"Le dije a mi mamá: dame dos años. Si no logro nada, me pongo a estudiar". Nicolás Varrone tenía un ultimátum. Corría 2019 y su familia quería que dejara el automovilismo por una carrera universitaria. Pero él apostó por su pasión. Faltaban seis meses para que se cumplieran los dos años cuando apareció la prueba que le cambió la vida.
Hoy, a sus 25 años, Varrone tiene una butaca en la Fórmula 2 para 2026 con Van Amersfoort Racing. Desde la redacción de Forbes, días antes de viajar a Europa, habla de sponsors, de General Motors, del Kun Agüero y de por qué en el automovilismo se valora más el dinero que el talento. Tiene una cábala: siempre se pone primero la bota derecha, el guante derecho, el buzo por el lado derecho. "No sé si es cábala, pero tengo mis mañas", dice entre risas. Los mismos movimientos que repetía de chico en el kartódromo de Zárate, cuando su familia no tenía presupuesto para que entrenara más de una vez cada tres meses.
La carrera de Varrone fue un sube y baja constante. Empezó en fórmula de chico, llegó hasta la Fórmula 3 inglesa y tuvo que abandonar por falta de presupuesto. Estuvo diez meses sin correr durante la pandemia. Él sin opciones, su mamá pidiéndole que estudiara. "Mi viejo me dijo: o lo hacemos así, sin excusas, o nos dedicamos a otra cosa", recuerda en diálogo con Forbes. Eligió lo primero.
José Barbiani, su manager de ese entonces, le consiguió una prueba con Rinaldi Racing en carreras de resistencia. "Era mi única opción para seguir en el automovilismo", explica. Tuvo que ser el más rápido ese día, y lo fue. El dueño del equipo lo adoptó "como un hijo" y lo bancó años. De ahí a ganar dos veces las 24 Horas de Le Mans, las 24 Horas de Daytona y ser campeón del mundo de resistencia. "Son cosas que pasaron en dos años y todavía no lo dimensiono. Ni en mis mejores sueños de chico lo hubiera imaginado", reconoce.
Pero llegar a la Fórmula 2 desde las carreras de resistencia es poco común. "Es un cambio que no pasa en las carreras de muchos pilotos", admite Varrone. La oportunidad surgió a último momento. Ya tenía ofertas para correr con General Motors en resistencia, estaba a punto de firmar, pero apareció la chance de F2. "No dudamos en ir para adelante", afirma. El riesgo es calculado: "Tengo 25 años, es una oportunidad que pasa una vez en la vida. Lo peor que puede pasar es que pruebe un año y después vuelva a resistencia. Pero si no tomaba la oportunidad, nunca la iba a tener".
Presupuesto mata talento: la realidad del automovilismo
"En Fórmula 2, Fórmula 3, mismo para entrar a Fórmula 1, se valora más el presupuesto que el talento", dice Varrone sin rodeos. "Todos los chicos tienen que pagar para correr. Por más que seas el próximo Verstappen, si no conseguís el presupuesto no vas a correr", explica a Forbes. El sistema funciona al revés de las carreras de resistencia: ahí las fábricas contratan pilotos y les pagan un sueldo. En F2, el piloto paga su butaca. "Hay muchísimo nivel en resistencia porque son pilotos profesionales que una marca los contrata por sus habilidades. En cambio en F2, si no conseguís el dinero, básicamente no corres".
El presupuesto que Varrone necesitó reunir para competir en F2 oscila entre 4 y 6 millones de euros. Para Fórmula 1, ese presupuesto alcanzaría más del triple. Hasta ahora, consiguió aproximadamente cinco sponsors: Transition Metals, Andina, Pax Assistance, YPF y alguno más que cerrará en los próximos días.
"Necesitaremos algunos más", admite. "Pueden ser dos sponsors y llegar al presupuesto, pueden ser diez. No importa la cantidad, sino cuánto se llega a juntar económicamente".
Ahí entra el Kun Agüero. Lo conoció en persona hace tres semanas. "Yo estaba medio nervioso porque lo veía jugar al fútbol desde chico, en los mundiales", confiesa. Pero la relación fluyó rápido. "Es muy copado, muy amigable. Del primer momento me sentí muy cómodo", cuenta a Forbes. Agüero se involucró como padrino del proyecto: contactos, sponsors, exposición. "También en el medio hablamos un montón por todo el tema del anuncio, de que grabamos juntos. Seguimos en contacto todo el tiempo".
La ventaja de no tener ventajas
Cuando era chico, Varrone iba una vez cada dos o tres meses al kartódromo. Sus rivales entrenaban todas las semanas. Pero el joven entendió que no había alternativa. "Me apasionaba tanto el automovilismo que dije: bueno, de alguna forma lo voy a lograr". Entonces se esforzaba el doble. "Por más que esté tres meses sin subirme, llegaba y ya estaba al cien".
Esa capacidad de adaptación es hoy su principal fortaleza. "Me adapto muy rápido a diferentes autos, diferentes pistas en muy pocas vueltas", dice. Lo demostró en diciembre de 2024, cuando en el test de postemporada en Abu Dhabi quedó segundo sin haber corrido nunca en Fórmula 2 y con un auto prestado del piloto paraguayo Joshua Duerksen. "Tuve pruebas de muy pocas vueltas, con equipos nuevos, autos nuevos, circuitos que no conocía. Tenés que rendir", explica a Forbes.
Para Nicolás Varrone, el mayor desafío técnico en F2 será gestionar los neumáticos. "Das dos o tres vueltas a fondo seguidas y ya se degrada muchísimo. Desde la largada, cuando llegas a la primera curva, ya tenés que empezar a administrarlo", comenta. A diferencia de las carreras de resistencia donde el auto está diseñado para durar 24 horas, en F2 son 40 minutos. "Tenés que cuidar y administrar la goma muchísimo más", explica.
El miedo que se convirtió en tranquilidad
En 2024, Varrone admitió en otra entrevista que le tenía miedo a "no triunfar". Hoy ese miedo cambió. "De chico era más grande el miedo porque no había logrado nada. Hoy logré cosas que nunca me hubiera imaginado", reflexiona. Ganar Le Mans dos veces, ser campeón del mundo, firmar con General Motors como piloto oficial. "Eso me da un poco más de tranquilidad a la hora de afrontar los desafíos. También sé que si no pasa no es el fin del mundo".
Pero cuando se sube al auto, las ganas de triunfar no cambian. "Me nacen hasta si voy a correr una carrera de karting de alquiler con mis amigos", admite entre risas. Para llegar a la Fórmula 1 necesita 28 puntos de Superlicencia. Tiene 12. No sabe exactamente qué posición debe lograr en F2 para conseguirlos. "No es algo que me pongo a pensar ahora. Tengo que pensar en cómo hermanarme con el auto, con el equipo, cómo afrontar el año que viene", dice a Forbes. "Solo pienso en rendir de la mejor manera y hacer todos los pasos día a día".
General Motors lo seguirá de cerca. Sigue siendo piloto oficial de la marca y correrá con Corvette en IMSA (Daytona, Sebring, Petit Le Mans) además de su calendario en F2. Cadillac entra a la Fórmula 1 en 2026 con Sergio Pérez y Valtteri Bottas como titulares, pero GM observa el desempeño de Varrone. Colton Herta, piloto de reserva de Cadillac, también corre en F2 este año, y la comparación, teorías e hipótesis sobre el futuro de ambos será inevitable. Varrone lo sabe. "Esta es una oportunidad que pasa una vez en la vida", repite.
Su ídolo es Ayrton Senna, no solo por su impacto más allá del automovilismo, sino por la velocidad en clasificación. "Esas vueltas que él sacaba, que hacía una diferencia abismal. Para mí, la clasificación te llena hasta más que ganar una carrera", dice. "Tenés que clavar todas las curvas, todos los frenajes, todas las aceleraciones, todo perfecto para hacer la vuelta perfecta".
Es hincha de Boca y hace años casi cierra un acuerdo para que el club lo auspiciara cuando corría en Fórmula 3. "Ojalá se reactive", dice.
Sobre la posibilidad de que vuelva la Fórmula 1 a Argentina: "Hoy tiene muchos fanáticos acá. Lo ves en todas las publicaciones, está lleno de argentinos", comenta a Forbes. "Tenemos que tener un muy buen circuito, que hoy no lo tenemos, pero no lo veo para nada imposible".
Y hablando de imposibles, "desde chico mucha gente viene diciendo que algunas cosas no eran para nosotros los argentinos", reflexiona Varrone. "También era imposible que yo esté en Fórmula 2 en 2026 por el camino de toda mi carrera y hoy estamos ahí. Así que en la vida nada es imposible".