Tras las elecciones legislativas y en un contexto de mayor certidumbre política, el riesgo país elaborado por JP Morgan volvió a caer con fuerza, ubicándose en sus niveles más bajos del año.
En concreto, el indicador ya ronda los 600 puntos básicos y logró perforar este nivel en la última jornada, marcando un piso de nueve meses.
La compresión en los spreads refleja un cambio significativo en las expectativas de los inversores, impulsado tanto por factores políticos como por el renovado optimismo en torno al futuro financiero del país.
El fortalecimiento político del Gobierno tras los comicios fue uno de los elementos centrales detrás de la mejora. A esto se le sumó el respaldo explícito del Tesoro de Estados Unidos, que, según los analistas, jugó un papel silencioso pero determinante en la estabilización de las expectativas cambiarias y financieras.
En consecuencia, los bonos globales argentinos, particularmente los Globales 2029, 2030 y 2038, registraron alzas superiores al 1%, lo que redujo sus rendimientos y, por tanto, comprimió el riesgo país frente a los bonos del Tesoro norteamericano.
En este contexto, las expectativas de un retorno de la Argentina a los mercados internacionales de crédito comienzan a tomar forma.
Para Eric Ritondale, economista jefe en Puente, "el regreso de la Argentina a los mercados internacionales está cada vez más cerca". Según el especialista, el Gobierno podría incluso "testear al mercado con una emisión en los próximos meses", lo que representaría un paso simbólico en el proceso de normalización financiera del país.

Para que este impulso se consolide, el mercado considera tres frentes clave. El primero es el legislativo, donde será esencial aprobar el presupuesto y avanzar en reformas estructurales que refuercen la credibilidad fiscal.
El segundo es el programa de recompra de bonos anunciado por el ministro de Economía, Luis Caputo, que podría sostener la demanda y mejorar la percepción de sostenibilidad de la deuda.
El tercer frente es el monetario-cambiario, en el cual se necesitará una acumulación más orgánica de reservas internacionales, posiblemente acompañada por ajustes en el régimen vigente, en línea con los lineamientos discutidos durante el último fin de semana.
"La relativa calma en el frente cambiario se explica por una mejora en las expectativas, mayor flujo de divisas oficiales y un contexto externo más favorable. Las intervenciones del Banco Central y la reducción en la demanda de cobertura permitieron mantener bajos los diferenciales entre los distintos tipos de cambio. Esta reducción fue uno de los factores centrales para el descenso del riesgo país", mencionó Ignacio Morales, de Wise Capital.
La lectura del mercado coincide en que la baja del riesgo país no es un punto de llegada, sino una oportunidad que puede consolidarse o diluirse según la respuesta del Gobierno en los próximos meses.
Aunque el optimismo es palpable, el proceso de reconstrucción de confianza requiere consistencia y señales claras. En particular, la sostenibilidad de esta tendencia dependerá de que la reducción del riesgo país no sea simplemente un rebote técnico, sino un reflejo de una mejora estructural en las perspectivas macroeconómicas.