Llevar adelante un negocio es una montaña rusa. En un mismo día podés sentir que estás en la cima del mundo, y al rato querer largar todo y buscarte un trabajo fijo. Los altibajos existen, son parte del camino, y los emprendedores que siguen en pie son los que aprenden a superar esos vaivenes. Para eso, hace falta apoyo: amigos, familia, colegas y coaches. Y, cada vez más, un terapeuta.
Ir a terapia se volvió algo común. Más de un tercio de los adultos del Reino Unido buscó ayuda profesional en algún momento, y casi un tercio lo hizo en el último año. En Estados Unidos, entre el 11% y el 12% de los adultos recibe terapia o asesoramiento todos los años. En el grupo de jóvenes de entre 18 y 25 años, el porcentaje es más alto. Los motivos principales son ansiedad (62%), estrés (51%), depresión (50%), problemas de confianza o autoestima (28%) y dificultades para dormir (26%).
Esto fue lo que descubrieron algunos empresarios importantes cuando decidieron ir a terapia. También contaron cómo esa decisión los ayudó a manejar mejor sus negocios.
Lo que aprendieron los grandes emprendedores en terapia: historias que marcan
Romper con patrones de toda la vida
"La terapia me permitió conocerme mejor y reestructurar mi negocio para adaptarlo a mis necesidades y preferencias", cuenta Michael Bereslavsky, que lleva 21 años comprando y manejando negocios. Hace poco se alejó de la gestión activa para dedicarse a invertir y asesorar. Según él, muchos dueños de negocios trasladan sus malos hábitos personales a sus empresas. Se traban en los ingresos, se quedan sin paciencia, y necesitan cambiar para avanzar.
"Con el tiempo, también logré superar muchos patrones reactivos y limitaciones negativas de toda la vida, tener más energía y ser más eficiente en los negocios, capaz de tomar decisiones más acertadas y racionales, sin que las emociones del pasado me impidieran hacerlo", agregó. Un terapeuta puede ayudarte a detectar esas barreras que te frenan, tanto en la vida como en el trabajo.
Soltar la necesidad de controlarlo todo
"La terapia me enseñó que solía culparme por todo lo que salía mal", reconoce Davis Nguyen, fundador de Purple Circle, una empresa que potencia el trabajo de coaches profesionales. Culparse a uno mismo es algo habitual. Las personas ambiciosas, exigentes y responsables muchas veces no se perdonan ni una.
Nguyen lo explicó así: "Cuando mis compañeros de trabajo renunciaban o mis parejas se enojaban, siempre pensaba que era mi culpa y me preguntaba qué había hecho mal. Ahora entiendo que cada persona toma sus propias decisiones y que no puedo controlar todo lo que sucede en las relaciones". Ese cambio de mirada es clave. Si vivís castigándote por lo que hacen los demás, nunca vas a encontrar paz.
Ponerle el pecho a los problemas
"Como emprendedor, pasé de ser bastante reticente a los problemas de equipo a abordar activamente esos desafíos en mi negocio", dijo Amar Ghose, fundador de ZenMaid, un software de gestión y marketing para servicios de limpieza. "La terapia me brindó el marco para las conversaciones difíciles y, quizás aún más importante, me mostró lo liberadoras y esenciales que son para el crecimiento real", explicó.
Evitar las charlas incómodas no sirve. Si no hablás a tiempo, las miradas cruzadas y los comentarios por lo bajo pueden generar un clima que explota y termina afectando el negocio. Hay que detectar los problemas, entender lo que pasa y actuar antes de que sea tarde. No necesitás terapia para eso, pero puede ayudarte a cambiar la forma de encarar los conflictos.
Superar el miedo al rechazo
"En terapia, descubrí que mi miedo al rechazo era, en realidad, miedo a confirmar lo que ya creía de mí misma", compartió Yan Liang, fundadora de Hey Happiness. Es algo que muchos emprendedores sienten: cada "no" parece una confirmación de que no están a la altura. Cada propuesta fallida alimenta esa inseguridad.
"La terapia me ayudó a reconocer mi necesidad de control, a soltar y a empezar a construir y empoderar un equipo. También superé el miedo al rechazo y a no ser lo suficientemente buena, lo que ahora me permite buscar oportunidades más grandes sin vincularlas a mi autoestima", señaló Liang. Cuando dejás de tomarte el rechazo como algo personal, el crecimiento llega de verdad.
Aprender a valorar las diferencias
Karl Kangur, de SEO Estonia, entendió algo clave: "La terapia me ayudó a ver a mi equipo de otra manera. Cada uno se presenta a su manera. Algunos priorizan la seguridad, otros buscan el crecimiento. Algunos prosperan bajo presión, otros se sienten abrumados y se bloquean".
Ese cambio de mirada fue decisivo. "Una vez que comprendí eso, dejé de tratar a mi equipo como un solo grupo y comencé a liderar a cada persona como es. Cambió mi forma de dar feedback, comunicarme y generar confianza, y los resultados fueron mejores que nunca con un mayor esfuerzo", indicó Kangur. Ver a las personas como son, y acompañarlas desde ahí, transforma el modo de liderar.
Aceptar quién sos
"La terapia me enseñó a aceptarme como soy, a valorarlo y a no avergonzarme", dijo Harry Morton, CEO de Lower Street, una agencia de producción de podcasts para marcas. "Al no intentar ser alguien o algo que no soy, y al ser la persona real, con sus defectos, que soy, solo me queda la autenticidad", expresó.
Morton descubrió que la autenticidad fue su mayor fortaleza: "El equipo se basa en la autenticidad, no en la falsa bravuconería ni el exceso de confianza". Dejá de actuar. Mostrate tal cual sos. Tu equipo lo nota, y responde mejor cuando se encuentra con tu versión más honesta.
Entender que siempre hay más de una opción
Nunca fui a terapia. Pero cuando tenía 21 años, me asignaron una coach empresarial como parte de un posgrado, y eso me cambió por completo la forma de pensar. Ella me enseñó a tomar decisiones con otra lógica: antes de avanzar, había que mirar todas las alternativas. Ese modelo mental se convirtió en mi herramienta clave. ¿Qué podía hacer? ¿Qué más? ¿Qué pasaría después? ¿Y entonces qué?
Esas preguntas se volvieron mi mapa. Cada decisión abría nuevas posibilidades, y cada una de esas opciones llevaba a un resultado distinto. Aprendí a mirar más allá del problema inmediato. A anticiparme. A elegir caminos con los ojos bien abiertos. No necesitás un terapeuta para pensar así. Empezá a hacer mejores preguntas. Seguí cada opción hasta el final. Y fijate bien adónde te puede llevar cada decisión antes de dar el paso.
Cómo usar la terapia para ser mejor emprendedor
Todo emprendedor arrastra patrones que le ponen un freno al crecimiento. Esos bloqueos mentales se traducen en ingresos que no suben, conflictos con el equipo o un desgaste personal que pasa factura. Los emprendedores contaron qué les sirvió para salir de ese lugar: romper patrones de toda la vida, soltar el control, enfrentar los problemas, dejar atrás el miedo al rechazo, aceptarse, valorar las diferencias del otro y tomar decisiones con más claridad.
Tenés el poder de cambiar esos hábitos. El próximo gran paso puede estar en conocerte mejor. Muchas veces, la diferencia entre vos y el negocio que querés tener está en cómo pensás.
*Con información de Forbes US.