Tras la colocación de un bono sólo para extranjeros, JP Morgan ya habla del "reencuentro" de la Argentina con los mercados
El banco de inversión consideró que la operación reflejó "un sólido interés subyacente" por parte de los fondos internacionales en el país. Los riegos sobre los que sigue advirtiendo la entidad.

En lo que describió como "un hito en el camino hacia la normalización del mercado", el JP Morgan dedicó un optimista informe sobre la última emisión de deuda de la Argentina destinada exclusivaente a los inversores internacionales con la particularidad de ofrecer un título en pesos sólo suscribible en dólares. En el reporte, el banco de inversión fue por más y consideró que la colocación reflejó "un sólido interés subyacente de los inversores extranjeros en volver a interactuar con los mercados locales argentinos"

El Gobierno logró durante la semana recaudar US$ 1.000 millones al emitir un nuevo bono en pesos a tasa fija con vencimiento en 2030, conocido como BONTE 2030, captando la atención de inversores internacionales. El nuevo instrumento financiero, emitido bajo ley local, tiene un cupón del 29,5% anual con pagos semestrales y la particularidad de ser puttable (rescatable a la par) después de dos años, una característica que otorga flexibilidad tanto al emisor como al tenedor. 

La emisión del BONTE 2030 representó, para la entidad norteamericana, un paso concreto hacia la reinserción financiera de la Argentina. Sin embargo, advirtió que tanto el Gobierno como los inversores internacionales aún enfrentan una realidad compleja, donde los avances deben equilibrarse con prudencia frente a riesgos macroeconómicos persistentes, especialmente el frente cambiario.

Un bono que atrajo a fondos globales

Una de las características clave para el éxito de la colocación fue la eliminación del lock-up de 180 días sobre el acceso al mercado de cambios oficial que se dispuso a mediados de mes, determinante para los grandes fondos globales  tanto como la posibilidad de suscribir el título en dólares. Esa puerta directa hizo que el interés internacional escalara rápido, y dio pie al análisis de JP Morgan, que ubicó esta emisión como una de las señales más potentes de que "el reencuentro con los mercados" ya no es un eslogan, sino un proceso en marcha.

Entre los objetivos detrás de la operación, el equipo económico busca acumular reservas sin tener que usar el mercado de cambios, reducir el riesgo de refinanciación y ampliar la base inversora. También extender la curva de rendimientos hasta 2030, un año clave que hasta ahora estaba fuera del radar. El anterior punto más lejano era 2027.

Rendimiento atractivo, pero con riesgo cambiario

En su análisis, JP Morgan explicó que el rendimiento del BONTE se alinea con otros bonos como el BONCAP 2027, que rinde alrededor de 30%. Sin embargo, destacó que el BONTE incorpora una opción de extensión que podría cobrar más valor si la inflación baja y mejora el entorno financiero local.

Pese a eso, la entidad advirtió que el riesgo cambiario sigue siendo el factor más complejo. La cobertura mediante NDF (contratos a futuro sin entrega) cuesta caro y tiene escasa liquidez: se negocian solo unos US$30 millones diarios, lo que no alcanza para proteger grandes posiciones. Esa dificultad limita la profundidad del mercado y hace que los inversores más grandes se muevan con cautela.

JP Morgan Chase

El GBI-EM todavía no abre la puerta

 

Otro dato importante: el nuevo bono no será incluido en el GBI-EM, el índice de referencia de JP Morgan que siguen los inversores institucionales. La decisión se basa en la cláusula de rescate anticipado del BONTE y en los controles de capital aún vigentes. El GBI-EM Global Diversified representa el 92% de los activos que siguen esa guía, y exige condiciones específicas de libre movilidad y acceso.

A pesar de todo, JP Morgan reconoce el atractivo que representa el instrumento, sobre todo por el diferencial positivo de rendimiento que ofrece frente a los bonos atados a inflación (CER). En escenarios de inflación contenida, el spread frente a esos títulos oscila entre 3% y 8%, una ventaja que puede pesar en las decisiones de muchos gestores de portafolio.

Aun así, el banco norteamericano mantiene su preferencia por títulos más cortos, como las LECAP con vencimiento en agosto de 2025, que pagan alrededor de 40,5% y tienen una menor exposición al riesgo de duración y tipo de cambio.

La operación del BONTE 2030 se convirtió así en un test para la estrategia de financiamiento del Gobierno. El interés externo, la sobredemanda y la mejora en las condiciones de acceso marcaron un cambio respecto a emisiones anteriores. Pero el camino para lograr que los títulos locales ingresen a los grandes índices y alcancen una base más estable de tenedores todavía necesita reformas más profundas en el sistema cambiario.