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Macroeconomía

Carlos Rodríguez Braun: "Hoy hay mucho más liberalismo que antes"

Alex Milberg Director

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El economista y catedrático Carlos Rodríguez Braun analiza el avance local y global del liberalismo y la aparición de nuevas fuerzas políticas. Por qué sostiene que la desigualdad en sí misma no es un problema.

21 Enero de 2022 11.21

Carlos Rodríguez Braun es un experto en pensamiento y liberalismo económico con reconocimiento internacional por sus publicaciones y conferencias. Este doctor en Economía hispano-argentino es miembro de la Academia Nacional de Ciencias Económicas de Argentina y catedrático de Historia del Pensamiento Económico en la Universidad Complutense de Madrid, y combina la publicación de libros y artículos académicos con la colaboración con medios de comunicación escritos y audiovisuales. Es un referente y creador de opinión sobre la realidad económica, política y social, además de un defensor de la globalización y el liberalismo, autor de una veintena de libros y traductor de figuras de la ciencia económica como Adam Smith o John Maynard Keynes, entre otros. 

-¿Te sorprendió el resultado en las elecciones legislativas de Javier Milei y José Luis Espert? ¿Qué sucede con los movimientos similares que surgieron en España? 

-Me sorprendió gratamente el resultado de los dos liberales argentinos, a los que conozco, y me pareció una muy buena noticia. Pero tampoco es cuestión de decir que cambia el mundo. No sabemos lo que va a pasar. No veo en España políticos como Milei, ninguno se presenta a las elecciones con un programa de liberalismo tan radical. A mí me encanta, yo lo hubiera votado. Hay algunos políticos que se manifiestan como liberales en el ámbito de los conservadores, es decir, del Partido Popular, de Vox y de Ciudadanos, pero no me parece que articulen unos discursos de un liberalismo tan coherente como el de López Murphy y mucho menos como el de Milei. 

Carlos Rodríguez Braun

-¿Hasta qué punto los discursos tan radicales como el de Milei ayudan al liberalismo o terminan perjudicándolo? 

-Hay una vieja cuestión y es cómo se trasladan las ideas a la política. Había un famoso texto de Max Webber, “El político y el científico”, donde él dice que son universos completamente distintos: el científico tiene su propia misión, que es la búsqueda de la verdad pase lo que pase, y el político es el que está manejando el posibilismo, el realismo. Yo creo que de una manera muy esquemática estos son los dos universos y no tienen muchos puntos en contacto. Los riesgos son evidentes. Imaginate que triunfa una opción liberal o que una opción liberal es capaz de determinar una acción de gobierno. Pero si sale mal? Este riesgo es clarísimo, no es la primera vez que una fuerza o un mensaje de carácter liberal tiene cierta preponderancia política. Hay una posibilidad de que el paso del liberalismo a la política acarree estos riesgos y tenemos que ser conscientes de ellos. 

-Uno de tus libros analiza la historia argentina desde 1945 hasta 1983, no incluye a Menem, que llega unos años después, pero que era más liberal de lo que venía previamente. Siempre tenemos ese punto de partida, ¿no? 

-Sí. Uno de los aspectos interesantes de este libro, que hicimos con Guido Di Tella, es que a veces las categorías que establecemos de manera esquemática son muy equivocadas. Es bien interesante para los que esquematizan la historia argentina y dicen: “Todo el antiliberalismo es culpa de Perón”. Perón lo que hace es potenciar una fuerzas antiliberales que estaban allí antes. Entonces, ¿qué hacés cuando viene un tipo como Menem que está, como todos los políticos, repleto de luces y sombras? Porque cómo no vas a apoyar la apertura de la Argentina al mundo, esa fue la clave de su prosperidad. Pero ¿qué hacés cuando te sube los impuestos, te sube el gasto, te sube la deuda y quiere cambiar la Constitución para quedarse siempre en la Casa Rosada? Levantás la mano y decís que no. No comprás la mercancía como si fuera un animal entero, sino que lo despiezás y decís: “Esto me gusta, esto no”. 

Carlos Rodríguez Braun junto a Alex Milberg en el Forbes Summit Reinventando Argentina

-En el libro “Estado contra mercado”, comentás la aparente derrota cultural que ha tenido el liberalismo frente al discurso hegemónico de la importancia de un Estado cada vez más presente? 

-Tengo una visión que es justo la contraria. Lo que hemos vivido es un efecto contrario. Hay mucho más liberalismo ahora. Mirá lo que pasó en los últimos 50 años, empezando por la caída del Muro de Berlín. Es decir, se cayó el descalabro del régimen más criminal que nunca haya sido perpetrado contra los trabajadores en toda la historia de la humanidad. Es una de las grandes noticias del último siglo junto con la caída de los nazis. Y después la cantidad de ideas, personas e instituciones liberales que han florecido en España y América Latina es incomparable. Por supuesto que hay marchas y contramarchas, pero si te alejás unos pasos y mirás el panorama la perspectiva a mí me parece que desde un punto de vista liberal es optimista a pesar de todo. 

-Con la perspectiva, imposible no estar de acuerdo. Quizás sí en la tensión vinculada al discurso político de los últimos 20 años, en el aumento de los populismos, pero según tu visión más que un aumento sería la resistencia de los populismos frente a la base del liberalismo. 

-Exactamente. Es un poco así. Hay que recordar una cosa: cuando se suceden crisis, siempre son muy buenas para los antiliberales, cualquier catástrofe desactiva la resistencia que tenemos a defender nuestra libertad. La pandemia es brutal, claro, porque los gobernantes gobiernan sobre la base del miedo. Pero una cosa es decirte: “Viene el cambio climático y va a subir el nivel del mar”, y vos podés decir: “Sí, puede ser, pero mañana no va a pasar”. Pero la peste te mata mañana. ¿Entonces qué hacés? Te rendís. Lo mismo con una crisis económica. Es natural que, cuando hay crisis, la gente tenga un poco más de miedo, se acerque más a las recetas mágicas de los populistas. Pero, si tomás la visión de medio siglo, el final del medio siglo es mejor que el principio en términos de ideas liberales. 

Carlos Rodríguez Braun: "Me sorprendió gratamente el resultado de Milei y Espert en las elecciones"

-Fuiste muy crítico sobre el último best seller global de Thomas Piketty sobre el capital del siglo XXI y sostenés que la desigualdad en sí misma no es un problema. ¿Por qué? 

-La desigualdad significa que mi vecina sea más rica que yo. Si no reducimos estos problemas a la realidad concreta no los entendemos. Si mi vecina es más rica que yo, lo que no termino de entender es por qué es malo. Hay una sola circunstancia en la cual la mayor riqueza de mi vecina sería perjudicial para la sociedad, y es si la hubiera robado. Lo que sucede con la desigualdad es el resultado de la caída del Muro de Berlín. El shock que tuvieron los amplios universos de la izquierda fue brutal porque durante décadas habían dicho que ese modelo era el bueno y de pronto se cae el Muro y se ve que es un horror. Entonces empezaron a decir: “La cuestión no es tanto la pobreza, es la desigualdad”, es decir, las brechas. Interesante cambio de argumentos porque antes no hablaban tanto de eso. Y después incluso giraron dentro del argumento de la desigualdad: “El mundo se divide entre los países ricos y pobres, el norte y el sur, desarrollados y subdesarrollados”, y de pronto se vio que era mentira. Ahí viene Piketty, que te habla de los países ricos. La prueba de la importancia de la caída del Muro de Berlín es que necesitaban algo para contar y no hay prueba más luminosa que el libro de Piketty, porque es un ladrillo y vendió un millón de ejemplares. ¿Vos creés que lo leyeron? No, necesitaban una bandera y Piketty se las dio. 

-En términos de igualdad de oportunidades, ¿cuál es, desde tu perspectiva liberal, el rol del Estado para tratar de posibilitar que haya una mayor igualdad de oportunidades en esa gran ruleta que es el lugar donde nacemos? 

-Fijate la cuestión de la igualdad de oportunidades: a menudo, cuando los liberales discutimos con los antiliberales, nos dicen: “No estamos en contra de esa desigualdad, si tu vecina se gana el dinero está muy bien, pero vos tenés que tener la misma igualdad de oportunidades”. Y aunque esto parece inobjetable, si vas al fondo de los discursos políticos, en realidad no quieren decir eso, te encontrás a la vieja igualdad de resultados. La igualdad está plasmada en la imagen más bonita que es la de la Justicia. Ante la ley tenemos que ser iguales. Pero, cuando la gente habla ahora de igualdad, mi idea es que no está hablando de eso, está hablando mediante la ley. La verdadera igualdad de oportunidades transmite la noción de un Estado bastante más pequeño y menos intrusivo. Pero, claro, eso ataca el discurso habitual de las políticas tanto de derechas como de izquierdas. 

Carlos Rodríguez Braun junto a Alex Milberg en el Forbes Summit Reinventando Argentina

-¿Cómo se haría en la Argentina, donde hoy más del 65% de los chicos menores de 16 años son pobres? ¿Qué sucede en un país como la Argentina para lograr una inclusión sostenible y que pueda generar desarrollo? 

-La pregunta hay que hacerla dentro del contexto. Lo que habitualmente pasa es que primero suceden una serie de años o décadas donde los estados son cada vez más crecientes, intervencionistas, los impuestos y gastos son más altos. Y en un momento dado dicen: “¡Qué barbaridad! Cuánta pobreza hay. ¿No es conveniente que el Estado crezca y se ocupe de esto?”. No podés actuar como si la pobreza fuera algo provocado por unos marcianos que la crearon artificialmente. La dinámica política, la política clientelal, la cultura del subsidio, la corrupción política, toda la historia de la política argentina (particularmente la peronista y la kirchnerista) está vinculada con eso. Sos el culpable del problema. Lo primero que hay que hacer es reconocer que algo tiene que ver la dinámica de los estados crecientes con esta cuestión económica y social. 

-¿En Francia, o en Europa, creés que los políticos pueden llegar a hacer ese reconocimiento de ser parte del problema? 

-Es posible que sí. Tenemos algunos ejemplos. Europa es un caso interesantísimo porque da la sensación de que están llegando al umbral del crecimiento del Estado, hay un momento dado en el que la gente empieza a reaccionar ante el mismo Estado que antes aplaudía. 

Milei, diputado liberal por la Ciudad de Buenos Aires

-¿Qué ejemplos hay? 

-La gente aplaude el crecimiento del Estado porque siempre confía en que nos va a dar cosas y se las va a cobrar a otro. Esas dinámicas funcionan cuando los estados son relativamente pequeños. Hay un punto donde son tan grandes que resulta evidente que cualquier cosa que te dé te la va a quitar. Ese es el momento en el que empezás a resentir los impuestos y a protestar. El ejemplo más notable son los países nórdicos, porque llevaron esta dinámica socialista intervencionista socialdemócrata (no comunista, socialdemócrata intervencionista redistributiva) hasta el máximo extremo, llegaron a tener unos estados que superaban o rozaban el 60% del PBI. Y en un momento la propia población empezó a reaccionar. No es que los políticos de pronto se vuelven liberales, sino que son políticos y se dan cuenta de cómo va reaccionando la opinión pública. En los últimos 20 o 30 años están achicando el Estado, están bajando los impuestos, están reduciendo las intervenciones, están poniendo el sistema de bono escolar en lugar de la educación pública. Otro ejemplo es la Comunidad Autónoma de Madrid, donde hay una mujer de unos 40 años llamada Isabel Díaz Ayuso, no conocida por prácticamente nadie, con todos los medios de comunicación en contra, con la izquierda en contra, y arrasó, ganó más votos que toda la izquierda junta. Ojo con considerar a la gente que son como estatuas que nunca cambian, claro que cambian. 

-¿Cómo imaginás las consecuencias que puede llegar a haber para una economía tan frágil como la Argentina si no hay un cambio en esta matriz de entender que con déficit, sin dinero y con expansión no vamos a ir a ningún lugar bueno? 

-Efectivamente es así. Las señales de las que hablamos, que los políticos captan a través de las reacciones de los votantes, pueden tener muchos orígenes. Uno, que se ve muy claro en Europa, es la presión fiscal ante estados muy grandes y muy redistributivos. A lo mejor en el caso de la Argentina es una muestra de la constatación del fracaso del Estado por la pobreza o la inflación, la corrupción política, también un poco el hartazgo frente al mecanismo político tradicional, la aparición de nuevas figuras como Milei. Puede haber diferentes elementos. No sé qué puede pasar, pero sí sé que no podemos actuar como si la gente no fuera a reaccionar frente a las adversidades que le pasan, que pueden ser muy distintas, pero lo que no podemos suponer es que la gente no va a reaccionar.

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