Cadillac Celestiq 2025: probamos el auto eléctrico que quiere destronar a Rolls-Royce
Michael Teo Van Runkle Colaborador
Michael Teo Van Runkle Colaborador
Después de mostrar por primera vez el concept car Celestiq en 2022, el auto eléctrico insignia de Cadillac llega ahora como modelo 2025. En ese tiempo, el diseño del Celestiq sirvió de inspiración para una línea completa de autos eléctricos. Entre ellos están el Optiq, pensado como la puerta de entrada a la marca de lujo estadounidense; el SUV mediano Lyriq; y, por último, el Escalade IQ, un auto de tres filas y tamaño completo.
El Celestiq sigue en la cima de la gama, y con un precio que supera los seis dígitos, Cadillac apunta a competir con marcas de lujo históricas como Rolls-Royce, Bentley y Maybach. El modelo combina varios detalles de inspiración retro con una propulsión silenciosa y futurista, una fórmula que muchos fabricantes observan con atención mientras desarrollan la próxima generación de autos eléctricos.
De todos modos, los compradores de lujo actuales ya no se conforman solo con buena autonomía y tecnología avanzada. También exigen cada vez más opciones de personalización. Por eso, Cadillac me invitó hace poco a sumarme a un grupo reducido de medios para un día de manejo y configuración en Los Ángeles, entre calles urbanas y cañones de montaña.
Arranqué la mañana con una recorrida por las opciones de personalización que ofrece el Celestiq. Aunque lo que vi fue solo una muestra, los clientes pueden llevar sus deseos al límite con configuraciones únicas. De entrada, Cadillac propone 93 colores de pintura exterior "estándar", cada uno disponible en acabado brillante o mate. Es decir, la paleta básica arranca con 186 variantes. Además, como en el reconocido programa de Porsche, también se puede optar por pintura a muestra para lograr un tono completamente personalizado.
Cada cliente del Celestiq puede configurar el interior a medida, con un nivel de personalización que abarca desde la tapicería hasta los materiales de terminación. Cadillac usa un solo tipo de cuero en todo el habitáculo para lograr una combinación visual uniforme, y permite elegir entre distintos metales, maderas, costuras y telas adicionales.
El interior cuenta con cuatro asientos individuales, separados por un túnel central donde se alojan muchas de las 300 celdas de la batería. El resto de las celdas está ubicado bajo los asientos traseros y la zona del baúl. Según Cadillac, esa configuración permite una autonomía eléctrica de 485 kilómetros. Sin embargo, esta cifra aún no fue certificada por la EPA.
El interior del Celestiq sorprende por su amplitud, incluso con una silueta larga y baja. Ese espacio se debe al diseño del sistema eléctrico y también a las generosas dimensiones del auto. Aunque el techo es más bajo que el de un CT5-V, la carrocería se extiende a lo largo de 5,52 metros, lo que lo hace unos 15 centímetros más largo que un Chevrolet Tahoe con motor a combustión.
Ahora bien, al volante, esa enorme presencia se siente mucho más liviana. La dirección en las ruedas traseras achica el radio de giro y cambia por completo la percepción del tamaño. A pesar de ser un sedán de cuatro puertas y gran porte, el Celestiq se comporta con agilidad, algo notable sobre todo si se tiene en cuenta su peso en vacío de 2.998 kilos.
Esa sensación de agilidad se mantuvo casi intacta cuando dejé atrás el tránsito de la ciudad y aceleré a fondo por la autopista Angeles Crest. En ese tramo, las barras estabilizadoras activas y los amortiguadores Magnetic Ride Control de GM lograron contener bien el peso del Celestiq. El chasis respondió con firmeza, incluso cuando lo exigí al máximo en curvas cerradas y trazados amplios.
La dirección ofrecía una respuesta más precisa de lo que pensaba, me dio confianza para ir más allá. Y la tracción total, con sus dos motores y 655 caballos de potencia, me empujó con decisión contra la lujosa tapicería de cuero.
Hay que decirlo: este tipo de manejo no representa lo que un comprador típico del Celestiq busca. Cuando vi la ruta que Cadillac había preparado, me llamó la atención que nos llevaran por esos caminos. Y, en efecto, no pasó mucho hasta que la batería empezó a calentarse. La temperatura subió tan rápido que la computadora del auto redujo la entrega de potencia a solo 138 kilovatios. Para tener una idea más clara: los 655 caballos de fuerza del Celestiq equivalen a 488 kilovatios, así que en ese momento recibía menos del 30 % de la potencia disponible.
Para recuperar algo de autonomía y cuidar los frenos, mantuve el frenado regenerativo activo y usé la palanca de regeneración de GM en el volante para descender con control.
Un auto eléctrico pensado tanto para quienes lo manejan como para quienes prefieren viajar atrás, el Celestiq tiene un nivel de lujo y potencia que sorprende. Sin embargo, acceder a algunas funciones no es tan simple. La enorme pantalla de 55 pulgadas, que se extiende de lado a lado del tablero, queda tan lejos del conductor que Cadillac decidió desactivar su función táctil mientras el auto está en marcha. La idea es evitar distracciones al volante, pero eso deja varias funciones accesibles solo desde la pantalla inferior o mediante un botón en la consola central.
La interfaz recuerda al criticado sistema iDrive de BMW. Y para colmo, el Celestiq no ofrece compatibilidad con Apple CarPlay, un detalle que puede sumar frustración a quienes esperan una integración más simple con su celular.
El hecho de que la pantalla táctil principal del Celestiq se convierta en una simple pantalla mientras el auto está en marcha deja entrever algo más profundo: Cadillac pensó este modelo no solo para manejarlo, sino también —y quizás sobre todo— para viajar con chofer.
Con esa idea en mente, pasé un buen rato en el asiento trasero derecho, mientras un ingeniero de GM se encargaba del volante. A diferencia de otros autos eléctricos con baterías tipo patineta, que suelen generar una sensación incómoda en la parte trasera, el Celestiq ofreció un viaje sereno y sin sobresaltos.
Acomodado en un asiento refrigerado y con masaje, usé otra pantalla táctil para mover el asiento del acompañante hacia adelante y estirar las piernas. Una función novedosa me permitió regular la luz que entraba del techo solar por zonas. Y mientras tanto, el conductor activó el sistema Super Cruise para relajarse en el tránsito denso de Los Ángeles.
El sistema Super Cruise y algunos detalles en plástico negro fueron los únicos recordatorios claros de que, detrás del Celestiq, está General Motors. Porque más allá de eso, este auto eléctrico supera con claridad todo lo que GM fabricó antes en términos de calidad de construcción, confort de marcha y nivel de lujo.
El diseño exterior puede generar opiniones divididas, pero puertas adentro Cadillac logró algo realmente extraordinario. Según contaron los voceros presentes, varios clientes ya visitaron la Casa Cadillac, dentro del complejo de GM, para definir sus configuraciones personalizadas. Algunas de esas unidades incluso superaron el millón de dólares.
El precio de venta sugerido por el fabricante (MSRP) todavía no se dio a conocer con precisión, aunque Cadillac lo ubica en torno a los US$ 300.000. De todos modos, el número es casi anecdótico, considerando el tipo de experiencia personalizada que la marca espera ofrecer a sus clientes. Incluso con las opciones más conservadoras, el precio final probablemente supere al de un Rolls-Royce Spectre, el rival más directo del Celestiq.
Hace apenas cinco años, cuando aparecieron los primeros adelantos del modelo, pensar en Cadillac como competidor de Rolls-Royce parecía un desvarío. Pero la electrificación abrió la puerta para que incluso marcas históricas se animen a apuntar bien alto. Esa ambición se respira en cada rincón del Celestiq, incluso en los tornillos Torx T30 grabados con el lema "Standard of the World".
Después de un día completo al volante y como pasajero, me quedó claro que este auto eléctrico de lujo fabricado en EE.UU. es un logro técnico indiscutible. Aunque el precio y el verdadero propósito del auto todavía dejen algunas dudas sobre la mesa.
Nota publicada por Forbes US