Después de diez años de disputas con la Comisión de Bolsa y Valores y de enfrentar oposición tanto de demócratas como de republicanos en el Congreso, JBS, el mayor frigorífico del mundo, consiguió a fines de abril la aprobación para cotizar en la Bolsa de Nueva York.
La oferta pública de la empresa brasileña se postergó varias veces durante la última década por una seguidilla de escándalos que involucraron a sus principales accionistas y al holding que los agrupa. Entre otras cosas, se los acusó de pagar sobornos a inspectores de carne en Brasil, de entregar comisiones ilegales a financistas del Estado y de financiar campañas políticas de más de 1.800 dirigentes brasileños con aportes no declarados. En Estados Unidos, JBS y sus subsidiarias enfrentan cargos por manipulación de precios, salarios, violaciones a las leyes contra el trabajo infantil, además de denuncias por discriminación y acoso.
Joesley y Wesley Batista, de 53 y 52 años, son los mayores accionistas de la empresa a través de J&F Investimentos. Según la revista Forbes, cada uno acumula una fortuna de US$ 4.800 millones. Los dos enfrentan acusaciones por corrupción transnacional en Estados Unidos y por uso de información privilegiada en Brasil, vinculadas al momento en que se destapó su red de sobornos. Pasaron unos seis meses presos entre 2017 y 2018. Cualquiera de estas causas habría sepultado los planes de cotización de la mayoría de las compañías en Wall Street. Sin embargo, tras la aprobación reciente de la SEC, JBS espera lanzar acciones en la Bolsa de Nueva York en junio, mientras aguarda la votación de sus accionistas prevista para fin de mes.
"Esta vez parece que es real", dijo Carlos Laboy, director general que sigue el sector de alimentos en América Latina, incluida JBS, para HSBC, que no participa de la colocación.
En los últimos veinte años, los hermanos Batista transformaron el negocio familiar de carne sudamericana en un gigante con ingresos anuales superiores a los US$ 77.000 millones y operaciones en casi todos los países del mundo. En Estados Unidos, sus principales marcas son Swift, Pilgrim's Pride, Primo, Blue Ribbon y Certified Angus Beef. Sin embargo, por la cantidad de escándalos acumulados, políticos de ambos partidos rechazaron durante años que la empresa pudiera cotizar en el mercado estadounidense.
Recién el año pasado, 15 senadores —entre ellos los republicanos Josh Hawley, de Misuri, y John Barrasso, de Wyoming; y los demócratas Cory Booker, de Nueva Jersey, Bernie Sanders, de Vermont, y Elizabeth Warren, de Massachusetts— expresaron su rechazo ante la posibilidad de una oferta pública inicial.
Durante años, uno de los críticos más duros de JBS fue Marco Rubio, exsenador por Florida y actual Secretario de Estado. En 2019, pidió una investigación al Departamento del Tesoro sobre las compras de la compañía. Dos años más tarde, amplió esa solicitud para incluir a unas 250 empresas del sector cárnico y agroindustrial que integran el portafolio de J&F Investimentos, el holding de la familia Batista. El Tesoro evitó dar declaraciones.
"Probablemente les convenga a las autoridades estadounidenses que JBS cotice en la Bolsa de Valores de Nueva York, porque eso refuerza la supervisión regulatoria".
La suerte de los Batista cambió cuando Donald Trump volvió a la Casa Blanca en enero. La Comisión de Bolsa y Valores aprobó la doble cotización de JBS apenas dos días después de que se conociera un informe público ante la Comisión Federal Electoral. Allí se reveló que el mayor aportante al Comité Inaugural de Trump fue Pilgrim's Pride, la filial avícola de JBS. La empresa donó US$ 5 millones para la ceremonia, una cifra cinco veces mayor que las contribuciones de Amazon, Meta, Uber, Nvidia y Microsoft, que giraron US$ 1 millón cada una.
Un vocero de JBS rechazó que la donación estuviera relacionada con el momento en que se hizo pública: "Ninguna empresa tiene control sobre el momento en que se publican las donaciones del comité inaugural, y la lista de JBS lleva en marcha aproximadamente dos años. La empresa cuenta con controles internos y procedimientos de cumplimiento para garantizar que todas las contribuciones políticas se realicen de forma transparente y ética, y en total cumplimiento de las leyes y normativas aplicables".
El vocero también evitó dar los nombres de los ejecutivos que estuvieron en la ceremonia, y se limitó a decir que "varios ejecutivos asistieron a los eventos inaugurales". Tampoco quiso responder si JBS, Pilgrim's Pride o alguna de sus filiales aportaron fondos al equipo de transición de la administración Trump el verano pasado.
Además de la aprobación de la SEC, hubo otros cambios en la política federal durante los primeros cien días de la presidencia de Donald Trump que favorecieron a JBS y a los Batista. Uno de los más significativos fue la decisión del gobierno de dejar de aplicar la Ley de Prácticas Corruptas en el Extranjero.
Esa norma, vigente desde 1977, prohíbe a las empresas estadounidenses —incluidas las filiales controladas por grupos extranjeros—, a los ciudadanos norteamericanos y a los extranjeros que operan en territorio estadounidense ofrecer sobornos a funcionarios tanto dentro como fuera del país. Antes de ese giro, J&F Investimentos, la controladora de JBS, tuvo que pagar una multa penal de US$ 128 millones en 2020, tras declararse culpable de cargos de corrupción ante el Departamento de Justicia. Ese mismo año, también desembolsó casi US$ 27 millones por cargos similares ante la SEC. Los hermanos Batista, ciudadanos brasileños, aceptaron una sanción civil con la SEC y abonaron US$ 550.000 cada uno.
Un vocero de JBS aseguró que la decisión del gobierno de Trump "no cambió ninguna de las obligaciones contenidas en el acuerdo de J&F, que se han cumplido íntegramente".
En relación con un posible vínculo entre el giro de la SEC sobre la cotización de JBS y las donaciones a la asunción de Donald Trump, Brett Kappel, abogado especializado en financiamiento de campañas y ética gubernamental del estudio Harmon Curran, con sede en Washington DC, sostuvo que resulta difícil probar un quid pro quo en los tribunales. Según explicó, es improbable que un fiscal decida avanzar con una causa de ese tipo.
"Si hubiera un proceso, el Departamento de Justicia tendría que demostrar que hubo un acuerdo por el cual los funcionarios del gobierno harían ciertas cosas a cambio de la contribución", dijo Kappel. Aunque también aclaró: "El Departamento de Justicia podría demostrar mediante pruebas circunstanciales que ambas cosas estaban relacionadas. En nuestro sistema judicial, confiamos en que los jurados usen su sentido común para tomar esas decisiones".
JBS rechazó cualquier idea de canje. "Como empresa de alimentos con sede en EE.UU., Pilgrim's Pride se complace en apoyar la ceremonia de inauguración de 2025", expresó un vocero. "Tenemos una larga trayectoria bipartidista de participación en el proceso cívico y esperamos colaborar con la Administración para crear oportunidades para los agricultores estadounidenses y proporcionar alimentos seguros y asequibles a las familias estadounidenses".
JBS nació en 1953, cuando José Batista Sobrinho, de 19 años y homónimo de la empresa, empezó a faenar bueyes y a vender carne entre los vecinos de la pequeña granja familiar en Anápolis, una zona rural del centro de Brasil. Joesley y Wesley crecieron dentro del negocio durante el auge de la carne vacuna brasileña en los años setenta.
Los hermanos dejaron la secundaria para trabajar de forma permanente en JBS, que entonces dirigía su hermano mayor, José Batista. Pero en 2005, José se alejó de la compañía para lanzarse —sin éxito— a la política, y Joesley y Wesley, que en ese momento tenían poco más de treinta años, asumieron el control.
En 2007, sacaron a bolsa a JBS con una valuación de US$ 800 millones en la bolsa B3 de São Paulo, Brasil. En ese momento, fue el debut más exitoso en la historia del mercado bursátil brasileño. Poco después, los Batista buscaron expandir el negocio al exterior.
Según la orden de cese y desistimiento que emitió la Comisión de Bolsa y Valores en 2020, los Batista estaban dispuestos a comprar su entrada. En su testimonio ante investigadores brasileños en 2017, Joesley contó que tenía una red de funcionarios y políticos a su disposición. Entre ellos, figuraba un ministro de Finanzas del banco de desarrollo brasileño BNDES, que recibió sobornos para facilitar la compra de activos en Estados Unidos, incluida Pilgrim's Pride. El BNDES, que también se convirtió en el segundo mayor accionista de JBS, negó las acusaciones de corrupción y soborno. Alegó una investigación independiente hecha en ese momento, que no encontró pruebas. Un tribunal federal brasileño también rechazó acusar a JBS por delitos relacionados con esos sobornos.
Después de la quiebra de Pilgrim's Pride, con sede en Texas, en 2009, los Batista pusieron el foco en la segunda mayor procesadora de pollo de Estados Unidos, a la que consideraron una ganga. JBS pagó US$ 800 millones por una participación inicial del 64%. La operación se valuó en US$ 2.800 millones, con un financiamiento de US$ 2.000 millones del BNDES. Según la acusación del Departamento de Justicia contra J&F, Joesley Batista depositó más de US$ 55 millones en una cuenta bancaria estadounidense a nombre del ministro de Hacienda del BNDES.
JBS terminó recibiendo unos US$ 5.000 millones en financiamiento total —entre capital y deuda— del BNDES para distintas operaciones en Estados Unidos, incluida Pilgrim's Pride. En total, los Batista y J&F admitieron más de treinta casos de sobornos en Brasil, según los acuerdos de colaboración que firmaron en 2017 con el gobierno brasileño. El Departamento de Justicia y la SEC hallaron pruebas de unos US$ 150 millones en sobornos.
Según el caso que presentó la SEC en 2020 contra JBS, Pilgrim's Pride —empresa que cotiza en bolsa y en la que los Batista llegaron a controlar el 80%— incluso funcionó como fondo de sobornos para los hermanos. "De 2009 a 2015, sin que la dirección de Pilgrim lo supiera, los Batista y J&F llevaron a cabo el plan de sobornos y su financiación utilizando, en ocasiones, ciertas cuentas operativas de JBS que contenían fondos mezclados con fondos obtenidos de Pilgrim mediante transferencias entre empresas, pagos extraordinarios de dividendos y otros medios. Los libros de Pilgrim no reflejaban esto", dice el expediente.
El plan se desmoronó cuando, en 2017, durante una megacausa nacional por corrupción, investigadores brasileños obligaron a Joesley Batista a usar un micrófono oculto para grabar al entonces presidente de Brasil, Michel Temer. Según Joesley, Temer cobraba de los Batista. En la grabación, se lo escucha a Temer hablando con Joesley sobre un soborno destinado a otro político, en su nombre. Tras la filtración del audio, el real brasileño se desplomó y hubo protestas masivas en todo el país.
Aunque colaboraron con la Justicia, los Batista no esquivaron la cárcel: cumplieron cerca de seis meses desde septiembre de 2017. Y mientras se conocían los sobornos, junto con otros pagos ilegales a inspectores de carne en Brasil, sus planes de listar a JBS en el mercado estadounidense quedaron en pausa.
"Hubo años difíciles", dice John Baumgarten, director general del Grupo Mizuho, que sigue a empresas del sector alimenticio, incluida JBS. "Tuvieron que dar algunos pasos atrás".
Además del esquema de sobornos, JBS también enfrentó denuncias por daño ambiental, sobre todo por haber comprado ganado criado en campos que surgieron tras la deforestación de la Amazonia. El vocero de la empresa lo negó y aseguró que JBS está "firmemente comprometida con la deforestación cero en nuestra cadena de suministro e invierte activamente en prácticas agrícolas sostenibles. Seguimos colaborando con nuestros proveedores para promover el uso responsable de la tierra y reducir nuestra huella ambiental compartida".
Pero representantes del pueblo Parakanã, en Brasil, denunciaron que JBS explotó de forma ilegal el Territorio Indígena Apyterewa, en plena selva amazónica, al comprar ganado criado en campos talados ilegalmente.
En una carta que envió al entonces presidente de la SEC, Gary Gensler, en 2023 —y que Forbes obtuvo mediante una solicitud respaldada por la Ley de Libertad de Información— el líder comunitario Wenatoa afirmó: "Nuestro pueblo sufre amenazas diarias de invasores, y JBS es cómplice de esta invasión... No permaneceremos callados mientras nuestras tierras, nuestra cultura y nuestra dignidad sigan viéndose perjudicadas por prácticas comerciales irresponsables como esta".
Ahora que se aprobó la cotización pública, JBS tendrá acceso a inversores, fondos de pensión e índices bursátiles exclusivos de Estados Unidos. Se espera que el precio de las acciones suba, y Laboy, del HSBC, estimó que JBS podría duplicar su valor. Esto, según él, le daría a la empresa "más recursos para resolver los problemas ambientales que deben resolverse".
En general, Laboy consideró la cotización como una manera de controlar a JBS. "Probablemente les convenga a las autoridades estadounidenses que JBS cotice en la Bolsa de Valores de Nueva York, ya que aumenta la supervisión regulatoria", afirmó. "Una mayor supervisión del líder del mercado intensifica la presión regulatoria sobre las malas prácticas en el sector en general".
De cualquier modo, los Batista no se van a ir. Una vez que JBS empiece a cotizar en bolsa, los holdings familiares —J&F y JBS Participações, que es el mayor accionista con casi el 50%— podrán convertir sus acciones ordinarias en preferentes. Esa jugada les permitiría aumentar su poder de voto hasta el 90%. Aunque JBS evitó comentar sobre los planes a largo plazo de los Batista, esta maniobra asegura que la familia seguirá al mando durante varios años.
Por ese control, Laboy considera clave que haya voces firmes e independientes en la junta directiva. Sin embargo, en la empresa que cotizará en la Bolsa de Nueva York estarán Joesley y Wesley Batista, quienes tuvieron que dejar la junta después de ser arrestados en 2017. Durante años no pudieron ocupar cargos directivos, pero en 2020 volvieron a la conducción de J&F por orden de un juez brasileño. En 2024 fueron reelegidos para el directorio de JBS.
"Una junta directiva fuerte con miembros independientes de integridad incuestionable sería óptima para todos los accionistas de JBS", agregó Laboy, "incluidos [los Batista]".
Nota publicada en Forbes US.