Hace un tiempo contamos que los dueños de autos Tesla sufrían cada vez más situaciones de furia al volante. Les gritaban, los insultaban, les bloqueaban el paso e incluso no los dejaban usar estaciones de carga públicas.
En ese momento, varios aseguraron que los hostigaban sobre todo conductores de camionetas con posturas contrarias a los autos eléctricos, como parte de la disputa cultural que atraviesa el país. Otros, en cambio, sentían que la hostilidad en la ruta tenía más que ver con el rechazo que genera Elon Musk, el director ejecutivo de la compañía, alineado cada vez más con la derecha.
Hoy el rechazo hacia Tesla no solo creció, sino que cambió de lugar dentro de la disputa cultural. En buena parte, esto se debe a la supuesta intromisión de Elon Musk en la política federal, a partir de los recortes de empleos y servicios en el Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE) que aplicó la administración de Donald Trump.
Lo que arrancó como protestas en concesionarias Tesla de todo el país se volvió especialmente hostil. Una encuesta reciente, hecha a 508 personas dueñas de un Tesla por la aseguradora online Guardian Service, reveló que casi la mitad sufrió daños intencionales en sus vehículos, aparentemente provocados por detractores de Musk y de la automotriz. Además, cerca de tres cuartos de quienes participaron dijeron tener miedo de ser atacados en el futuro, porque el rechazo hacia la empresa sigue creciendo.
Además, —y probablemente como consecuencia— el informe señala que el 61% de quienes tienen un Tesla dijeron que su seguro subió, en promedio, US$ 340 por año, sin importar si sufrieron actos de vandalismo o no. A pesar de eso, el 53% cree que esas primas van a bajar antes de que termine el año.
En números concretos, el 44% de los encuestados dijo que sus autos sufrieron rayones, cortes u otros daños. Según Guardian Service, el 46% de esos casos ocurrió en estados del sur, el 22% en el noreste, el 21% en el oeste y el 11% en el medio oeste. Un dato preocupante: el 25% de quienes respondieron contó que tuvo un contacto físico con alguien que agredió su Tesla.
Con un 61 %, las personas de la Generación Z que tienen un Tesla fueron quienes reportaron más episodios de agresión. Según Guardian Service, eso duplica casi la tasa informada por conductores de más edad. También gastaron más que los mayores en reparaciones: en promedio, US$ 2.113 frente a US$ 1.730.
En total, un 72% de quienes tienen un Tesla hoy teme ser más propenso a sufrir vandalismo que quienes manejan autos de otras marcas. El 66% se siente intranquilo al dejar el vehículo sin supervisión y el 60% aseguró que por miedo a ataques ahora recorre menos kilómetros o evita directamente algunas zonas de la ciudad. Por eso, el 54% dijo haber instalado o activado sistemas de videovigilancia para ayudar a la policía a identificar a los agresores.
Y sí, a los conductores de Tesla todavía los atacan con furia al volante. El 43% de quienes participaron en la encuesta dijo haber recibido gestos o comentarios groseros mientras manejaban. Tal vez por eso, el estudio de Guardian Service muestra que el 30% de los dueños no piensa volver a elegir un Tesla cuando cambien de auto.
Los precios de reventa de los Tesla usados ya se desplomaron. Según el sitio online iSeeCars.com, los vehículos de la marca perdieron en promedio un 10,1 % de su valor en el último año. En particular, los Model S usados bajaron un 17,1 %, una caída considerable.
Tesla acumula modelos Cybertruck sin vender por un valor de US$ 200 millones. No logran colocar esas unidades, en parte, por las sucesivas retiradas. La última fue por un problema en la carrocería: algunos paneles se caen sin motivo. Las ventas están tan frenadas que las concesionarias Tesla dejaron de aceptar Cybertrucks como parte de pago o de comprarlos directamente. No logran vender ni los nuevos, que juntan polvo. En paralelo, los locales de marcas rivales ofrecen montos muy bajos por esos vehículos para evitar riesgos financieros.
Una verdadera caída en desgracia.
Nota publicada por Forbes US