, la economía se vio ralentizada". Según explicó, ese intento de desestabilización buscó "socavar el programa económico", aunque el Gobierno "resistió con firmeza y ética".
Milei señaló que durante ese proceso recorrió distintas provincias para "pedirle a los argentinos que no se rindan" y aseguró que el esfuerzo de la población "no fue en vano". "Es un pacto sagrado con la gente, que refrendó el camino de este Gobierno y nos dio las herramientas para llevar adelante las reformas que el país necesita con urgencia", afirmó, entre aplausos.
El presidente agradeció la confianza de la ciudadanía y definió el último proceso electoral como un momento decisivo. "Estas elecciones fueron un plebiscito entre dos modelos de país: el de la libertad y el capitalismo, con el orden fiscal como caballo de batalla, o el de la servidumbre, el déficit, la emisión, la deuda y el empobrecimiento", subrayó.
En ese sentido, Milei insistió en que el proyecto oficialista "no transa con el déficit" y que "el superávit es innegociable". Recordó que la gestión "dejó de emitir hace más de un año" y que el Banco Central "está capitalizado por primera vez en muchos años".

El presidente defendió el rumbo económico pese a las críticas recibidas durante los últimos meses. "Casi todos los economistas del país insistían en que nuestro programa estaba terminado", expresó, pero destacó que los resultados de los mercados demostraron lo contrario. Según explicó, "el mercado argentino tuvo su mayor suba histórica en un día, su mayor suba histórica en una semana y sigue subiendo", mientras que el riesgo país bajó más de 400 puntos.
Comparó el momento actual con lo ocurrido en agosto de 2019, cuando el mercado local se desplomó tras el triunfo del kirchnerismo en las PASO: "Aquella vez fue uno de los mayores derrumbes bursátiles del mundo por la mera posibilidad de que el kirchnerismo volviera al poder", sostuvo. En ese tramo, Milei habló de lo que llamó "riesgo KUKA", una expresión que usó para referirse al "riesgo kirchnerista, el riesgo del socialismo".
"Dos de cada tres argentinos no quieren volver al pasado, ya no quieren más socialismo del siglo XXI"
El Presidente vinculó ese riesgo político con la falta de estabilidad económica: "Tenemos en Argentina un sector de la política tan destructivo, tan ajeno a los principios básicos de la economía y del bien común, que su mera presencia le pone a todo el país una base de riesgo altísima". Agregó que "ahora que está más lejos que nunca de volver al poder, podemos despejar ese miedo".
Milei también destacó el carácter inédito del proceso económico de su gobierno. "Llevamos adelante un plan de estabilización exitoso con consenso social, pero sin consenso político", remarcó. Reconoció que los ataques de la oposición fueron "profundamente dañinos" y que la inestabilidad política "afecta al crédito y la inversión en toda la economía".
El presidente explicó que el "riesgo político" genera una cadena de consecuencias: "Hace que las empresas paguen más caro el financiamiento, que tomen menos gente, que hagan menos obras y que se venda menos a crédito". Además, dijo que ese escenario repercute en la vida cotidiana: "Vuelve más caros los préstamos hipotecarios y prendarios, y las tasas de las tarjetas de crédito".
Ante esa situación, señaló que hubo quienes pedían "resolver la caída de la demanda con emisión monetaria", lo que consideró un error: "Querían solucionar la caída de la demanda aumentando la oferta. Puesto en términos cotidianos, echándole más gasolina al fuego". Aseguró que su equipo "sustituyó el esquema monetario" para evitar mayores desequilibrios.
En otro tramo del discurso, Milei volvió a apuntar contra sus adversarios políticos: "Convivimos con una parte del sistema político que rechaza hacer lo que la Argentina necesita. Y a esa oposición acabamos de derrotar contundentemente en las urnas, y eso es lo que importa".
Sobre los desafíos futuros, Milei admitió que el país "debe compensar el tiempo perdido" y que la Argentina arrastra décadas de rezago en comparación con el resto del mundo. "Llegamos con décadas de atraso respecto de los países de la región y del mundo", afirmó. Según el Presidente, el potencial productivo del país es enorme: "Tenemos la capacidad de generar bienes y servicios de alta demanda", lo que permitiría "una convergencia de la riqueza argentina hacia los niveles del mundo desarrollado".
En esa línea, esbozó: "Tenemos la vocación de alinear a todos los actores pro-capitalistas del país, que representan al menos dos tercios de nuestra sociedad. Es hora de construir un gran consenso capitalista en Argentina".
El discurso cerró con un tono optimista, en el que Milei reafirmó su convicción de que el rumbo económico y político elegido "será fenomenal" para el desarrollo del país. Sin embargo, advirtió que los resultados no serán inmediatos: "Nos toca compensar años de errores y décadas de estancamiento", dijo, antes de insistir en que el cambio emprendido "no tiene marcha atrás".