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Alumnos de la Universidad de Tsinghua trabajando sobre un robot en el laboratori
Innovacion

Las universidades de China quieren que sus alumnos usen cada vez más inteligencia artificial

Juan Romero

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Mientras el uso de la IAl sigue siendo motivo de debates y restricciones en las universidades occidentales, los centros académicos chinos han decidido abrazar fuertemente la tecnología. El resultado es una transformación educativa profunda, impulsada tanto por políticas estatales como por la presión del mercado laboral.

4 Agosto de 2025 23.30

Contrario a todo lo que se pueda imaginar sobre las costumbres de la superpotencia oriental, China ha decidido no contemplar la llegada de la IA, sino liderar su integración educativa. Universidades, Estado y mercado laboral avanzan en la misma dirección: un modelo de alfabetización digital que va mucho más allá de la programación y abraza la IA como herramienta cotidiana, objeto de debate ético y salvavidas profesional. Occidente tiene mucho que aprender, y tal vez, poco tiempo para reaccionar.

En el último año, un fenómeno silencioso pero disruptivo ha comenzado a transformar la educación superior en China. Lejos de las polémicas, alertas mediáticas y cautela que persisten en las universidades estadounidenses o europeas, en las instituciones chinas la inteligencia artificial (IA) está dejando de ser un tabú académico para convertirse en una herramienta de uso cotidiano y un pilar estratégico para el futuro profesional de millones de estudiantes. El contraste no puede ser más marcado: mientras Occidente debate sobre plagio y riesgos éticos, China apuesta por una adopción masiva y dirigida desde las más altas instancias del Estado.

Lorraine He, una joven estudiante de derecho en Pekín, ejemplifica este cambio. Hace dos años, usar IA en los trabajos académicos podía llevar un llamado de atención; ahora, sus profesores no solo lo permiten, sino que incentivan abiertamente el uso de herramientas como DeepSeek y Doubao, siempre dentro de buenas prácticas éticas y metodológicas. Lorraine no es una excepción: según una reciente encuesta de la consultora educativa Mycos Institute, apenas el 1% de universitarios chinos nunca ha utilizado una IA generativa, y un 60% afirma hacerlo varias veces a la semana o incluso a diario.

Además, importantes universidades chinas como la Universidad de Tsinghua, la Universidad de Wuhan y la Universidad Jiao Tong de Shanghai han anunciado planes para ampliar sus inscripciones en I

La diferencia de enfoque no se limita al ámbito universitario: es reflejo de una política educativa nacional. En abril de 2025, el Ministerio de Educación chino promulgó nuevas directrices para impulsar el programa "IA+ Educación", que exige la integración de competencias digitales y pensamiento crítico en todos los niveles educativos, desde primaria hasta posgrado. Pekín ya lo implementa incluso en los colegios: el aprendizaje de IA es obligatorio para todos los estudiantes capitalinos.

De la sospecha a la alfabetización digital integral

La relación de China con la tecnología, y en particular con la IA, está marcada por una visión pragmática y de ambición nacional. Según Fang Kecheng, profesor de comunicaciones en la Universidad China de Hong Kong, "hay una tradición desde los años 80 de concebir la ciencia y la tecnología como las fuerzas productivas primarias del país". Esto se traduce hoy en un entusiasmo social palpable: un informe de la Universidad de Stanford reveló que el 80% de los chinos se declara "emocionado" ante los avances de la IA, versus apenas el 35% en Estados Unidos.

En el campus, esa sintonía entre tecnología y progreso ha desterrado el temor al reemplazo. Profesores como Liu Bingyu, en la Universidad China de Ciencias Políticas y Derecho, han convertido la IA en parte esencial de sus cursos. Liu enseña a sus alumnos a utilizar la IA como asistente de investigación, generador de resúmenes, organizador de ideas, o incluso como abogado del diablo en debates complejos. "La clave es que el criterio humano no puede ser automatizado. Solo insumos de calidad y preguntas inteligentes conducen a resultados útiles", explica a sus alumnos.

Este enfoque no solo promueve el uso abierto y transparente de las IA, sino que también pretende cerrar la brecha de competencias digitales entre los propios estudiantes. Fang advierte que existe "una gran desigualdad: algunos dominan las herramientas y otros se sienten perdidos". Por eso, la "alfabetización en IA" se ha convertido en un objetivo transversal: casi todas las universidades de élite han incorporado, solo en el último año, cursos básicos de IA de carácter obligatorio para todos los estudiantes, independientemente de su disciplina.

Uno de los mejores ejemplos es la medicina, una de las disciplinas más integradas con las nuevas tecnologías. La Facultad de Medicina de Shanghái de la Universidad de Fudan ofrece actualmente más de 20 cursos relacionados con la IA, que abarcan tanto teorías informáticas esenciales como aplicaciones prácticas.

"Aprendizaje Profundo en Imágenes Médicas" es uno de estos cursos. El equipo docente de este curso está formado por profesores con formación en ingeniería biomédica, quienes comprenden profundamente la importancia de la colaboración interdisciplinaria.

"La IA es un campo altamente especializado. Sin un aprendizaje sistemático, sería extremadamente difícil para los estudiantes de medicina estudiarla por su cuenta", afirmó Song Zhijian, director del curso y profesor de la Facultad de Ciencias Médicas Básicas de Fudan.

Infraestructura y modelos propios: la autonomía tecnológica como prioridad

La otra gran diferencia con Occidente es la autosuficiencia tecnológica. A diferencia de los campus occidentales, que dependen mayoritariamente de servicios privados como ChatGPT o Claude, las universidades chinas han implementado servidores propios con modelos nacionales como DeepSeek, optimizados para el contexto local. Estos "DeepSeek de sangre completa", como los llaman los estudiantes, ofrecen ventanas de contexto más largas, conversaciones ilimitadas y funcionalidades ampliadas. El acceso, gratuito para los estudiantes a través de credenciales universitarias, elimina no solo barreras económicas sino también legales y de privacidad.

Este despliegue institucional contrasta con la oferta en mercados como Estados Unidos, donde OpenAI o Anthropic firman acuerdos con universidades y, en el mejor de los casos, ofrecen versiones premium a algunos colectivos. En China, son las propias universidades -y no las empresas- las que lideran la iniciativa, garantizando disponibilidad, control y adaptación curricular.

Formando profesionales para un mercado en crisis

La emergencia de la IA en la educación superior china está estrechamente vinculada a las presiones del mercado laboral. Con un desempleo juvenil récord y millas de nuevos graduados compitiendo por pocos puestos, las habilidades de IA se han convertido en requisito de supervivencia. Según un informe del portal YiCai, el 80% de las ofertas de trabajo para recién graduados en 2025 menciona competencia en IA como un plus, y el país proyecta necesitar al menos 6 millones de profesionales con destrezas en IA para 2030.

Para muchos estudiantes, aprender a apuntar, evaluar la confiabilidad de las respuestas o saber cómo integrar la IA en la resolución de tareas complejas no es solo una herramienta académica: es una promesa de empleabilidad en una economía cada vez más digitalizada y automatizada. Lorraine He lo sabe y por eso asiste ahora a talleres extracurriculares de habilidades en IA, convencida de que su futuro laboral dependerá en gran parte de este dominio.

En ese sentido, al tiempo que impulsan la educación en IA, las universidades chinas también priorizan la colaboración con industrias y empresas. Por ejemplo, la Universidad de Nanjing, en la provincia oriental china de Jiangsu, ha colaborado estrechamente con empresas tecnológicas líderes, como Baidu y Huawei, para desarrollar conjuntamente herramientas inteligentes que apoyan la enseñanza y la evaluación basadas en IA.

Mientras tanto, la Universidad Jiaotong del Suroeste, con sede en Chengdu, en la provincia de Sichuan, al suroeste de China, se ha asociado con Amazon, JD.com y otras empresas para diseñar cursos de IA que mejoren las habilidades prácticas de los estudiantes. La universidad también ha establecido un sistema de formación para talentos de IA de primer nivel, desde el grado hasta el doctorado.

Desafíos éticos y nuevas preguntas sobre la originalidad

Sin embargo, la rápida adopción de IA no está exenta de tensiones. La presencia de detectores de IA y la ambigüedad sobre lo que constituye un uso legítimo han generado un mercado clandestino donde algunos estudiantes pagan por servicios que "blanquean" textos generados con IA para evitar sanciones. Tres estudiantes consultados por MIT Technology Review admiten sentirse ansiosos o confundidos frente a las reglas, y reclaman criterios claros y formación ética. Los profesores han respondido con mayor transparencia: el foco actual es enseñar a distinguir entre inspiración, colaboración y plagio, repensando incluso el concepto de trabajo original en la era digital.

Expertos como la investigadora Meifang Zhuo, de la Universidad de Warwick, coinciden en que la clave no debe ser prohibir, sino guiar: "El objetivo no debería ser evitar el uso de IA, sino orientar para que sirva al aprendizaje efectivo y al pensamiento superior".

¿Ventaja estructural o riesgos a largo plazo?

La apuesta china por la IA universitaria ofrece numerosas ventajas: formación alineada con las demandas del futuro, homogeneización de habilidades tecnológicas, integración ética y acceso universal a herramientas punteras. Pero también plantea preguntas sobre el papel de la creatividad, la dependencia de algoritmos nacionales y el posible desgaste psicológico en estudiantes sometidos a la doble presión de la competencia tecnológica y un mercado laboral incierto.

Mientras tanto, la sociedad occidental y las autoridades educativas debaten sobre la "IA en el aula" en torno a la detección del plagio, la autenticidad académica o el temor a la deshumanización de la enseñanza. Pero los ejemplos que llegan desde China sugieren que la clave no está en ignorar la revolución, sino en asumirla de manera activa, educando para un mundo donde la inteligencia (ya no solo humana) será, cada vez más, el motor central del progreso y la competencia global.

 

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