Durante cuatro días, 80 compradores e importadores internacionales de América, Europa, Asia y Oceanía participaron de una intensa agenda de reuniones y degustaciones de 150 bodegas mendocinas que mostraron la diversidad de estilos, terroirs y proyectos de gran parte del vino argentino.
El encuentro fue organizado en conjunto por el Gobierno de Mendoza, ProMendoza y Vinexposium y hubo representantes de Estados Unidos, Canadá, Costa Rica, Francia, Reino Unido, Suecia, España, Taiwán, Tailandia, Vietnam y Australia, entre otros. El objetivo fue claro: facilitar vínculos comerciales y abrir nuevas oportunidades en mercados de alto valor y a largo plazo.
Un evento global al pie de la Cordillera de los Andes
Vinexpo Explorer es una iniciativa del grupo Vinexposium, organizador de los principales encuentros internacionales del negocio del vino, como Wine Paris, Vinexpo Asia, Vinexpo Americas y la World Bulk Wine Exhibition.
A diferencia de otras ferias que reúne productores de todo el mundo, el formato Explorer tiene un objetivo más preciso: promover regiones productoras específicas ante compradores estratégicos, a través de experiencias inmersivas y encuentros B2B.
Desde su creación, el evento se realizó en cinco regiones vitivinícolas del mundo: Austria, Beaujolais (Francia), Quebec (Canadá) y Sonoma y Virginia (Estados Unidos). Esta edición mendocina fue la sexta en la historia del programa y la primera en América Latina, lo que marca un reconocimiento internacional que el vino argentino se ganó en las últimas décadas.
Una vidriera estratégica para Mendoza y el vino argentino
Los compradores invitados pertenecen a segmentos medianos y grandes del negocio, priorizando canales como supermercados, cruceros, aerolíneas, cadenas hoteleras y redes de vinerías o monopolios estatales en sus respectivos países.
Para Mendoza, su elección se trató de una oportunidad para reposicionar sus vinos en mercados donde la competencia es feroz y el consumo se desacelera, como en Estados Unidos y Canadá. Y, al mismo tiempo, reforzó su visibilidad ante nuevos polos como Asia y Oceanía.
Rodolphe Lameyse, Directeur Général y CEO de Vinexposium, señaló que "traer la feria a Mendoza significa darles a los compradores no sólo vinos, sino la experiencia de la región". Lameyse remarcó quedar impresionado con "la pasión de los productores y la personalidad de sus vinos", y se detuvo en una admiración y fascinación personal sobre los Cabernet Franc mendocinos.
Desde ProMendoza reconocen que si bien aún hay detalles por mejorar, sostienen que el saldo del evento es positivo, y que sirve como impulso para nuevas iniciativas público-privadas que fortalezcan la presencia global del vino argentino.
Un estrategia única: relación precio-calidad
El precio sigue siendo determinante. En un contexto de inflación internacional y consumidores más cautelosos, los vinos argentinos ofrecen una relación precio-calidad difícil de igualar. Frente a etiquetas europeas cada vez más costosas y a los vinos californianos con márgenes ajustados, Argentina aparece como una alternativa sólida y consistente.
A eso se suma la variedad y la diversidad de estilos: desde diferentes Malbec hasta blancos con identidad propia, que fueron una de las grandes sorpresas de los importadores. Algo similar que también ocurrió con espumosos y proyectos orgánicos, que demuestran una oferta que encaja con esa búsqueda internacional de productos auténticos, sustentables y con relato de origen.
En ese sentido, Mendoza tiene una carta ganadora: calidad técnica, consistencia y una personalidad territorial clara, tres atributos que los compradores internacionales repitieron como clave durante las rondas de negocios.
Canadá: ¿el próximo gran objetivo del vino argentino?
Uno de los mercados que más expectativa despertó entre los productores argentinos fue Canadá, un país donde el vino nacional ha ganado reconocimiento, pero aún tiene un amplio margen para crecer en las góndolas.
Esa oportunidad se amplió con la fuerte caída de las ventas de vino estadounidense en territorio canadiense, tras la guerra comercial desatada en 2025. Luego de que Washington impusiera un arancel del 25%, Ottawa respondió gravando vinos, licores y cervezas de EE. UU., y varias provincias retiraron esos productos de sus estanterías. El impacto fue inmediato: las importaciones de vino norteamericano se desplomaron cerca del 94% en un año.
A ese escenario se sumó un cambio de ánimo en el consumidor. El movimiento "Buy Canadian" impulsó la elección de vinos locales o de otras regiones no estadounidenses. Más de la mitad de los canadienses declaró haber modificado sus hábitos de compra tras los aranceles, consolidando una caída histórica para el vino de EE.UU. en Canadá.
A diferencia de otros destinos más concentrados, el sistema canadiense de monopolios creó un terreno parejo: todas las bodegas -grandes o pequeñas- negocian bajo las mismas condiciones regulatorias y de precios. Esto reduce las barreras de entrada y permite que proyectos de escala media compitan con marcas globales consolidadas.
Un paso más en la internacionalización del vino argentino
La llegada de Vinexpo Explorer a Mendoza confirma el lugar que la provincia ocupa en el mapa mundial del vino. En un contexto global marcado por cambios en los hábitos de consumo y por la búsqueda de autenticidad y sentido de origen, la identidad mendocina brilló por su capacidad de unir tradición y modernidad.
El vino argentino se distingue por una dualidad única entre los grandes productores del mundo: tiene un pie en el viejo mundo, con historia y herencia centenaria; y otro en el nuevo, donde sobresale por su espíritu innovador, frescura y adaptabilidad.
Más que un evento, fue una señal clara: el vino argentino sigue conquistando al mundo, copa a copa, región por región. Porque no alcanza con producir vino; hay que contar su historia, exportar su identidad y posicionarla con inteligencia.
Vinexpo Explorer Mendoza funcionó como un termómetro preciso para medir nuestras fortalezas (calidad, adaptación y capacidad comercial) y también los desafíos que aún persisten: costos logísticos, aranceles y la falta de acuerdos comerciales internacionales.
En un país donde el consumo per cápita se mantiene en los niveles más bajos de la historia (menos de 15 litros por persona), el desafío del vino argentino es expandir sus mercados internacionales.
El Malbec seguirá siendo el abanderado, no sólo por su capacidad de conquistar paladares en todo el mundo, sino también por abrir puertas a otras variedades y estilos que revelan la versatilidad, calidad y personalidad de nuestra vitivinicultura. Esta primera edición dejó un pequeño mapa de ruta: qué caminos seguir, qué tramos reforzar y qué nuevas fronteras conquistar.