La semana atravesada por sobresaltos en el mercado cambiario dejó planteada una enorme inquietud respecto de la evolución del dólar hasta las elecciones pero también sentó las bases de un estímulo para la actividad económica. Ese incentivo se recorta en el escenario de tasas altas pero resuelve el principal reclamo que recaía sobre el Gobierno cada vez con más insistencia: el atraso cambiario.
El tipo de cambio oficial cerró julio con una suba del 6,5% semanal y del 13,2% mensual, acumulando un alza del 26,2% desde que se eliminó el crawling peg. En términos reales, se volvió un 24% más competitivo que antes de la salida del cepo, un ajuste que era necesario para corregir el atraso y mejorar la cuenta corriente. Es lo que destacó la consultora fundada por Miguel Kiguel, Econoviews
Junto con sus colegas de 1816, FMyA y bancos globales como JP Morgan, destacó también que los motivos del aumento del tipo de cambio responden a la combinación de menor oferta de dólares del agro, creciente demanda por cobertura electoral y señales confusas de política económica. A pesar del reciente desembolso del FMI por USD 2.000 millones, el dólar oficial alcanzó niveles de $1.380, acercándose al techo de la banda de intervención pactada en el acuerdo.
En paralelo, el dólar MEP se ubicó en $1.365 y el CCL en $1.367, mientras que el dólar blue cerró en $1.335, con un repunte más leve (1,1% semanal). Esta convergencia sugiere que el mercado está atento a una posible intervención oficial si el tipo de cambio oficial se acerca demasiado al techo de la banda, actualmente en $1.436.
Econométrica, por su parte, descató que el salto de 14% mensual del dólar en julio redujo a solo un 6% la brecha respecto a la banda superior. En este contexto, los incentivos para el carry trade se incrementaron, dado que los niveles actuales de tipo de cambio ofrecen margen para ganancias en pesos hasta las elecciones. En cualquier caso, la gran pregunta a responder ahora es cuál es el precio iniddcado para el billete Según FMyA, el nivel actual ($1.370) refleja un "nuevo dólar de equilibrio" al que el Gobierno parece haberse adaptado, incluso pagando el costo de tasas más altas. A diferencia de 2018, argumentan, hoy no hay salida de inversores ni deterioro externo agudo: "La macro está mejor parada".
Desde J.P. Morgan, en tanto, se advierte que el reciente movimiento cambiario no es necesariamente desestabilizador, pero sí representa una señal de alerta: "el tipo de cambio está reaccionando a un contexto de mayor incertidumbre política y debilidad estructural en la acumulación de reservas. La calma no será gratis".
FMI: apoyo con condiciones
El reciente desembolso del FMI refuerza las reservas del BCRA, llevando el stock disponible a USD 17.000 millones, de los cuales USD 2.000 millones ya ingresaron esta semana. Esta línea de defensa será clave si el dólar toca el techo de la banda, donde el BCRA podrá vender divisas. Hasta ahora, esa herramienta no ha sido activada.
El FMI fue explícito: el salto del dólar no invalida el programa, pero exige redoblar esfuerzos en política monetaria, acumulación de reservas y credibilidad fiscal para evitar que el tipo de cambio vuelva a perder el anclaje nominal.
El traspaso a precios fue hasta ahora contenido. Econviews y FMyA coinciden en estimar que la inflación de julio habría cerrado en 1,9%, y proyectan un número similar para agosto. La suba del dólar aún no se refleja por completo, aunque las próximas semanas serán clave para medir la resistencia del anclaje de precios.
En paralelo, el Tesoro y el BCRA convalidaron tasas de interés de hasta 50% TNA para contener la presión sobre el peso. Según 1816, este nivel luce insostenible en el mediano plazo, pero fue necesario como estrategia de contención en medio del clima electoral.
El consenso entre analistas y bancos de inversión es claro: el dólar encontró un nuevo piso más realista, pero la estabilidad aún pende de un hilo. El respaldo del FMI ofrece tiempo y herramientas, pero no garantiza resultados. Si el Gobierno logra canalizar el crédito político y financiero hacia un marco de mayor previsibilidad, la suba del dólar podrá convertirse en un nuevo equilibrio. Caso contrario, el riesgo de desanclaje persistirá, especialmente si la política y las expectativas no acompañan.