Qué ver: El Eternauta, de lobos en la era de las apropiaciones
La serie de Netflix aparece como una versión esperanzada de una antigua frase y, a la vez, como activadora de la cultura del meme

Todo tiempo pasado fue mejor, dicen. Antes la gente era más culta, más educada, respetuosa, paciente y solidaria. Dicen, también. Ese antes tan indefinido ha sido una idea constante en la historia, así como la visión pesimista del presente que viene de su mano. Constante incluso en 1957, cuando se empezó a publicar El Eternauta en historieta, y ahora en 2025, cuando llega a Netflix.

Lobos

La historia de El Eternauta trata sobre la supervivencia ante una invasión extraterrestre. Al menos la de la primera historieta, que es de donde se alimenta la serie coprotagonizada por Ricardo Darín y César Troncoso. Su éxito mundial instantáneo, que es un fenómeno con pocos puntos de comparación en la historia televisiva y cinematográfica argentina, tiene que ver, por lógica, con el sistema de estreno de Netflix. Pero también con el hecho de que hay percepciones sobre nosotros, como especie, que permanecen sin modificarse.

Por ejemplo y por sobre todo, la idea de que el hombre es el lobo del hombre.

La expresión tiene dos mil años cuando menos, y refleja una idea muy clara que se puede aplicar a muchos ámbitos y leer de varias maneras. Tantas como un meme. En 1957, en la historieta escrita por el guionista Héctor Germán Oesterheld y dibujada por Francisco Solano López, los personajes hacían afirmaciones tales como "muy pronto se implantaría entre los poquísimos sobrevivientes la ley de la jungla, sobrevivir sería cuestión de matar o morir", "Había fieras sueltas en torno nuestro, hombres, las fieras más feroces de todas...", "ya no se trata de poner a raya la nevada, ahora se trata de mantener a raya a los hombres. Todas las próximas salidas las dedicaremos a buscar armas", "la ciudad es ya una jungla donde gente como nosotros no puede vivir"

Son muchas formas de decir lo mismo. Es más significativo, todavía, si se toma en cuenta el momento del cómic en el que se dicen.

Todas esas frases funestas corresponden al primer día y medio de la historia. Los alienígenas no han aparecido y los personajes apenas han visto a algún otro ser humano. No ha pasado demasiado como para llegar a demostrar que eso pudiera ser así. Sin embargo, la desconfianza universal se hacía presente. Ante el caos y la desesperación por la supervivencia, el hombre estaba condenado a ser el lobo del hombre.

En el extremo opuesto a esa idea aparece la frase que se repite una y otra vez como mensaje de la serie de Netflix: "Nadie se salva solo". Es un abrazo cálido ante aquellas aseveraciones tan pesimistas. Lo curioso es que el concepto también atraviesa la historieta original y parte de la obra de Oesterheld, por contradictorio que parezca con lo que dicen sus personajes. La historieta y la serie pueden llamarse El Eternauta (que es el personaje de Darín) pero se centran en que no hay heroísmo individual, sino colectivo (por eso el protagonismo es compartido entre los personajes de Darín y de Troncoso).

El Eternauta de Netflix. Foto: Difusión

Desesperanza

Este año se estrenará 28 años después, la tercera película de la trilogía de zombies de Danny Boyle que empezó con 28 días después (titulada en Uruguay como Exterminio). En ella, el apocalipsis zombie generaba una reacción de pánico en el que se salvaba quien podía, se sobrevivía a expensas de los demás y la angustia le ganaba a los lazos afectivos. 

En The walking dead, tanto el comic como la serie, lo importante no son tanto los zombies como lo que hacen los sobrevivientes. Está esa constante puja entre los grupos unificados de los héroes, que sobreviven en colectivo y el hambre de poder y el sadismo que se despierta entre otros sobrevivientes. 

En la serie Black Summer la humanidad revela su cara más despreciable ante la epidemia zombie. En esta ficción no se puede confiar en el grupo junto al que se sobrevive ni en las personas más cercanas y de confianza, porque cuando la situación apremia, todos se vuelven contra todos. Más allá de la destreza cinematográfica con la que está hecha, transmite una gran desolación y desesperanza. 

Son visiones negras sobre el presente de la humanidad, al igual que muestra la reacción de la gente en El Eternauta, en la historieta y en la serie. Su éxito (porque la historieta fue enormemente popular y perduró como longseller) demuestra que esa idea siempre ha estado presente en el inconsciente colectivo. Por algo también se refleja hasta en la literatura, con La carretera, de Cormac McCarthy como un ejemplo muy respetable. 

La diferencia está en que El Eternauta intenta arrojar un poco de luz, es menos desesperanzada. Y al usar como eslogan la frase de que nadie se salva solo, ha tenido una lectura política ante las ideas que impulsa el actual gobierno argentino. Es inevitable que esto suceda en la era de las apropiaciones.

El Eternauta de Nteflix. Fotos: Gentileza Difusión

Meme

La primera historieta no es política, o no es ideológica, es una aventura de ciencia ficción clásica. Su remake de 1969 fue antiimperialista. Su segunda parte, de 1976, es claramente política. Hasta ahí, todo fue decisión de su escritor, Oesterheld, quien fue desaparecido por la dictadura ese año. De ahí en más, El Eternauta se convirtió en una suerte de mito de la historieta argentina, cuyos derechos siempre estuvieron en manos vidriosas y produjo más continuaciones de mala calidad. 

El personaje había sido apropiada por el kirchnerismo, desde que la imagen de su protagonista fue redibujada por el mismo Francisco Solano López con la cara de Kirchner. El Nestornauta se llamó el dibujo de ese nuevo héroe, un ícono gráfico que podía tener el significado que se quisiera. Por ese tiempo, la historieta pasó a integrar los programas de estudio en secundaria. Y luego en el gobierno de Macri se permitió su denuncia en los casos en que los padres no estuvieran de acuerdo. 

Recién entrado el siglo XXI los herederos de Oesterheld recuperaron los derechos sobre el personaje y la historia. Pero ya era tarde, porque había comenzado la era de los memes. La calavera de Punisher ya había escapado a Marvel y Disney para ser usada por cualquier extremista de derecha, lo mismo que el dibujo de Pepe The Frog, convertido en símbolo de discursos de odio contra la voluntad de su dibujante.

La popularidad brutal que ha tenido El Eternauta, merecida y motivo de celebración para la región, ha resultado tentadora para quienes juegan con las redes. Esta semana circuló una captura de una escena en la que al fondo se ve un grafiti con un insulto a Milei. El presidente argentino, por su lado, compartió exactamente la misma imagen, pero con un grafiti en el que se lo elogia. Cualquiera de las dos imágenes son tan perfectas como increíbles, Netflix nunca se arriesgaría a ninguno de los dos extremos, porque su objetivo es el que logró: llegar a la máxima audiencia posible y retener suscriptores. 

El Eternauta también es un meme que escapó de control. Posiblemente dentro de un mes o dos se enfríe. Hasta que la historia se cierre, según prometen, en un par de años con la segunda temporada. Ahí se entenderá el motivo del título de la obra. Y el modo en que se resuelva eso será la demostración verdadera de si el director Bruno Stagnaro y su equipo de guionistas lograron realmente algo magistral. Tienen todo un desafío por delante.