Cuando hace un par de meses un grupo de profesionales de una empresa argentina fue seleccionado por la NASA entre los ganadores de la Primera Fase del Desafío de Reciclaje Lunar, el hito no pasó desapercibido: de más de 1.200 equipos de 86 países, solo 17 proyectos fueron premiados por un jurado de 50 especialistas de la Universidad de Alabama y la agencia espacial estadounidense. Entre ellos, el equipo NBRaINS, conformado por especialistas de Benito Roggio ambiental (BRa).
Pero lo más llamativo de este reconocimiento no está solo en el prestigio de competir a nivel global, sino en lo que revela sobre la capacidad de innovación aplicada que está desarrollándose en el sector ambiental argentino. Porque mientras algunos proyectos quedan en el papel o en presentaciones de competencias internacionales, otros encuentran el camino para materializarse en soluciones concretas.
Mientras el proyecto NBRaINS proponía soluciones para el reciclaje en entornos extremos como la superficie lunar, profesionales del mismo grupo empresarial trabajaban en un desafío mucho más terrenal pero no menos complejo: lograr la carbono neutralidad en la gestión de residuos urbanos de la Ciudad de Buenos Aires.
En 2024, Cliba —empresa del grupo BRa dedicada a servicios urbanos— se convirtió en pionera en el sector al certificar la carbono neutralidad en los alcances 1 y 2, compensando el 100% de sus emisiones de gases de efecto invernadero en sus operaciones porteñas. La certificación fue otorgada por SCS Global Services, entidad reconocida internacionalmente, bajo su estándar SCS-108.
Los residuos recolectados por Cliba en la Ciudad de Buenos Aires se disponen en el Complejo Ambiental Norte III, donde la Planta Central Buen Ayre —operada por Tecsan, otra empresa del grupo— aprovecha el biogás generado para producir energía renovable. Este proceso evita emisiones a la atmósfera y compensa la huella de carbono de Cliba. En el ámbito de la sustentabilidad, estos proyectos se denominan "insetting", ya que las reducciones de emisiones se generan dentro de la propia cadena de valor de la compañía.
Innovación con alcance social
Pero la innovación ambiental no se agota en certificaciones técnicas. Durante octubre, más de 3.200 colaboradores de BRa —incluyendo barrenderos, recolectores y equipos de tratamiento de residuos— están participando de la campaña Octubre Rosa, utilizando guantes rosas en sus tareas diarias como símbolo de concientización sobre el cáncer de mama.
La iniciativa, que por tercer año consecutivo se replica en la empresa y que este año se extendió a todas sus unidades de negocio (Cliba, Tecsan y Envairo), aprovecha la visibilidad del trabajo en la vía pública para transmitir un mensaje de prevención. Según el Instituto Nacional del Cáncer, cada año se detectan en Argentina más de 22.000 casos de cáncer de mama, y la detección temprana aumenta las posibilidades de cura hasta en un 90%.
"Sabemos que tenemos una enorme exposición en las calles y queremos aprovechar ese contacto con los vecinos para transmitir, desde el lugar que nos toca, un mensaje de cuidado y prevención", sostiene Gabriela Ananía, Gerente de Relaciones Institucionales y Comunicaciones de Benito Roggio ambiental. La compañía complementa la campaña externa con charlas médicas sobre autodiagnóstico y detección temprana para sus colaboradores.
Mientras tanto, la innovación en gestión de residuos sigue avanzando. En agosto, Dow y Benito Roggio ambiental firmaron un Memorando de Entendimiento para explorar tecnologías de reciclaje que favorezcan la recuperación potencial de más de 500.000 toneladas por año de residuos plásticos flexibles posconsumo que actualmente terminan en rellenos sanitarios.
De implementarse, esta colaboración marcaría un hito en la transformación de la industria del reciclaje en Argentina. El desafío es ambicioso: caracterizar los residuos, evaluar la viabilidad técnica y comercial, y construir un caso de negocios competitivo hasta 2030.