Carla Martín Bonito está al frente de la Coordinadora de la Coordinadora de las Industrias de Productos Alimenticios (Copal) desde hace más de un año y hoy su foco está puesto en el tema impositivo. No solo en la baja de impuestos, sino también en achicar la estructura impositiva que hoy pesa sobre el sector. Dice que el peso tributario sobre las estructuras de costos puede llegar a tocar el 50%, y que esto "le quita competitividad" al sector de Alimentos y Bebidas.
Esta situación, incluso, termina por afectar no solo la producción local, sino también las exportaciones. "De las 14.500 empresas que hoy están en Copal, tan solo 1200 registran algún tipo de actividad exportadora", explica la ejecutiva, y lo atribuye en buena parte a los costos impositivos.
Esto, entiende, es lo que desemboca en que la Argentina vea estancado su caudal exportador en los últimos 15 años. Dice que mientras que Estados Unidos triplicó en ese lapso su capacidad exportadora y llegó a los US$ 100.000 millones, "la Argentina se estancó en los US$ 30.000 millones".
- Ya cumpliste un año al frente de Copal, un año especial por ser el primero también del Gobierno
- Intentamos desde un primer momento armar una agenda que diera cobertura a las cuestiones más de emergencia o urgencia en los sectores, principalmente con todo lo que tenía que ver con la desregulación. Me refiero por ejemplo a lo que era el sistema de importaciones y en materia de comercio. Fuimos impulsando definiciones para descomprimir cuestiones que estaban afectando a cada uno de nuestros sectores para disponer, por ejemplo, de insumos o materias primas para producción. Ya superada esa etapa, empezar también a pensar cómo podemos empezar a concretar todo lo que está vinculado con nuestra agenda de competitividad.
- Por un lado es cierto que se mejoraron algunas cuestiones como estas regulaciones, pero al mismo tiempo se abrieron importaciones de alimentos. ¿Qué efectos está teniendo realmente esto?
- La importación de alimentos no es novedosa para nuestro sector, e históricamente tuvo un peso bajo. Nosotros somos una industria ampliamente superavitaria, con un nivel de exportación de US$ 30.000 millones anuales, contra importaciones por US$ 1500-U$S 2000 millones al año. La importación no es novedosa y de hecho los importadores están representados dentro de Copal. Lo que es importante es empezar a conciliar con lo que es el marco regulatorio a nivel nacional. Hay que corregir algunas inequidades que presentó en la última normativa, que está asociada al decreto 35, donde se facilitó muchísimo el proceso de importación y exportación, lo que precisa ser mirado en perspectiva con todo el marco regulatorio que le permite a cada una de las empresas a nivel nacional poder poner un producto en el mercado.
- ¿Cuando se habla de inequidades también se habla de temas impositivos?
- Hay diferencias en cuanto a la carga impositiva, si.
- ¿Y dentro de la estructura de costos de las alimenticias hoy el aspecto impositivo qué peso tiene en las estructuras de costos?
- En el caso alimentos entre un 40% y un 42% y en el caso de las bebidas entre el 50% o un poco más, según la categoría. Se trata de una de las cargas tributarias más altas de la región. Y a esto se le suma además la complejidad del propio sistema o estructura tributaria, con la perspectiva también de tener alguna definición en materia de simplificación de esa estructura. O sea, esa carga impositiva, además, convive con la complejidad de una estructura tributaria que donde conviven más de 155 impuestos.
- El aspecto tributario es un común denominador en muchos sectores, y algunos no lograron demasiado. ¿En qué punto está la Alimentación?
- Luego de la primera parte de la gestión, donde el foco estuvo puesto en lo que fue la desregulación, lo que sigue es una agenda mucho más estructural. Ver cómo podemos empezar a atender las limitaciones que impactan directamente sobre las posibilidades de competir o de mejorar las condiciones de competitividad. Y la carga tributaria es uno de los ejes fundamentales de todo esto. El Gobierno fue muy claro respecto de ir por el sendero de la baja tributaria. Ahora lo que sigue es ver también cómo vamos hacia una estructura tributaria mucho más simplificada. El objetivo es reducir, por lo menos en el orden nacional, ese conjunto de 80 impuestos a seis.
- ¿Y cuál es el peso y la incidencia que tiene hoy lo logístico, otro punto en el que coinciden distintas industrias?
- Ese es otro de los ejes fundamentales. Hoy la logística en nuestra industria representa entre un 15% y un 30% de la facturación, dependiendo del segmento. Hicimos un análisis comparado y allí vemos que para la Argentina en general, no solo para lo que es Alimentos y Bebidas, el costo de la logística está en promedio en un 40% por encima del costo logístico de la región. Algo parecido se da en los costos portuarios y allí la Argentina lidera el ránking de costos a nivel nacional. En el caso de algunos contenedores para exportación resulta hasta tres veces más caro en comparación con la región.
- ¿Todo esto se termina impactando en precios?
- En realidad, termina teniendo impacto sobre nuestra capacidad exportadora. Estamos impulsando la internacionalización de los sectores, porque tenemos un entramado realmente bajo cuanto a la participación de la actividad exportadora. Copal representa un universo de 14.500 empresas y tan solo 1200 registran algún tipo de actividad exportadora.
- ¿Entonces el aporte exportador del sector termina sin ser importante?
- El aporte del sector es sumamente importante. En términos de aporte genuinos, aportamos US$ 4 de cada US$ 10 de exportación a nivel país. Pero en los últimos 15 años nuestra actividad exportadora se encuentra estancada; no logramos despegar. Cuando analizamos comparativamente los principales exportadores de alimentos a nivel mundial vemos que Estados Unidos, por ejemplo, está en el orden de los US$ 100.000 millones y más que triplicó su capacidad exportadora en los últimos 15 años. Y la Argentina siempre se mantiene dentro de la banda de los US$ 30.000 millones.
- ¿Ese estancamiento lo atribuís básicamente al tema costos?
- Sí. Principalmente las limitantes en términos de las posibilidades de expandir nuestro potencial, de ampliar nuestra actividad exportadora, se asocian principalmente al problema de competitividad estructural vinculada a la carga impositiva, a los costos logísticos, a los costos laborales no salariales... Y después desde ya a todo lo que tiene que ver con la agenda de simplificación y la regulación, que también impacta de forma también directa en nuestra estructura de costos.
- Cuando se habla del avance de la inflación muchas veces se pone al sector alimenticio como uno de los grandes culpables. ¿El sector siente que está bien ese análisis?
- Algo que se viene evidenciando es el esfuerzo del sector, y después de muchos años también de intervención sobre el sector, para acompañar el sendero de baja de precios. Quizás a veces los análisis se limitan a comparar lo que son índices de precios al consumidor y perdieron de vista cuál fue el comportamiento en términos del precio salida de fábrica. Cuando uno hace ese análisis comparado, lo que se identifica es una brecha significativa respecto al comportamiento que tienen las cadenas con relación a cada uno de los fabricantes. Esa brecha es lo que da la idea respecto de quién está absorbiendo definitivamente la diferencia. Hablamos de una brecha del entre el 5% y el 7%, por lo menos en el último año. Digamos que dato mata relato y queda claro cuál fue también el compromiso y el esfuerzo de toda la industria
- ¿Qué identificás como desafíos centrales para este año?
- Diría que la reforma tributaria, llegar a fin de año con un proyecto que de certeza no solamente sobre el sendero de baja, sino también de esta reconfiguración de la estructura tributaria. Necesitamos un marco mucho más claro sobre las posibilidades, porque en paralelo lo que está en juego permanentemente es la consolidación de todos los resultados, principalmente fiscal.
- ¿La mayor estabilidad macro de la que hablan, entendés que le puede dar o le está dando a las empresas un mayor impulso hacia inversiones?
- Sin ninguna duda. Nosotros acompañamos y valoramos positivamente todas las decisiones que se tomaron en materia de estabilización y normalización macroeconómica. Contar con previsibilidad y eliminar muchas de las brechas que se presentaban, genera un escenario de mayor confianza y ayuda a proyectar inversiones.
- ¿El año que viene se podría ver un nivel de inversión más alto al de este año? ¿Ya se está viendo algún movimiento en este sentido?
- Al menos debería haber un mayor análisis de posibles inversiones. ¿Pero por qué hablo de posibles inversiones y no de inversiones? Porque venimos con una capacidad instalada que está ociosa en un 40%. A veces nos agarra ansiedad por hablar de mayor inversión, pero tenemos que empezar a poner esa capacidad ociosa a producir y esa capacidad ociosa no refleja un problema de demanda, sino un problema de competitividad.