El desafío de llegar de manera competitiva con gas de Vaca Muerta a Brasil hizo que el gobierno argentino esté dispuesto a que se exporte a un precio más bajo del que se paga a nivel local.
Fuentes al tanto de las negociaciones indicaron a Forbes que está todo acordado para firmar contratos entre productores argentinos y compradores brasileños por valores que están por debajo del Plan Gas.
Lógicamente, como este programa ideado por la administración de Alberto Fernández tiene vigencia hasta el 2028 e impone precios mínimos de exportación, los contratos con Brasil recién empezarán a correr a partir del 2029.
"Una vez que termine el Plan Gas, no va a haber un nuevo plan. Empieza un período donde no va a haber asignación de cupos de exportación. Va a ser completamente libre y la determinación de precios también. Se va a definir por oferta y demanda, sin que se meta el Estado. Estamos instando a los actores del mercado a que celebren contratos hoy de largo plazo donde los primeros años van a estar sujetos al Plan Gas y los años siguientes son libres. Y así como dimos autorizaciones de exportación al GNL por 30 años, podemos hacer lo mismo vía ducto", explicaron desde el Palacio de Hacienda nacional.
Lo cierto es que los precios locales también podrían bajar para ese entonces y sería lógico que así suceda ante una mayor oferta gasífera. Pero lo concreto es que hoy, varían entre 2,9 dólares el millón de BTU en verano y 4,4 dólares en invierno (promedio anual de 3,5 dólares), mientras que los industriales brasileros piden un valor que no supere los 2,5 dólares.
Sucede que, cuando se suma el costo de transporte desde Vaca Muerta más el pago de retenciones, hoy el precio se eleva a más de 9 dólares en la frontera brasilera y salta a más de 14 dólares en la puerta de las industrias. Números que tornan inviable cualquier tipo de contrato a largo plazo.
Según los cálculos de Brasilia, se necesita un precio final de entre 7 y 10 dólares para que resulte competitivo en industrias ya instaladas como la química, la siderúrgica, la cerámica y el vidrio; y entre 4 a 7 dólares para instalar nuevas industrias como la petroquímica.
El primer paso para afinar precios lo dio el gobierno argentino al confirmar que, en el transcurso de las próximas semanas, se eliminará el precio mínimo de exportación que estaba atado al Brent (barril internacional) y quedará solamente el tope del Plan Gas (3,5 dólares promedio año) hasta el 2028. "Eso ya es un avance y representa un ahorro de más de un dólar por millón de BTU", reconocen los brasileros que dialogaron con Forbes.
No obstante, esos números resultan insuficientes y ya se trabaja para llegar a valores más bajos de cara al 2029. También, con una eliminación de las retenciones a la exportación de gas que pagan un 8%. La clave de tener esa señal de precios resuelta hacia el futuro es que, con contratos firmados a largo plazo, se destraba el problema del financiamiento para construir las obras de infraestructura que hacen falta y que tardarán varios años en ser finalizadas.
En consecuencia, no se puede esperar a que finalice el Plan Gas para celebrar esos contratos o, de lo contrario, se atrasaría mucho la construcción de los gasoductos.
Del lado argentino, se requiere una inversión de en torno a 2.600 millones de dólares para construir un caño nuevo hasta La Carlota y una serie de expansiones al sistema de TGN ya sea si se elige el camino por Bolivia o por Uruguayana.
En Brasil, por su parte, hace falta un caño entre esta localidad y Porto Alegre que costaría unos 1.100 millones de dólares si se opta por esta ruta. En tanto, Bolivia no requiere de infraestructura alguna, aunque despierta desconfianza en algunos jugadores locales que temen un cambio de reglas de juego.
La otra pata en la que habría que reducir los costos fuertemente es en el transporte. Desde la Secretaría de Energía que comanda María Tettamanti, se comprometieron a modificar la regulación y fijar una tarifa en el Gasoducto Norte a corto plazo sentido sur-norte que hoy no existe.
Pero en Brasil van más allá y piden por una "integración tarifaria regional" que imite el sistema logrado por la Unión Europea y reduzca los costos en todos los países involucrados en la traza del gasoducto.
"El modelo europeo hizo exactamente eso. El gas que transita por los países paga una tarifa mucho menor para que ese gas llegue competitivo al otro país. Toma una proporción entre el volumen de gas que queda dentro del país y los ingresos del transportista, y una parte de esos ingresos se destina a la exportación. La integración es un proceso en el que los precios tienden a converger. No son iguales, pero tienden a converger hacia un precio competitivo", explican.
Todas las partes involucradas se muestran optimistas por el avance de las conversaciones, desde los gobiernos, embajadas, productoras argentinas y posibles compradores de Brasil. "La relación entre ambos gobiernos atraviesa el mejor momento desde que están Lula y Milei", repiten.
El objetivo es llegar a un envío de 30 millones de m3 diarios de gas en el 2030 que representaría cerca de 3.000 millones de dólares de exportación al año.
"Hay empresas que quiere invertir, fondos canadienses, fondos árabes, el BNDES. Por lo tanto, no hay falta de recursos. La traba hoy es la falta de integración tarifaria", sostienen en Brasilia.