Electromovilidad en Argentina: un mercado con "cargas pendientes" y gran potencial
El país habilitó el ingreso de miles de vehículos eléctricos, pero aún no existe un plan para expandir la red de cargadores, ni normativas claras. Expertos alertan que el avance tecnológico puede quedar estancado por falta de previsión, y señalan la necesidad urgente de inversión y regulación para liberar su impacto económico y ambiental.

La movilidad eléctrica en Argentina se encuentra en una encrucijada. Mientras el país ha habilitado el ingreso de miles de vehículos eléctricos e híbridos con beneficios arancelarios, la infraestructura de carga para sostener este avance tecnológico parece ser incipiente y poco desarrollada, según describen los especialistas. Este desequilibrio presenta un desafío, pero también una oportunidad de negocio significativa para el sector privado y una responsabilidad ineludible para el Estado.

El programa oficial argentino para importar autos eléctricos e híbridos libres del arancel extrazona del 35% llegó a su meta. El cupo total de 50.000 autos deberá ingresar al país antes del 31 de enero de 2026. Pero, en términos de infraestructura, Argentina contaba, según datos a octubre de 2024, con apenas 230 estaciones de carga distribuidas en 19 provincias. 

Según detalla Juan Santivale, director de Mehcco, "el país cuenta con una red de conexiones que nos permiten llegar de Buenos Aires a Rosario, de Rosario a Córdoba y ya se está extendiendo a Mendoza con cargadores rápidos". También se están extendiendo redes hacia Entre Ríos para el turismo desde Uruguay y hacia la Costa Atlántica, específicamente Pinamar y Mar del Plata. 

 Juan Santivale, Director de Mehcco.

Sin embargo, alerta añade Gonzalo Rivas, responsable Comercial de Q Electric, "se concentran sobre todo en CABA, algunas ciudades de Córdoba y en rutas interprovinciales específicas". Provincias como Catamarca, Chaco, Misiones y Río Negro poseen un solo punto de carga, mientras que Formosa, Jujuy, Corrientes, La Rioja y Santiago del Estero no tienen ninguno. 

Modelos de negocio en auge 

Ante la infraestructura limitada, el sector está viendo el surgimiento de diversos modelos de negocio. Los operadores de carga instalan equipos en locaciones como shoppings, estacionamientos o supermercados, cobrando por el servicio de carga. "Generalmente son convenios entre quien instala y quien pone la instalación física y, de acuerdo a ese convenio, se establece la tarifa de carga y se cobra por el servicio prestado", explica Santivale. 

Rivas, por su parte, complementa que también crecen las "soluciones llave en mano para empresas de distintas industrias que están adquiriendo flotas eléctricas e instituciones que quieren incorporar movilidad sustentable".

En este sentido, según los expertos, el desarrollo de esta infraestructura representa una clara oportunidad de negocio. "Argentina se encuentra en una posición estratégica para el desarrollo de proveedores locales de tecnología, instalación y operación", dice Santivale.

Mientras que Rivas asegura: "Todavía hay espacio para que integradores, instaladores y desarrolladores de software se posicionen". En Sudamérica, solo existen dos fabricantes de cargadores, uno en Colombia y otro en Argentina, lo que abre una ventana enorme para apostar por la industria nacional. 

Gonzalo Rivas, responsable Comercial de Q Electric

La actividad no se limita a los cargadores; también impulsará el desarrollo de infraestructura eléctrica civil, incluyendo tableros, protecciones, estaciones y subestaciones. "Va a generar posibilidades de trabajo enorme y representa, sin dudas, una posibilidad de negocios", pronostica el director de Mehcco.

El rol de los jugadores del sector

Las automotrices, a diferencia de otras regiones del mundo, no están invirtiendo en la creación de redes de carga propias en Argentina. Según aportan los ejecutivos, su estrategia se limita a recomendar cargadores domiciliarios y firmar acuerdos con empresas instaladoras. 

Algunas concesionarias ofrecen servicios de carga post-venta, pero sin realizar aportes a la infraestructura general. Sin embargo, Santivale considera que es una cuestión de tiempo para que comiencen a hacerlo: "En otros lugares del mundo las automotrices toman un rol más protagónico en el desarrollo de redes de carga".

Por otro lado, las empresas energéticas están mostrando diferentes grados de participación. "Lidera YPF, que es la que más puntos de carga instaló. La sigue Shell", detalla el vocero. "Mientras que las distribuidoras eléctricas recién están empezando a dar algunas señales de interés". 

El Estado: ausente y clave para el impulso

Un "cuello de botella" clave es que la energía eléctrica no se puede revender sin una normativa clara que habilite su participación comercial en este segmento. Además, Rivas subraya: "La red eléctrica actual ni siquiera logra abastecer con calidad la demanda residencial e industrial existente y pensar en el crecimiento del parque automotor eléctrico, a corto o largo plazo, va a ser un problema".

En este sentido, existe un consenso unánime entre los expertos: el rol del Estado es clave para impulsar la transición a la movilidad eléctrica. Si bien hubo una buena señal con la exención de impuestos de importación para 50.000 vehículos eléctricos o electrificados (menos de 16 mil dólares) en cinco años, y la derogación de requisitos -que Santivale describe como "insensatos"- para la instalación de puntos de carga, falta una política integral.

"Sin importar el gobierno de turno, la onda verde debería ser una política de Estado donde quienes adquieran vehículos de este estilo tengan algún tipo de premio, como la quita de aranceles de importación para facilitar el acceso y promover el cuidado del medioambiente", opina el vocero. 

Además, la deficiencia en la infraestructura eléctrica básica es un freno relevante. "Si vamos a tender a electrificar el transporte vamos a tener que tomar medidas en relación con el refuerzo de las redes eléctricas para que puedan sostener el crecimiento del consumo", advierte. Y Rivas coincide: "Será necesario invertir y hacer el mantenimiento adecuado de la red eléctrica para que podamos pensar en una red de carga robusta".

El rol del Estado es clave para impulsar la transición a la movilidad eléctrica

Si bien el Estado Nacional propuso una política de cero vehículos a combustión para 2030, similar a Europa o Estados Unidos, "hoy está ausente en su implementación en tanto falta un desarrollo de la red de cargas, tarifas e incentivos de otro tipo", sentencian.

Frente a ello, si bien la demanda por vehículos eléctricos está creciendo, la industria lo toma con incertidumbre por la falta de un marco normativo específico, incentivos fiscales y una mirada integral que abarque desde la producción nacional hasta el reciclaje de baterías. "El Estado debe articular todos esos actores para facilitar este tipo de tecnologías", enfatiza Rivas.

Impacto sectorial de la movilidad eléctrica

Desde la mirada de los expertos, la expansión de la infraestructura de carga generaría "un derrame" en diversos sectores, "posibilidades de trabajo y de negocios enormes", sostiene Santivale.

En el turismo, por ejemplo, permitiría crear circuitos sostenibles, como en Europa. Para el transporte público y la logística, el uso de flotas eléctricas reduciría costos operativos, emisiones contaminantes y ruido, mejorando la calidad del aire en las ciudades. El Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires ya ha dado pasos en esta dirección con la primera línea de buses eléctricos y una resolución que exige que, a partir de 2027, todas las nuevas unidades de buses sean eléctricas o a GNC.

¿Puede Argentina posicionarse como un hub regional para la electromovilidad? 

Tanto Santivale como Rivas son optimistas. "En la región solamente hay dos países que son fabricantes de autos a combustión: Argentina y Brasil. Esas empresas podrían convertirse o reconvertirse en un hub de vehículos eléctricos", señala Santivale. 

Rivas agrega: "Tenemos el talento, la capacidad industrial y una demanda creciente en la región". Sin embargo, para lograrlo, se necesita "una estrategia clara y de largo plazo. Se necesitan políticas activas que estimulen la inversión, incentivos a la producción local, acuerdos con fabricantes globales y una infraestructura que esté a la altura". Según analizan, la inclusión de un apartado para inversiones asociadas a fabricar vehículos eléctricos en el RIGI es una señal de que "el Estado tomó nota del tema, aunque aún resta ver el interés de los privados".

Las proyecciones más optimistas hablan de multiplicar por 10 los puntos de carga para 2030, pero esto dependerá crucialmente del entorno regulatorio y la inversión, tanto pública como privada. La electromovilidad se presenta como una gran oportunidad en una región donde aún no está muy desarrollada. Y Argentina tiene el potencial, pero el camino hacia un futuro eléctrico robusto requiere una acción coordinada y decidida de todos los actores involucrados.