Mientras el Gobierno busca, con incentivos específicos, que los argentinos saquen sus dólares no declarados del colchón o de las cajas de seguridad de los bancos y los pongan a circular en la economía vía la compra de bienes registrables (autos, motos, inmuebles), en la calle se observa un fenómeno silencioso y, a la vez, transversal a distintos sectores sociales y grupos etarios, que parece levantarse como una barrera a la hora de invertir.
"Buen día Elena, veo tus consejos de cómo invertir, pero no me animo, me da miedito", recibió en su celular hace unos días la economista mendocina Elena Alonso, co-fundadora y CEO de Emerald Capital. Alonso es analista financiera, con foco en mercados de capitales locales y del exterior, y asegura que cada día recibe cuatro o cinco mensajes de este tipo, con "el miedo como primera barrera de entrada" al mundo de las inversiones.
En su visión, este temor es el cristal a través del cual hay que mirar la demora que se observa en que empiecen a salir los dólares del colchón, aceptando el convite, sin investigaciones ni penalidades, que hizo el ministro de Economía Luis Caputo para seducir a los pequeños ahorristas. Y atribuye gran parte de este temor al desconocimiento de las alternativas de inversión, por lo que recomienda trabajar mucho en la educación financiera.
Los analistas han bautizado a este fenómeno como inverfobia, y lo definen como el temor a invertir o a buscar instrumentos financieros para hacer rendir los ahorros. No hay que ir muy lejos para comprender que la raíz de esta conducta está en la historia económica reciente, o no tanto, de la Argentina.
Largas temporadas de elevada inflación, cambios permanentes de reglas de juego y escenarios de extrema volatilidad llevaron a la gente a huir de las opciones en las que el dinero, ya sean pesos o dólares, quedaran inmovilizados por un tiempo.
Corriendo al dólar
En este contexto, primó y todavía lo hace la búsqueda de resguardar el capital frente al impacto de la inflación antes que la búsqueda de obtener una rentabilidad y hacer crecer el patrimonio.
"En Argentina históricamente somos muy del ladrillo, el dólar y el plazo fijo a la hora de invertir", sostiene el agente financiero Matías Daghero, fundador y presidente de Closing Bell Advisors.
Admite que muchas veces el primer acercamiento a las finanzas se produce cuando la gente pregunta por una inversión de moda porque se lo comentó un amigo o lo escuchó en un asado. "A esa persona le digo que siga comprando dólares, porque si lo hacés sin conocimiento no te va a ir bien", afirma.
No es casual que, en este contexto, "sólo el 5% de los argentinos invierta en Bolsa, mientras que en Estados Unidos el porcentaje llega al 55% y en Latinoamérica al 25%", destaca Daghero.
Así la clave pasa por capacitarse, hacer algún curso de finanzas e informarse, aunque no hace falta ser un experto. La otra alternativa es acudir a un asesor financiero o un agente de Bolsa para asesorarse, ante la falta de tiempo para hacerlo uno mismo.
Según un informe de Trendsity un 37% de los argentinos valora más no perder dinero antes que ganarlo, mientras que un 20% directamente prefiere no invertir y guardar los ahorros "bajo el colchón" o en una caja de seguridad, una opción que finalmente resulta ser un costo, frente al dinero que queda inmovilizado.
Por cierto, la inverfobia no es un fenómeno exclusivamente argentino. Estudios recientes revelan que tres de cada diez estadounidenses reconocen no sentirse a gusto con la posibilidad de invertir y seis de cada 10 mexicanos admite que no invierte.
En Argentina la tendencia es clara, aunque en los últimos tiempos, y en parte gracias a la proliferación de las fintech y las billeteras virtuales con su oferta financiera, el concepto de invertir y hacer trabajar el dinero excedente del mes está ganando terreno, especialmente entre los más jóvenes.
"Los argentinos no tienen miedo a invertir, muchas veces somos lanzados. El tema es que a veces tienen miedo a hacerlo solos y sin expertos que acompañen", explica Federico Palmisano, CFO de YONT, una startup del ecosistema Fintech con tres años en el mercado.
Palmisano señala que esto "es como andar en bicicleta, al principio necesitás la ayudad de las rueditas y que estén al lado tuyo, cuando aprendiste, andás solo". Por eso sostiene que hay que llegar a la gente con acompañamiento financiero.
Consejos últiles
Consultado sobre si con la estabilización macroeconómica y la baja de la inflación hay mejores condiciones para que inviertan los que nunca lo hicieron, Palmisano asegura que "en Argentina nunca es buen momento, nunca sabés si es la calma que antecede al huracán".
Pero da algunas pautas a tener en cuenta, en primer lugar "definir bien la meta, para qué querés invertir y a qué plazo" y luego conocerse a uno mismo porque "es muy importante dormir tranquilo". Concretamente, tener claro cuál es el nivel de tolerancia de la inversión o cuánta pérdida temporal puede asumirse.
Así, lo ideal es armar las carteras de inversión de acuerdo a un horizonte y un propósito y desde ya, un consejo de oro: no poner todo en la misma canasta, la diversificación de inversiones es clave para el éxito.
Elena Alonso insiste en que "hay que hacer educación financiera" y saber para qué vas a invertir y a cuánto tiempo, si es para un viaje, cambiar el auto, comprar una casa o tener un dinero para el momento del retiro.
"Es fundamental que la primera inversión sea una buena experiencia, que me saque el miedo", enfatiza Alonso. En este punto aconseja: 1) poner un objetivo financiero y ponerle un valor por tanto tiempo, 2) determinar cuánto puedo ahorrar por mes, 3) sumar plata cada mes para que la inversión aproveche el interés compuesto. Una opción puede ser invertir ahora el aguinaldo o una parte.
"Lamentablemente muchos jóvenes empezaron a invertir por las cripto y apuestas deportivas", cuestiona Matías Daghero. Agrega que hoy se está viendo que para muchos el primer paso son los fondos comunes de inversión, "por comodidad, porque las tenés en la app del banco o en las billeteras virtuales", admite.
Sin embargo, hay opciones más rentables en tasa fija en pesos, como letras del Tesoro, y Obligaciones Negociables o Cedears (acciones de empresas extranjeras), que rinden en dólares a tasa variable. Es cuestión de conocer el perfil inversor de cada uno.