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19 Abril de 2021 13.30

Desde hace poco más de dos semanas, #TodosConEmmita se convirtió en trending topic en casi todas las redes sociales. El influencer Santiago Maratea fue quien se cargó al hombro la campaña viral para ayudar a la familia de la niña de 11 meses con Atrofia Muscular Espinal (AME)  a conseguir “el remedio más caro del mundo”. En 10 días, el objetivo se logró: alcanzó los US$ 2 millones que le permitirían comprar el Zolgensma.  

El influencer empezó por incentivar a sus seguidores a que donaran $ 300 para colaborar con la causa. Se sumaron figuras públicas y famosos y hasta intentó llegar a las hermanas Kardashian, con un follow masivo en sus redes sociales. También motivó a sus seguidores a escribir en la cuenta de Instagram del laboratorio dueño del medicamento, Novartis, para pedir un descuento mayor al que fue ofrecido a Enzo y Natalí, los padres de Emmita.  

“No me sorprendió el éxito de la campaña solidaria, ya que fue producto de la conjunción de tres factores: un influencer creíble y confiable, una causa justa que involucra la vida de una niña y un pueblo solidario. Frente a campañas concretas y transparentes, o determinadas causas que se instalan fuerte en la opinión pública, la sociedad argentina suele responder de manera realmente comprometida”, explica Julián D'Angelo, Coordinador Ejecutivo del Centro Nacional de Responsabilidad Social Empresarial de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y Director de la Cátedra Abierta de Administración “Enrique Shaw” de la Universidad Católica de Cuyo- San Luis. 

La filantropía no está tan desarrollada en la Argentina como lo está en otros países del mundo. Pero los expertos ?y los hechos?, dan cuenta que ante la adversidad la filantropía aflora. Lo mismo ocurrió, por ejemplo, con los incendios en la Patagonia, o en otros tiempos, ante catástrofes naturales, como terremotos o inundaciones. 

El 2020 y la situación de emergencia sanitaria fueron también una muestra de eso, en la que empresarios, CEOs y altos ejecutivos tomaron el liderazgo y desafiaron sus capacidades de contribuir con la sociedad. Hubo dos campañas que tomaron la posta: la de la Cruz Roja Argentina y la iniciativa #SeamosUno. La primera se enfocó en el tema más urgente: acondicionar el sistema de salud argentino y proveer insumos para la atención sanitaria. Durante el año pasado, la Cruz Roja Argentina adquirió y entregó un total de 1.200 metros cúbicos de insumos y equipamiento en tiempo récord: más de 70 respiradores, 200 camas de terapia intensiva, 300.000 barbijos quirúrgicos, 200 desfibriladores y cientos de miles de suministros en pos de fortalecer la capacidad de respuesta del sistema de salud. Desarrolló, a su vez, más de 5.000 sesiones de acompañamiento y apoyo psicosocial y 300 acciones de abastecimiento de insumos básicos. Su programa de seguridad alimentaria alcanzó a 17.000 personas de 69 comunidades y comprendió más de un millón de kilos de alimentos. Asistió más de 5.000 wichis y tobas desde el Campamento Humanitario en el norte de Salta. Y coordinó el apoyo a los centros extrahospitalarios de atención.  

La Cruz Roja Argentina adquirió y entregó un total de 1.200 metros cúbicos de insumos y equipamiento durante 2020 para la lucha contra el COVID-19.

Por otra parte, la campaña #SeamosUno fue impulsada por entidades de diferentes cultos, grandes y pequeñas empresas, emprendedores y ONG. Se trata del proyecto social de iniciativa privada más grande de la historia argentina. El objetivo fue simple, hacer llegar alimentos y productos de higiene de primera necesidad a un millón de hogares en situación de vulnerabilidad ante la emergencia generada por la pandemia y los efectos de la cuarentena. El objetivo, que nació con la pandemia, se cumplió a mediados de septiembre. 

“La motivación de las empresas para comprometerse en fuertes acciones filantrópicas, responde en Argentina, por un lado, a la convicción de que las empresas tienen una misión que excede lo económico, el ánimo de lucro, ya que son también un importante sujeto social. Por otro lado, una fundamentación que no puede soslayarse, es que en muchos casos también, lo ven como una eficiente acción publicitaria, que colabora con la construcción de una buena reputación corporativa”, analiza D'Angelo. 

Para el experto, la práctica de la filantropía empresaria en la Argentina es “francamente pobre, si la comparamos con otros países como los Estados Unidos”. La expansión de la filantropía es un fenómeno reciente en la región. A lo largo del siglo XX, se crearon un número importante de entidades filantrópicas, casi la mitad de las actuales, pero en estas dos décadas del siglo XXI se aceleró el proceso. “Los primeros años de este siglo fueron los de mayor surgimiento de fundaciones para Chile, Colombia, México y Perú. Argentina, que venía con una tradición más antigua en filantropía, vinculada originalmente a las llamadas Sociedad de Socorros Mutuos, es el único país de la región donde se crearon más fundaciones en el siglo XX que en el XX”, asegura.

Según el Reporte Global de Filantropía de la Universidad de Harvard (2018), en Argentina hay unas 120 fundaciones, al igual que en Chile, y son los países de la región que más tienen. Mientras tanto, Estados Unidos tiene 86.203, Alemania 20.700, China 5.587 y Australia 5.000. ”En Argentina, el 75% de estas fundaciones corporativas solo reciben ingresos de las empresas, mientras que en Colombia, por ejemplo, solo un 31% de las fundaciones se financia exclusivamente con recursos de la empresa. Lo ideal sería que también las fundaciones corporativas buscaran mecanismos novedosos de financiación que las haga menos dependientes de sus empresas fundadoras”, destaca.  
 

Ayudar a mover montañas  

Santiago Maratea tiene 28 años y es oriundo de San Isidro. Trabajó el radio Vorterix, donde condujo Generación perdida con Sofía Carmona, y fue conductor de Ingame, el juego virtual de Mario Pergolini. Maratea ya llevó adelante otras campañas solidarias exitosas, como una que realizó en febrero para ayudar a la comunidad Wichí. Con donaciones de 10 pesos, llegó a recaudar más de tres millones de pesos, además de reunir elementos como ropa, agua, medicamentos y alimentos. 

Santiago Maratea alcanzó con su campaña los US$ 2 millones que necesitaba Emmita Gamarra.

Luego, en marzo, y con el motivo del Día de la Mujer, realizó una campaña para que Madres Víctimas de Trata, la asociación presidida por Margarita Meira, pueda comprar la vivienda en la que funciona y que estaba alquilando hace años. Como resultado, logró recaudar $ 8 millones.  
 

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