Después de fundirse en 2015, Natalia Corso tomó una decisión que cambiaría para siempre su carrera: vender calzado directamente al consumidor final desde su casa. Esa crisis se convirtió en el punto de quiebre que la llevó a crear Morín Calzados, la única marca argentina con planta propia dedicada al calzado de diseño en talles inclusivos.
Hoy, diez años después de aquel momento crítico, la empresa proyecta una facturación de $ 1.200 millones para 2025, con una producción anual estimada de 9.600 pares y presencia en Chile. Corso logró identificar y capitalizar un nicho completamente desatendido: las mujeres que calzan menos o más que la media.
La historia de Morín no tuvo una fundación formal, sino que se construyó gradualmente acompañando las etapas personales de Corso. "Comencé a fabricar calzado por mi cuenta cuando nació mi primera hija, Lola", relata la emprendedora, quien en 2012 alquiló su primera fábrica propia tras el nacimiento de su segunda hija.

Con más de 25 años de trayectoria en la industria, Corso se formó en fábricas y desarrolló calzado para reconocidas marcas argentinas. Estudió Diseño de Indumentaria y Textil en la UBA y trabajó como asistente de diseño en una fábrica de calzado, liderando posteriormente el diseño de más de 180 modelos por temporada en marcas masivas.
Del quiebre a la reinvención
El punto de inflexión llegó en 2015, tras un año muy difícil. "Me fundí, tomé la decisión de vender directamente al consumidor final desde mi casa. Ese fue un punto de quiebre en el modelo de negocio", explica Corso.
La pandemia de 2020 marcó la consolidación definitiva. Durante ese período, la emprendedora decidió poner en práctica un curso de venta online que había comprado tiempo antes, ofreciendo el stock que tenía en casa mediante videos caseros explicativos. "Esa cercanía generó una conexión muy fuerte con las clientas, y fue ahí donde empecé a recibir muchas consultas por talles grandes: 41, 42 y hasta 43", cuenta.
La identificación del mercado de talles inclusivos no fue inmediata. Corso relata que le llevó alrededor de seis meses de prueba y error, escuchando y trabajando con clientas de ciudades como Olavarría y Santa Fe, y enfrentando la resistencia de algunos proveedores "que no entendían la necesidad". Asimismo, el desafío cultural de convencer a proveedores de producir talles grandes se sumó a las dificultades económicas iniciales. "El primero fue económico: empecé sin capital. El segundo, cultural: convencer a proveedores de producir talles grandes", enumera.

Actualmente, Morín produce en Lomas del Mirador, Buenos Aires, en una planta propia con un equipo de 11 personas: seis en producción y cinco en ventas, marketing, empaquetado y administración. La empresa vende principalmente a través de su tienda online y showroom en Parque Leloir, con un promedio de 800 pares mensuales y una proyección anual de 9.600 pares.
"El hecho de ser la única mujer en Argentina con una planta propia es un gran diferenciador", asegura Corso. "Me da una ventaja clave: puedo tomar decisiones rápidas y controlar cada etapa del proceso, desde el diseño hasta la entrega final".
La marca ya inició su expansión internacional con ventas en Chile a través de distribución directa, evaluando ampliar la presencia física con puntos de venta propios o en alianza. Para 2026, los planes incluyen avanzar en la expansión regional, explorar otros mercados y sumar nuevas líneas de productos que complementen el calzado.
Este año, la empresa fortaleció su estructura con mudanza a una oficina más amplia y capacitación en e-commerce para todo el equipo. "Con las proyecciones actuales, vamos en línea con el objetivo de cerrar el año con una facturación de $ 1.200 millones", confirma.
Los pilares de la estrategia de crecimiento se centran en la profesionalización de la operación, ampliación de la capacidad productiva, fortalecimiento del canal online y desarrollo de nuevos productos, incluyendo una cápsula de indumentaria en cuero para primavera-verano.
"Morín es la prueba de que se puede emprender desde cero, con propósito y sin perder autenticidad. Mi mayor orgullo es que cada clienta, sin importar su talle, pueda elegir un zapato que le encante y le quede perfecto", concluye Corso sobre su empresa, que define como "sinónimo de calidad y comodidad, con un enfoque genuino en la experiencia de uso, el diseño funcional y el calce perfecto".